En Juju, se está intentando la implementación de políticas de desarrollo sustentable, apuntando a la producción vitivinícola, en particular en la Quebrada de Humahuaca, donde hay una tradición en esa práctica. En esta entrevista, que intenta mostrar las dos caras del mismo fenómeno, hablan el ingeniero forestal Diego Ramilo, director del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF) y Mariano Vilte, productor de la Quebrada.

Diego Ramilo.

El lado institucional
-¿Cuál es la propuesta del INTA a los productores de la Quebrada?
-La propuesta surge básicamente del ámbito gubernamental y de la Facultad de Ciencias Agrarias, apoyados por el Consejo de Ingenieros Agrónomos. Es básicamente discutir la posibilidad de incorporar la vitivinicultura a las economías de la Quebrada.

-Es una práctica arraigada en la zona.
-Sí, en cierta forma sí. Lo cierto es que también hay otros cultivos como la fruticultura (durazno, manzanas y peras), que son de mucha más trascendencia y más arraigados a la cultura. No negamos el potencial que pueda llegar a tener, simplemente lo que hacemos es abrir mesas de concertación público-privadas con los actores trascendentes que hacen al desarrollo. Nos parece que la política tiene que ser encaminada por el propio gobierno provincial, porque las instituciones nacionales, si bien estamos en los territorios nos debemos a las políticas provinciales porque tenemos un país federal. Desde el IPAF, como instituto especializado en la agricultura familiar, planteamos que hay innumerables demandas que está teniendo el sector y que no pasan necesariamente por la vitivinicultura, pasan por el acceso al agua, por problemas de comercialización, por la tenencia de la tierra, por la sanidad ganadera. La vitivinicultura es un punto específico dentro de todo esto. Básicamente, quisimos poner atención en el tema, en base a la experiencia que tiene el INTA, de 50 años de investigación y extensión, en el cual las medidas top-down, de arriba para abajo, en este tipo particular de producción no sirven. No se puede pensar las políticas de arriba para abajo en la agricultura familiar. No es el caso de Fernando Dupont, su trabajo valida que es posible tener producción vitivinícola aquí, pero la lógica de su emprendimiento (con mayores recursos) no son las que juegan en general en el sector de la agricultura familiar. En ese sentido, nos parece pertinente crear un espacio en el que  podamos discutir políticas públicas, y trabajos para el sector, ancladas en las necesidades más urgentes que tienen las comunidades.

Mariano Vilte, productor de Purmamarca.

-¿Cómo funciona el trabajo con los municipios?
-Tenemos articulación con muchos municipios, y es verdad que tienen un funcionamiento diverso. Algunos con una lógica política más clientelista-asistencialista, otros más comprometidos con la actividades de desarrollo; otros con más apertura institucional; algunos bajan directamente programas que vienen de Nación o de Provincia. Si realmente vamos a hablar de desarrollo local, desarrollo económico, debemos planificar las acciones en conjunto con todos los actores institucionales y privados de la sociedad, y ahí enmarcar un programa que tenga los pies en la tierra, que rescate las demandas más urgentes. Por ejemplo, iniciar trabajos de vitivinicultura cuando la problemática más urgente es el agua y los sistemas de riego son obsoletos, estamos al revés. Hay pasos previos que hay que definir, hay que ver quién los va a hacer, de dónde van a salir los recursos, el desarrollo, al fin y al cabo, son procesos de avanzar en oportunidades, como puede ser la vitivinicultura.

-Puntualmente, ¿por el tema del agua, se trabaja con Recursos Hídricos?
-El problema fundamental que tiene la provincia es la escasez de recursos económicos y eso condiciona muchísimo la posibilidad de estar en cada uno de los territorios y con cada problemática. Recursos Hídricos va tomando algunos problemas, por lo general –desde mi punto de vista- se van remediando problemas a medida que van surgiendo: inundaciones, desbordes de ríos, acequias rotas, etc., pero son todas medidas parche. Creo que hay que comenzar a hacer otra cosa. Tampoco es cuestión de este gobierno, sino que hay años de falta de estructura en la región, además el compromiso debe ser tanto provincial como nacional. De todas maneras, se han dado avances. Ahora está desembarcando el PROSAP (Programa de Servicios Agrícolas de Nación), que tiene financiamiento externo y que es endeudamiento para la provincia y se ha priorizado el tema riego. Desde el IPAF estamos proponiendo que uno de los puntos sea la Quebrada y que no vaya toda la inversión a los sectores más poderosos, como Ledesma, o los cañeros, porque realmente la agricultura familiar necesita mucha infraestructura, tiene condiciones mínimas en este sentido. Y esos recursos del estado deben priorizar este tipo de sectores. La Quebrada ha demostrado la potencialidad productiva que tiene: la horticultura es sumamente dinámica, con todos sus problemas, pero no sólo está abasteciendo a Jujuy, sino también a Córdoba, Tucumán y tanbien Buenos Aires. Hay mucho por mejorar y ver por dónde se comienza. Lo más importante es comenzar por la modernización del sistema de riego. Como experiencia piloto se va a comenzar en Maimará, se va a hacer mejoras en tomas, desarenadores, impermeabilizar las acequias precarias, porque allí se pierde el 60% del recurso agua, con lo cual se está limitando enormemente la posibilidad de crecimiento y competitividad que tiene el productor. Son pasos previos, y si nos los hacemos, seguimos en un círculo vicioso: estamos emparchando y no proyectando una planificación a largo plazo.

