Sin pretender caer en un pomposo análisis político-sicologista, quiero esta vez, en pocas líneas, tratar de precisar hasta qué punto y por qué la interna del PJ local se vio sacudida por el Primer Encuentro Provincial de Trabajadores de la Comunicación y la VII Reunión Regional de la FETRACOM, cuya fragmentada difusión, como era de esperar, fue cuidadosamente seleccionada por los medios jujeños. Buena parte del Encuentro estuvo dedicada a la consideración del tratamiento de la modificación del artículo que trata del otorgamiento de licencias, ¡sí!, precisamente ese articulito, de la actual Ley de Radiodifusión, el próximo 10 de noviembre en la Cámara Baja, donde al parecer tiene buenas perspectivas; pero la clave de lo ocurrido en Jujuy, fueron los condimentos, a saber, las presencias del secretario de Medios de la Presidencia, Enrique Albistur; Luis Lazzaro de TELAM; Néstor Picone, de Radio Nacional; Néstor Busso de FARCO; Sergio Novoa, del COMFER; gente de FARA; Osvaldo Nemirosci, titular de la Comisión de Comunicación en Diputados; otros legisladores nacionales; abogados que están en el tema; periodistas de Tucumán, Córdoba y Buenos Aires, representando a distintas organizaciones sindicales y/o comunitarias y, lo que no es un tema menor a los efectos de esta nota, hay que considerar la promoción que de la cuestión hizo Rubén Daza, inteligentemente desdibujado a sus efectos prioritarios, o sea competir en el 2005 (no se sabe si por adentro o por afuera) por una banca en el Senado, a la que también aspira, reelección mediante, Guillermo Jenefes.
      En la pasada edición de La Revista publicamos el proyecto de ley, con los famosos veintiún puntos y en este número, una nota, pág. 11, “Coalición por una Radiodifusión ...” de Luciano Debanne, periodista cordobés, que nos pareció adecuada para el seguimiento del tema, por lo que obvio seguir con el mismo, ya que apunto, reitero, a discernir el curioso momento que vive la interna del PJ.
Tantos años en la radio quizás me han vuelto demasiado coloquial y muchas veces descuido el rigor gráfico en beneficio de una más ¿chichonera? comunicación, por eso, en este editorial me quiero permitir decirles que Uds. no pueden dejar de imaginar las sordas risotadas con que muchos acompañaron las expresiones despectivas, las definiciones hirientes, las duras guasas que se dijeron del jujeño Guillermo Jenefes, por su carácter de presidente de la Comisión de Comunicación del Senado de la Nación y a la vez dueño de un multimedio; es que, precisamente, el encuentro tenía su razón de ser en Jujuy, a los efectos de hacer tambalear la rígida y todopoderosa estructura de los ocho y sus satélites, que se opone a cualquier avance, sobre todo a la modificación que permitirá barajar y dar de nuevo en cuanto al otorgamiento de licencias; es que esa estructura es dueña de demasiadas cosas y mucho tiene que ver con la locura y la peste que vive el país y Guillermo es, a la vez, accionista y empleado de la misma, pivoteando toda la inacción posible desde la omnipotente comisión de referencia.
      En un Jujuy, donde los dueños de las empresas periodísticas grandes o pequeñas, practican “el no hacer olas” como si fuera la ley de Dios, inclusive mucho más allá de lo que pudiera enturbiarles la relación con el Gobierno u otros factores del poder institucional público y privado, que a esta altura no les piden nunca nada, doy fe, porque saben que, por las dudas, nada se va a difundir. En una provincia donde se despide a treinta y cuatro empleados de un canal de cable y la dirigencia política evita hacer comentarios públicos sobre la cuestión; en la que la oposición ni musita una palabra que pueda arriesgar su aparición en las, en realidad poco creíbles, pantallas de Canal 7 de Jujuy y los Circuitos Cerrados; en la que esta periodista nunca logró en la radio que el senador radical Gerardo Morales u otros legisladores nacionales de la oposición dijeran una sola palabra al aire (me refiero a una palabra con significado) sobre la Ley de Radiodifusión; en una provincia en la que al igual que en el resto del país, la libertad de prensa se practica lo posible ¡en Radio Nacional! ... Imagínense lo divertida y liberadora que fue la reunión en el Colegio de Ingenieros, donde gente de todo el país desnudó sin pruritos costados y matices siempre silenciados de la cuestión, mientras LRA 22 transmitía, y con la luz verde, (¿verde esperanza?, discúlpenme), que implicaba la presencia de Enrique Albistur en la mesa del panel.
