Fue bajando de los cerros, que en brillante zigzag baja el agua de un ojo natural. Pérdida sin compostura, que sin pesar desagua, desperdiciando sus bienes. Llegué justo en el momento, a pensar cómo encauzar ese alimento para niños concurrentes a la escuela, pastores y animales que sobrevivían al desierto. Esa agua limpia que derramando bajaba hasta un pozo mugriento. De allí bebían animales de pastura, sabandijas, pájaros y hasta algún humano que llegaba sediento. Viendo esto que parecía sin remedio, pensé que alguna solución habría. Ahí nomás comencé a idear y preguntando a algunas gentes qué saben, me lancé a la aventura. Resumo, que con el esfuerzo de avezados y vecinos. Con donaciones y amor, dinamita y campesinos. Urdimos el Atrapa Nubes que un ingeniero peruano inventó para parar la sequía de una zona de su tierra, y funcionó con éxito. Siguiendo sus instrucciones el agua que en forma de neblina se posaba en las redes, pudo ser encausada. Y colorín colorado, el agua abundaba a partir del ingenio y del deseo de ayudar a mejorar las condiciones de ese poblado, que hoy depende de las nubes que cargadas de agua dejan en Molulo su bien tan preciado.