Un lunes a principios de junio comenzaron en Purmamarca las tareas de construcción del tramo correspondiente de la ruta provincial 56, a la vera del rÃo, al borde del pueblo, camino a Chile. Esta ruta significa un flujo de tráfico por el Paso de Jama, de comercio, de comunicaciones. Se estima que pasarán por allà unos 400 camiones de carga por dÃa, más los turistas en micros y/o vehÃculos particulares.
El gasoducto, que está en lecho del RÃo Purmamarca, no permite la construcción de ese camino más cercana al cauce de agua y más retirada del pueblo, por lo cual esta ruta se va a convertir en un rasgo más del paisaje de este pueblo recoleto, guardado y protegido durante tanto tiempo, por su lejanÃa de la Ruta 9, que seguramente contribuyó a su conservación en tanto belleza cultural en armonÃa con la naturaleza.
El proyecto de ruta que se está llevando a cabo propone una presencia visual, un impacto sobre el paisaje, que este pueblo, como parte del Patrimonio de la Humanidad, no merece. La altura del terraplén âsi bien fue modificada- marcará la vista, se constituirá en un elemento de desequilibrio en la armonÃa del paisaje. Y esto ocurre cuando ha pasado justo un año de la declaración de la Quebrada como Paisaje Cultural por la UNESCO, cuando se la ha elegido para protegerla.
Esta ruta, tal como está delineada, al decir de los ancianos del pueblo, se constituirá en el mayor azote para la población, ya que por su trazado provocará el desvÃo de las aguas durante la creciente del rÃo, que rebotarán en la otra orilla y golpearán las construcciones, las viviendas y convertirá al pueblo en una especie de dique.
No sólo no se ha buscado la mejor manera de construir este camino, de modo tal de no modificar este paisaje, sino que además, la ruta plantea gravÃsimos inconvenientes de seguridad para la población en cuanto al tráfico de camiones altas velocidades, que se lanzan desde la Cuesta de Lipán, muchas veces sin conocer las caracterÃsticas del camino.
LOS ARBOLES NO
MUEREN DE PIE
En el ejido urbano de Purmamarca, las obras de la ruta se distinguieron por un hecho gravÃsimo. Para poder realizar los movimientos de tierra necesarios, se derribaron, mataron, hacharon, arrancaron, los árboles a la vera del camino. molles, sauces, álamos, que llevaban más de treinta años de historia. Durante todo ese lunes las máquinas y las motosierras de la empresa Roggio âtrabajaronâ. Por la noche, fueron los mismos purmamarqueños los que se encargaron de tirar abajo los árboles que todavÃa estaban de pie.
No nacà en esta tierra, pero vengo de un desierto mayor, la estepa patagónica. Y nunca supe de nadie que no cuidara como a un hijo el árbol que por fin podÃa crecer, más aún cuando esos árboles cuentan la historia de un pueblo.
Esta misma metodologÃa se llevó a cabo, los últimos dÃas de junio, en la ruta 9, frente a Yala, donde se mataron varios árboles centenarios. Y pienso en que la rotonda o el camino secundario que van a construir allà es fundamental para la seguridad de quienes circulen por ese lugar, pero también pienso en las innumerables rutas europeas que esquivan árboles añejos, que por ellos y para ellos desvÃan un poco su curso.
Otro grave problema lo representa la cantidad creciente de basura, sin tratamiento, que van adquiriendo las distintas localidades quebradeñas, a partir de la también creciente cantidad de turistas, a pesar de las capacitaciones en este tema y del incipiente trabajo con municipios de otros paÃses. En algunos de estos pueblitos se podrÃa implementar un sistema de selección y reciclaje de los diversos elementos, haciendo un trabajo de concientización de la población casi puerta por puerta, explicando a los vecinos qué deben hacer. E incluso, produciendo algún tipo de recursos para las comunas a partir de la comercialización de los materiales reciclados o a reciclar.
Lo dicho hasta aquà no presenta sorpresas. El desinterés, la falta de ideas, la poca visión de futuro, el poco amor por la tierra es parte de nuestra idiosincrasia, no importa de qué parte de Argentina vengamos.
Por último, un parrafito necesario: existe -están los estudios hechos- la posibilidad de construir un acceso a la nueva ruta a través de un desvÃo, cuyos costos se estimaron como posibles de afrontar por autoridades provinciales involucradas directamente en la obra del camino a Jama; ¿qué pasó entonces? ¿desidia? ¿apuro? ¿ineptitud?. Tampoco las autoridades municipales ni la comunidad, salvo contadas excepciones, tomaron conciencia de que se pisoteaba el Patrimonio a poco de ser parido y se borraba con el codo tanta cháchara sobre âempezar a tomar concienciaâ. (AT).
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