Este es un pequeño homenaje a Claudia Lassaletta, un escrito que está estimulado, más que por el reconocimiento a una gran artista, por el sentimiento de una amistad profunda. Reproduzco una entrevista que oportunamente le hiciera para la revista A+d, que considero tiene plena vigencia…

 

A Claudia la conocí hace mucho tiempo, cuando siguiendo mis deseos de ser pintor me anoté en su taller para aprender pintura. Fue por los primeros años de la década del 80’.

Allí experimenté la paciencia desmedida de Claudia para tratar de inculcarme las mínimas reglas del arte para que me defendiera en el campo de la plástica… pero con resultados infructuosos. Me di cuenta que para pintar hacían falta otras cosas más que la voluntad. Después de un tiempo, me di por vencido y dejé el taller. Y fue en ese momento que me di cuenta que había sido el tiempo suficiente para el nacimiento de una gran amistad, que iba más allá de los pasteles, los acrílicos, los papeles y los lienzos. Una sólida y verdadera amistad, que a pesar del tiempo y las distancias, todavía perdura.

Dejé de verla algún tiempo. Sabía que estaba residiendo en Córdoba.

Un buen día nos cruzamos en una calle de Tilcara, y allí, entre abrazos efusivos y mucha alegría, me contó que estaba haciendo una pintura mural en Hornillos para las oficinas del INTA.

Me invitó que la visitara en su casa de Maimará donde había montado su taller. Un motivo suficiente como para hacerle una entrevista y plasmarla en esta revista.

Y así fue que entre tazas “gigantes” de café, nacieron las preguntas, también espontáneas y sinceras respuestas:

Nací en San Miguel de Tucumán, en octubre del 47. Reconozco haber sido una niña rebelde, tal vez quería llamar la atención, como todos los niños que tienen que compartir el amor de sus padres con cuatro hermanos.

¿Qué marcó mi trayectoria artística? Más bien mi amor por el arte: cuando niña, me contaba mi madre, que mientras mi hermana Tesi miraba los libros de arte, que en casa había muchos, con mucho cuidado, sin romperlos… yo cortaba las hojas, me imagino, las que más me gustaban o impresionaban, y las guardaba bajo la almohada. Es así como mamá se encontraba al día siguiente con Van Goth, Modigliani, Degas, Monet etc y tantos otros, desparramados en mi cama. Recuerdo, como en un sueño, que me encantaban esas imágenes, y me sentía dentro de ellas. Un buen día o mejor dicho un mal día, los libros aparecieron en el estante más alto de la biblioteca; ya no podía meterme en ellos.

Otro hecho fue cuando me planté frente a mis padres y les dije que si no me inscribían en la escuela de artes, no estudiaría nada, y me iría a trabajar.

Ya en la escuela de Bellas Artes comprendí que no quería hacer otra cosa y me quedaba hasta los últimos talleres del día. Recuerdo el taller de Aurelio Salas, el mejor dibujante que conocí, sus charlas fueron decisivas en mi profesión.

 

Después de haber estudiado en Tucumán y haber vivido 4 años en Bs As., me instalé en Jujuy, solo tenía 23 años y un montón de sueños. En Jujuy crecí y maduré como pintora, es el lugar que me dio todo, amigos, penas y alegrías, un taller que todavía extraño, donde enseñaba y realizaba mis trabajos.

Los artistas que fueron elegidos por mí para mi aprendizaje fueron, cuando era muy joven, Aurelio Salas y Ernesto Dumit. Ya más madura, Carlos Gorriarena, el cual me enseño a “saber mirar” y que no hay mayor logro que la libertad, te hablo artísticamente, pero si lo trasladas a tus vivencias cotidianas es así también. También estuve con Juan Carlos Distéfano. Con el Juanca teníamos un plan de trabajo muy hermoso y rico: los miércoles o venía al taller donde yo trabajaba y hablábamos mucho o salíamos a ver exposiciones, donde cada uno daba su parecer. Fueron tiempos de gran riqueza, aprendí muchísimo y cultivé dos grandes e invalorables amigos.

