HOY. Cuando la tarde se ve clara después del frÃo. El hombre comienza a despojarse de su abrigo. De pronto entiende que está cerca de âpasarâ otro invierno.
HOY. Es preferible venir desde el silencio. Antes de hablar, preparar la palabra, para que (asà como una barca pasiva) ella llegue a la orilla.
HOY. Cuando la poesÃa todavÃa sobrevive (como sobrevive la imposibilidad) porque atesora la verdad.
HOY. El parroquiano del viejo café, aún puede encender su cigarrillo y (siguiendo con su mirada casi extraviada el rumbo incierto del humo) saborear la liberación de sus pensamientos.
HOY. Cuando estar solo puede ser la mayor ambición de quien comprende una realidad mezquina, corrupta y de inclaudicable estupidez.
HOY. La gente le pone euforia al festejo que crearon las historias de patria, terruño y libertad y olvidan a la justicia y su antónimo (la injusticia), las verdaderas protagonistas.
HOY. Cuando un juego (universal, se supone) por medallas, altera realidades y promueve sueños y exigencias desmesuradas en las opiniones patrioteras o interesadas de quienes no creen (o no piensan en las diferentes realidades de los pueblos que compiten).
HOY. Uno no cree que la muerte es la gran metáfora, más allá del costado melancólico de cualquier duelo.
HOY. Cuando, cada dÃa más, el caminante busca refugio en los espejismos, los sueños y su otro yo, en necesario y obligatorio repliegue. (NA)
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