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Silvia Vela

Zapla en el Argentino B:
el ascenso de la discordia

 


      Dicen que el dinero no hace la felicidad y que el éxito y la fama, algunas veces pueden jugar en contra. Parece que eso es lo que le pasó a Zapla después de ascender al Torneo Argentino “B”, al que volvió después de tres años. Cuando el equipo palpaleño logró involucrarse entre los mejores y reanimó a los hinchas “merengues” a que vuelvan a la cancha, comenzaron los problemas.
      Jugadores y cuerpo técnico se enfrentaron con la dirigencia encabezada por el cuestionado Dante Colque, quien parece ser ahora el blanco de todas las críticas. Desde que Zapla avanzó a las instancias finales, el Estadio Emilio Fabrizzi, comenzó a coparse de hinchas, que de a poco se fueron sumando y tapando los claros de la cancha, a la que antes concurría muy poca gente. El entusiasmo de la buena campaña de Horacio Zingariello se reflejaba en la respuesta de los simpatizantes que no se hizo esperar, recordando viejos tiempos en los que “Zaplita” jugaba los torneos nacionales.
      Los inconvenientes surgieron cuando los jugadores reclamaron sus pagos, según ellos los dirigentes no les abonaban en tiempo y forma y viajaban a jugar de visitante sin un peso, a tal punto que algunos hinchas tuvieron que sacar de su bolsillo, antes del importante encuentro frente a Origone, para que los muchachos viajaran tranquilos. La dirigencia ya sabía que tenía que cumplir con quienes ponían la cara en los partidos, porque anteriormente se había comprometido a solucionar los inconvenientes que motivaron el paro del plantel, que durante una jornada decidió no entrenar. Los días avanzaban y Zapla a pesar de todo, clasificaba a las próximas instancias, con el apoyo masivo de su gente.
      Las recaudaciones empezaban a ser importantes y de las 1000 personas de siempre, ahora la cifra pasaba los 8000, sin embargo la dirigencia seguía manteniendo deudas, al punto de manifestar que lo recaudado era para devolver dinero prestado, otra decisión que a los muchachos no les gustó. Pero los resultados aparecían y pasaron Guzmán de Tucumán, Atlas de Salta, San Lorenzo de Catamarca y la final a un ascenso se convertía en el mayor objetivo a cumplir, a pesar de la mala relación entre jugadores y dirigentes. Llegó la final con Origone y en el partido de vuelta, la desesperación se hizo dueña de los jugadores que no pudieron, dentro de la cancha, darle una alegría a los 20.000 espectadores presentes en el “Gigante de Acero”. A pesar del resultado en contra y de los penales fallados, Zapla tenía una posibilidad más en la promoción, los hinchas le habían dado todo el apoyo en una convocatoria multitudinaria, que algunos dirigentes intentaron minimizar, manifestando que la recaudación era nada más que aceptable, cuando todos vimos el estadio lleno. Ese fue otro de los enojos de algunos socios y de los propios jugadores que mostraron su rebeldía ante la dirigencia.
      El mérito de haber llegado a la instancia final, se lo disputaban entre técnico, jugadores y dirigentes, cada uno con sus argumentos, pero a la hora de pelear por el ascenso, Zapla jugaba la promoción contra Real Arroyo Seco, en partidos de ida y vuelta y a pesar de todo, se adjudicaba un lugar en el Argentino con partidos ganados en las dos canchas. El ascenso llegó de visitante y fuera de casa y sólo ellos con los hinchas que viajaron a Santa Fe, se hicieron dueños del logro, éxito deportivo que terminó dividiendo opiniones, una vez más.
      El plantel llegó con el ascenso en la mano y al otro día la dirigencia les arrebató los festejos, y decidió actuar en contra de los que habían levantado la voz por sus reclamos. Dante Colque, presidente de la entidad “merengue” anunciaba que Horacio Zingariello dejaba de ser el técnico del plantel, porque no había impuesto disciplina a sus jugadores, quienes representados por Catala, Carrasco y Noguera, habían reclamado lo que les pertenecía. También se fueron los tres mosqueteros por decisión de Colque, ya que el presidente mismo dijo textualmente que tomaba esa determinación en respuesta a cómo se habían comportado los muchachos en varias oportunidades, explicando que ni siquiera Zingariello les había impuesto disciplina.