En diciembre del 94 parto para Córdoba, donde abro un Taller con otra artista plástica: Carolina Britos. En el 2008 me contrata el IPAF, departamento dependiente del INTA, para realizar dos murales en su nuevo edificio en Hornillos. Después de haber trabajado 5 meses en La Quebrada, ya no tenía dudas, quería volver a mi amado Jujuy. Es así como hoy vivo en Maimara, feliz y disfrutando de poder pintar como nunca antes, con gran pasión.

Cuando estudiaba en Tucumán en la escuela de Bellas Artes, yo elegí pintura como especialidad, pero por problemas con mi profesor, me cambié a escultura. Ese fue el mejor regalo que me hizo mi escuela. Tuve un gran profesor: Ramón Fernández. Es el que me enseño a amar el arte, aún cuando sus clases no eran “todoflores”. Aprendí con él a sacrificar un día de sol por el trabajo, en un taller frío y húmedo por la arcilla, y a reencontrarme con los libros de arte de mi infancia. Aprendí a expresarme en tres dimensiones, que es totalmente distinto a enfrentarte con una tela en blanco. Buena experiencia tuve.

Yo comencé a pintar con óleos y estuve mucho tiempo con ellos, hasta que descubrí el acrílico y me identifiqué totalmente con el. Es de secado rápido que te permite concretar sin interrupción, lo que deseas, y si bien no tiene las grandes cualidades del óleo como su sensualidad, color y olor, el acrílico se lleva muy bien conmigo dado mi ansiedad y mi falta de capacidad para poder trabajar en dos o más obras esperando el secado del óleo. Creo que el acrílico es el material de este tiempo.

He realizado exposiciones en todo el Norte, Córdoba y Bs. As. No se donde tuvieron más receptividad mis muestras, tal vez en Jujuy donde más me conocen y hay gente, para decirlo de algún modo, que me sigue. De todas maneras tuve buenas “críticas” en otros lados, y no digo “críticas” en forma peyorativa, lo que pasa es que no creo mucho en ellas, salvo las que te hacen personas que realmente uno respeta.

No quiero ni me interesa mucho definir mi obra en el arte actual. Mi interés primordial es pintar cada día más y mejor. No se si lo logro, pero que me entrego totalmente y que me hace muy feliz, no tengo la menor duda.

Los cambios fueron muchos y todos sirvieron para dar paso a otra etapa. Con tantos años de pintura he aprendido a respetarme en mis tiempos y mis cambios, sin tratar de modificarlos, de pronto me doy cuenta que en una misma serie o temática, aparecen nuevos planteos, formas, colores, expresiones que trasforman mi idea primaria. Las respeto y dejo que ellas me lleven.

¿Mis planes futuros? No hago grandes planes a largo plazo, sí a corto tiempo. Ahora en Julio, más concretamente el día 6, hago una muestra de mis trabajos de los tres últimos años. En esta muestra sí hay realmente cambios. Otro plan a corto plazo, si se dan las posibilidades, es hacer con mi marido, nuestra casita en Maimará, y así poder quedarme siempre.

El diálogo siguió unas horas más, donde se entrelazaban los recuerdos. Afloraron los momentos de alegría, de tristezas… también los silencios. Pero con seguridad se reafirmó una amistad que pese al tiempo y a la distancia, sigue vigente…

 

El 8 de junio, a las 21,15 hs en una clínica de Palpalá, Claudia dejó la materialidad… para seguir existiendo en sus obras, en los recuerdos, en los corazones. Una sombra de tristeza cubrió la Quebrada.

Ya no está… cuando queremos verla, miramos el cielo de azul intenso, la gama infinita de los ocres de los cerros… en los rostros agrietados, las manos partidas y los pies cansados de los necesitados, de los desprotegidos… Si! Allí está…

 

17/06/22