Casabindo, primer pueblo del Camino del Inca,
celebró la Asunción de la Virgen MarÃa con El Toreo de la Vincha,
una de las fiestas religiosas más tradicionales.
Los turistas llegaron a esta fiesta patronal que se desarrolló
el 15 de agosto con la expectactiva de asistir a un acto
de coraje: un hombre enfrentando a un toro sólo para quitarle una
vincha con monedas de plata que lleva entre sus astas y
entregársela como ofrenda a la Virgen.
Entre 3.500 y 4.000 visitantes arribaron al pueblito
puneño, mientras los pobladores de muchas localidades puneñas y quebradeñas lo hicieron en los últimos dÃas y en procesión, cargando desde sus propios lugares imágenes de la
Virgen.
El primer premio de "El toreo de la Vincha" se lo llevó el
torero Lorenzo Velazco, quien sufrió heridas en su enfrentamiento
con el toro 'Negro Huarincola', que lo levantó de una cornada.
Ese toro, cuya vincha ya estaba en manos de Velazco, decidió
escapar de la Plaza no por donde habÃa entrado sino saltando una
de las paredes, a escasos metros de donde estaba el ex ministro
del Interior José Luis Manzano, seguido de cerca todo el tiempo
por un guardaespaldas.
Casabindo es el primer asentamiento hispánico subsistente en la Argentina:
nació en 1535, y aunque no cuenta con referencias históricas la
tradición indica que el "Toreo de la Vincha" es una herencia española. Previo al toreo se realizó la misa en honor a la Virgen, donde los "samilantes", que abren la procesión tras la misa vestidos con plumas de "suri" (ñandú), danzan al son del erke y con cascabeles en sus piernas, para pedir lluvia en agosto, el mes de la siembra.
También aparecen las "cuarteadoras", que son mujeres que
llevan cuartos de cabritos u ovejas a modo de agradecimiento por
la comida que cada año reciben.
¿Hay alguna lÃnea que divida lo católico de lo originario? No
se sabe. Sólo se puede apreciar el profundo sentimiento y
veneración por la Virgen MarÃa expresado en un impresionante acto
de coraje como el que exponen los toreros frente a los bovinos.
Pero es posible que en el futuro los samilantes, cuarteras,
toritos y caballitos (promesantes que portan una máscara equina y encabezan la procesión), deban reunir también mucho coraje para
que las miradas de algunos visitantes, que observan la ceremonia
como algo exótico, no los hagan avergonzar por su tradición.
No obstante, la fe absoluta de la gente mantendrá viva esta
tradición religiosa, que se repite año tras año, por la Virgen que
como la tierra, es dadora de todo lo que ellos le piden.
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