El plantel merengue.


      Parecía una novela, no terminaba de hablar la dirigencia y al instante respondían Zingariello y los jugadores. La cosa es que los hinchas no pudieron festejar ni un día porque la noticia del ascenso del domingo, al otro día se orientaba hacia el conflicto. El presidente Dante Colque determinaba que Zingariello no era más el D.T. y que incluso ya había hablado con Salvador Ragusa, quien desde Rosario, manifestaba que aceptaría si se aprobaba un proyecto a largo plazo y con un trabajo serio. Después hablaron con otros entrenadores como Néstor Choque y Jorge Honecker para dirigir el “merengue” y ellos también se subían al carro. Lo cierto es que Zingariello no disfrutó dos días del éxito y también salió al cruce “si yo no tengo disciplina, Colque no tiene códigos y está muy lejos de ser un buen dirigente”, manifestaba el entrenador, que no hacía más que repetir que el logro era pura y exclusivamente de los jugadores.
      También hablaron los rebelados Carrasco, Noguera y Catala, quienes se ocuparon de Colque en todos los medios y repetían mil veces que nunca se sintieron contenidos, salvo por el técnico y los hinchas. Pero Colque seguía repitiendo que también la dirigencia, algún logro debía tener para llegar a tal instancia, así que tampoco ellos quedaron al margen de la historia, adjudicándose el lugar que ocupan los grandes gladiadores.
      Qué inesperado desenlace, me hizo recordar a esas novelas o películas que sorprenden al final, el que no se parece en nada a lo que veníamos imaginando hace 200 capítulos, porque uno siempre cree que ganan los buenos y pierden los malos, pero en esta historia no me quedó claro quién fue el ganador; los hinchas y los socios seguro que no. Fue el ascenso de la discordia, un pecado que cometieron jugadores, técnicos y dirigentes, que ahora se pelean por la herencia y se miden para saber cuál de todos es más fuerte o quién tiene más derecho a festejar. Sin embargo nada es gratis y a pesar de todo, Zapla, con o sin Colque, tiene que barajar y dar de nuevo, arrancar otro ciclo y priorizar la histórica institución ante los intereses personales, porque estamos hablando de un club grande del norte, que por fin logró despertarse. Los socios serán los que tengan la palabra final y se harán sentir en las urnas si están en desacuerdo con la actual gestión, la que está en manos de la justicia, que deberá decidir si Colque sigue por dos años más o hay que llamar a elecciones. Zapla es un grande del interior y el objetivo debe ser seguir subiendo, con dirigentes que cumplan con lo que prometen, siendo respetuosos de los organismos a los que pertenecen, como la Liga Jujeña y el Consejo Federal. No es posible que siempre que le preguntamos al presidente de la Liga, Hugo Manzur que opina de Zapla, él conteste “deben”. Lo mismo sucede en el Consejo Federal, se considera a Zapla como una institución que no cumple, y eso a la larga corta caminos, más en el Consejo Federal de AFA, en el que se mueven con muchos intereses económicos. Entonces si las recaudaciones fueron importantes en 5 o 6 partidos, por qué no cumplir con las deudas adquiridas, por qué la determinación de no pagar si la plata está, por qué quedar mal y hacerse fama de deudores, cuando pueden quedarse con la imagen de ganadores y retirarse por la puerta grande. Zapla festeja a medias el ascenso y eso al verdadero hincha le duele, porque la fiesta no pudo ser completa y las internas estallaron después del objetivo logrado, pero también es cierto que la vida institucional del club debe encaminarse cuanto antes y continuar, con los viejos dirigentes o los que van a venir, ya sea con Eisemberg, Catala, Villarreal, Carrasco, Vaca, Aquino, Guzmán, Méndez, Almaráz, Albarracín, Sueldo, Solorza, Guevara, Lamas, Toledo, Salto, Zingariello, Herrera, Colque y muchos más que lograron la hazaña, con sabor agridulce, pero hazaña al fin.  






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