Sede del IPAF en Maimará.

-En las reuniones ¿qué es lo que vuelve de los productores?; parece que hay poca fe.
-Indudablemente, hay una gran deuda. Las experiencias en desarrollo rural no tuvieron el gran impacto que se espera desde las instituciones. Permanentemente desde el mundo académico se está repensando las formas de intervención y trabajo, hoy estamos caminando por los paradigmas de desarrollo local y desarrollo económico local, para lo cual se necesita la participación interinstitucional y de la sociedad para construir planes y programas que estén adecuados a las condiciones locales, cosa que antes no ocurría porque Buenos Aires era la que decidía. Esos modelos ya fueron superados, pero todavía no sabemos poner estas nuevas formas en ejercicio. Nos parece que la acción individual no tiene sentido, que hay que sumar las capacidades, pero son escasas, tanto los recursos económicos como los humanos. Pero si no lo hacemos así, y previamente no ponemos en discusión todos estos paradigmas, va a ser muy difícil, porque siempre la formación te lleva a decirle a la gente lo que debe hacer. Y es el productor el que se arriesga, nosotros no perdemos nada.

Mariano Vilte
Acerca de la producción que tiene en Purmamarca, Mariano Vilte, comenzó diciendo “Empezamos con pequeños viñedos en diciembre de 2003. En ese tiempo fue iniciativa de López Coria y la gente se entusiasmó. Hay gente más responsable que quiere trabajar. En Purmamarca hay una tradición respecto de estos cultivos. Sin embargo, fueron pocos los que realmente eligeron con seriedad, y ahora quedamos pocos. Se está viendo unos viñeditos con producción y varios nuevos. La gente está haciendo sus propias plantitas y es todo a pulmón, porque capacitación es muy poca la que tenemos; tampoco alcanzan las visitas de los técnicos. Es poco y nada. Hicimos un proyecto con López Coria, que incluso fue aprobado, y resulta que no fue otorgado. Y nadie se va a mover sin que le paguen”.
Al preguntarle sobre qué es lo que ofrece el INTA, dijo “Lo que ofrece es tan poco, que no se animan a hacer un seguimiento. Y después también está el ministerio de Producción, que ha anunciado pequeños préstamos para los productores y después quizás unos subsidios. Pero no es nada concreto. Antes cuando teníamos a Machinea, pasó lo mismo. Es la misma mujer con distinta pollera, nomás. Hay que encararlo uno mismo, con su propio sacrificio y si te quieren ayudar, en buena hora”.
En cuanto a la producción de vino en Purmamarca, explicó “Yo tengo 400 plantas. El año pasado los pájaros no dejaron nada. Este año he implementado unos espantapájaros que están quedando ya. El año pasado hicimos 20 litros de vino, para probar. Ahora vamos a poder hacer más. Las variedades que hacemos son Cabernet Sauvignon, Malbec, que son las que mejor se adaptan a la zona.”.
Más adelante, acerca de los otros cultivos que se realizan en la zona, comentó “Yo tengo de cada cosa un poquito, para la familia. El ajo tenía bastantito, cerca de 30 mil cabezas. Pero por ahí patina y no se puede vender. Ahora me lo he sacado de encima, lo vendía al barrer, barato, porque sino me quedo con el ajo. La comercialización del ajo tiene sus momentos. Y después tenemos para comer nosotros. Uno no sabe lo que conviene hacer”.
Uno de los temas más complejos en la Quebrada y en Purmamarca en particular es el riego “Cada vez nos quedamos con menos agua. En realidad, todos los emprendimientos turísticos, nos quitan mucho el agua. No han medido las consecuencias y ahora el agua escasea. Y no se hace nada. Cada vez tenemos menos y no alcanza para el riego. Y no se hace nada para mejorar. Con la acequia, yo tengo cada semana un turno de 24 hs pero no alcanza”, dijo. Y agregó, “Hay vertientes, pero no veo que Agua de los Andes o Recursos Hídricos hagan nada. En Chalala hay vertientes por ahí, habría que explorar. Una vez hicimos una propuesta a Recursos Hídricos, de parte del Centro Vecinal y todos los regantes, de que nosotros poníamos la mano de obra y ellos el material, porque hay partes en las que el agua se está yendo por debajo del gasoducto (que pasa por la playa del río Purmamarca). Eso hay que hacer”.