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âDe Casabindo salà con destino a Buenos Aires, pasando por la Salinas derramando mis coplitas como maÃz para las gallinasâ |
âDe Casabindo salà con destino a Buenos Aires, pasando por la Salinas derramando mis coplitas como maÃz para las gallinasâ
Luego de 64 años algunos integrantes del histórico âMalón de la Pazâ recibieron un reconocimiento por haber sido parte de la lucha por los derechos indÃgenas, otorgado por el Concejo Deliberante de la ciudad de Palpalá. Esta es la entrevista hecha a tres de esas personas, que en 1946 recorrieron a pie dos mil kilómetros para peticionar ante el entonces presidente Juan Domingo Perón por el derecho a la propiedad comunitaria de las tierras que ocupaban.
2010 es un año muy especial donde se conmemoran 200 años de historia, oportunidad para homenajes y reconocimientos a quienes fueron protagonistas de hechos históricos que generaron transformaciones sociales y sembraron semillas para continuar luchando en busca de justicia.
AntolÃn Flores, Buenaventura Solano y Pedro Flores hace más de 64 años caminaron aproximadamente tres meses y dieciocho dÃas por territorios desconocidos. Con apenas 14 años de edad, sin tener un conocimiento pleno sobre la disputa, dejaron a sus familias para luchar por la propiedad de las tierras de sus padres.
AntolÃn Flores con voz temblorosa hoy asegura que no tenÃan una idea clara en ese momento respecto de los pedidos y de la situación. âSabÃamos que mi padre era promotor de los derechos y la paz -dijo- y fue quien junto otros dirigentes empezaron a juntar gente organizándolos para viajar el 15 de mayo, dejando a la familiaâ.
Por su parte, Buenaventura Solano inició su relato contando que âsólo con 14 años partà dejando a toda la familia, no recuerdo quién nos regalo una mula y empezamos el viaje. En el camino, por la localidad de Cochinoca, se nos presentaron distintas dificultades pero siempre tuvimos apoyo de la gente y se nos sumaban a la luchaâ. Solano agregó âcuando llegábamos a algunas provincias nos esperaba el ejército, los municipios para ayudarnos y en cada pueblito tenÃamos un acto. Pero de algo que no me olvido es que en Rosario me hicieron hablar por radio. Pero como era chico no tengo tantos recuerdos sobre qué habléâ. Y continuó âOtra cosa es que cuando nos enfermamos lo único que pedimos tomar era geniol, que recién salÃa en esa épocaâ, sonrió Buenaventura Solano. âPasamos frió y hambre, cada uno viajábamos con un burrito lleno de alimento para cuando no nos atendÃan en algunos lugaresâ.
âLuego de tres meses y dieciocho dÃas -recuerda AntolÃn Flores- llegamos a Buenos Aires, nos hospedaron en un hotel. Por una parte nos atendieron bien y por otra no, nos sacaban a pasear. Ya ni recuerdo cuántos dÃas estuvimos ahà mientras nuestros padres y dirigentes trataban de exponer la problemática y presentar los reclamosâ.
âPero hay algo de lo que no nos olvidamos -dijo Buenaventura Solano al intervenir- ânos subieron por toneladas en el tren para regresarnos a nuestras tierras, no se borra de mi mente que mi padre se tiró del tren junto a dos personas más diciendo que no se volverÃan a Jujuy sin que los atendieran en la Casa Rosadaâ. Al acercarse el tren en el que regresaban de Buenos Aires a la zona de Altos Hornos Zapla, âfue allà cuando vimos tres luces y preguntamos qué habÃa -dijo Antolin-. âEran Altos Hornos Zapla y dijimos en ese momento, como amigos que ya éramos con Buenaventura, que trabajarÃamos ahà y asà lo hicimos. Hoy estamos jubilados y a lo largo de los años nos instalamos en la ciudad de Palpalá donde formamos nuestras familiasâ.
Al finalizar la entrevista reflexionaron âvalió la pena caminar entre 70 y 80 kilómetros por dÃa para que las próximas generaciones sigan luchando y sobre todo por algunos logros que se consiguieronâ.
(Para mayor información sobre el Malón de la Paz, consultar la edición nº 14 de El Ojo de la Tormenta, julio de 2005.)
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