      Porque, hablando de la interna peronista, los planteos llegaron a interrogantes como los siguientes ¿cuán kichnerista es Jenefes?, ¿es kichnerista?, ¿está cerca de Duhalde?, ¿funciona mejor con Eduardo Menem? ¿O simplemente trabaja para los ocho grandes grupos, sin descuidar la propia quintita en San Salvador, con la que tanto consiguió? ¿Va a poder acomodar las cargas para seguir teniendo aspiraciones en el Partido de Juan Perón? ¿Tiene apoyo político en estas épocas en las cuales ya no se califica de zurdos y nostálgicos a quienes hablan de la doctrina peronista o creen que se la puede volver a practicar?
      Lo que pasa es que la presencia de Albistur decía que algún arranque se produjo también en el ámbito de las decisiones presidenciales. Impresión que se vio ratificada a partir de la simlutánea movida en la revista Noticias donde se trata a lo largo de ocho páginas cuánto “presiona” el Gobierno Nacional a medios y periodistas, pero ni siquiera hay una sutil alusión a la Ley de Radiodifusión, a la próxima sesión en Diputados o a cualquier otra cosa que lleve al meollo de lo que pasa en el país con la comunicación, poniendo también en un triste y funcional rol a periodistas que por su capacidad profesional merecen moverse con mejor suerte y más dignidad.
      Puede ser verdad que el Jefe de Gabinete no tenga la mejor cintura para conectarse con empresas y periodistas; puede ser que el manejo de los recursos para publicidad estén sujetos, a la hora del reparto, a vaivenes confusos, donde la inexperiencia de algún sector oficialista también debe hacer lo suyo; puede y debe ser que los funcionarios de este Gobierno se revuelvan desproporcionadamente, magnificando el efecto de la menor crítica o ante cualquier rechazo o disentimiento ... pero, ante la supina exclusión, ante la omisión absoluta del tema principal de lo que pasa con la comunicación en Argentina, me permito creer que las notas, artículos y entrevistas, el “debate” en Noticias, con su posterior difusión en los noticieros de América, forma parte de la batería de “información” con la que se amenaza por un lado y se amaga por otro, planteando una “advertencia”; mientras no hay lugar en planas y pantallas, para el temible animal que brama en Internet y los medios alternativos, teniendo como principal objetivo concientizar sobre el artículo 45 y los 21 puntos.
      Puede ser que en el Senado se frene la modificación del artículo y el proyecto de ley todo un período ordinario más, puede ser que no; quizás el año que viene no pase nada, quizás sí; a lo mejor el poder económico afloje un poco, a lo mejor desde la política (en todas sus instancias) se abra una brecha real que le ponga sentido común, criterio de realidad y justicia a la comunicación en el país.
Pero lo que sí es seguro, es que este tema, cual revulsivo inesperado, vino a ponerle un estridente despertador a los aprontes peronistas para las legislativas del año que viene; se abrió una puerta por la que entra una fresca brisa que va a cambiar la dinámica ¡comunicacional! por ejemplo, entre el senador, que realmente no tiene quien le escriba, y los intendentes; me parece que buenos periodistas, afines al PJ ya que estamos con la interna, van a empezar a buscarle la vuelta a la cosa para que las turbias aguas no estén tan quietas. Es también verdad que el peronismo de Jujuy busca otras dinámicas al son de los nuevos tiempos; entre dificultades y confusiones tantea recuperar una visión más lógica y coherente, más razonable y justa, sobre el sentido de lo nacional y lo popular; sobre todo aquí, en esta provincia, en la que los dirigentes peronistas, más de derecha o más de izquierda, siempre la tuvieron clara (se acuerda aquella cuestión de que los pobres vivan mejor), por lo menos hasta fines de los ’80.
      Hasta aquí, porque es un tema para otra nota.
      Antes de concluir le dejo un interrogante, dígame, en esta etapa, por estas épocas ¿de qué se ríe, por qué está tan divertido, Eduardo Fellner?.