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El Mundial y la pena

      Digamos las cosas como son, no como quisiéramos que fueran, Argentina se quedó fuera del Mundial, por culpas compartidas, mucho antes de lo esperado. La Selección ha cometido el peor de los pecados, volvió a pecar, a repetir errores de mundiales anteriores, nada nos sirvió de lección, en Alemania se había quedado en el banco Messi, ahora fue Verón.
      Hoy las miradas apuntan a Maradona, a quien otra vez le volvieron a cortar las piernas, como a todos los argentinos que nos habíamos ilusionado con ver a la Selección Argentina, como el mejor equipo del Mundial. Esa debilidad “maradoniana” nos llevó a pensar que ahora sí el camino se abría al título, que sería posible levantar la copa después de 24 años. Entonces empezamos a encontrar las coincidencias con el Mundial de México 1986 y ante tantas similitudes, nos creímos campeones. Nos rendimos ante el Rey, ante ese Dios pagano, al que muchos veneramos, nos ilusionamos, nos hicimos más argentinos que nunca, gastamos $100 en bandera y camiseta, y aprovechamos el sentimiento patriótico del Bicentenario para golpearnos fuerte el pecho cuando sonaba el himno que, partido a partido se imponía ante las ruidosas vuvuzelas.
      Pero una vez más fallamos, nos quedamos en cuartos y ante el cuco de siempre, “los gigantes alemanes”, nuestros verdugos, los que nos enseñaron cómo jugar en equipo, los que nos volvieron a estudiar, los que nos tocaron la pelotita, los que no dejaron mover a Messi, los que nos humillaron una vez más, los que no nos permiten hasta ahora encontrar respuestas a semejante eliminación. Una vez más estamos fuera y como siempre los dardos apuntan a la cabeza, nos volvemos a preguntar quién se equivocó, de quién fue la culpa, por qué nos pasó todo esto, quién falló y quién se hará cargo de otro papelón internacional. Miles de preguntas, cuyas respuestas quedan flotando en el doloroso adiós. Nos fuimos otra vez y la realidad nos dice que no formamos parte de la elite del Mundial, no estamos entre los cuatro mejores del mundo y eso nos duele en el alma.
      Veníamos bien, Maradona parecía ser el que por fin nos taparía la boca a todos, el grupo unido festejó cada uno de los triunfos, hubo buen juego ante Nigeria, Corea y Grecia, y ante México ganamos con susto, pero la subestimación hacia los alemanes que venían de convertirle cuatro goles a los ingleses, fue letal, un golpe duro. Maradona creyó que sólo pensando en el nivel de sus jugadores, la cosa estaba cocinada y lamentablemente se equivocó, como les pasó a Bielsa y a Pekerman, usamos muy mal un material excelente. Teníamos a los mejores jugadores del mundo, pero el equipo cayó en confusión por las idas y vueltas de Diego, al menos en el partido clave ante los alemanes.
      Les juro que tenía fe, como la tuve con Bielsa y Pekerman, pero ésta vez noté algo distinto, al nivel de los nombres dentro de la cancha se le sumaba alguien que sabe de momentos difíciles en un campo de juego. Diego es pícaro, siempre lo fue pensaba interiormente, se va a avivar, no se quedará. Pero nada de eso pasó en el encuentro ante Alemania, Diego se quedó y no reaccionó ante la macana que se había mandado de jugarle a los alemanes con cuatro centrales, estuvo a tiempo de cambiar pero por terquedad o soberbia, como le quieran llamar, murió con la suya y chau Mundial. Esas dudas nos dejaron fuera del evento que todos esperamos en el mundo cada cuatro años, esa falta de reacción nos mató, ahí es donde Diego se ensartó, subestimó a los alemanes, no preparó el juego en función del rival, no copó el medio campo, ahí nos superaron, ahí nos quedamos, ahí se demostró que no eran “Mascherano y diez más”, ahí nos quedamos sin Mundial.
En ese partido era casi obligatorio que alguien acompañara a “Masche” en el medio, Verón, Bolatti o Jonás eran las alternativas. Nos quedamos fuera sin Verón en la cancha, sin el mejor defensor del mundo, Walter Samuel, que no podía creer tanta injusticia, sin el goleador de la Champions, Diego Milito, que sólo entró unos minutos en algún partido de la primera fase. Cuesta digerirlo, asimilarlo. Desde que Argentina llegó a Sudáfrica, era candidato y si bien Maradona no es el único culpable, creyó en algo que no era suficiente para un partido ante un rival tan importante.
      Para un Mundial hay que tener dos o tres propuestas y todas las variantes necesarias: cuando no se puede por las bandas, hay que ir por el medio; si no sale por arriba, hay que ir por abajo, si no se puede con un nueve hay que probar con dos o con ninguno. Ese fue tu error, Diego, la falta de reacción, aceptar que fue un mal planteo que en noventa minutos se puede cambiar, pero no lo hiciste, por inexperiencia, soberbia o lo que sea, no cambiaste. Estos jugadores son indiscutibles, lo vuelvo a reiterar y Messi sigue siendo el mejor del mundo, aunque no lo fue en el Mundial. No pongo en dudas a los referentes, Verón era el líder máximo de la tarea antes de que comience el juego y cuando las papas quemaron no le permitieron que nos defienda y no vengamos ahora con que jugó mal y la historia de los ingleses, no jorobemos. No entendí a Maradona en el final, a pesar de mi admiración como jugador y como un genio iluminado, no te entendí, Diego y todavía me sigo preguntando por qué nos quedamos sin nada una vez más. Los mismos referentes, Heinze, Burdisso, Mascherano, Tévez, Demichellis o Samuel, no lo podían creer, ¿cómo fue que ante Alemania no era Verón el técnico dentro del campo de juego, en qué momento Maxi Rodríguez fue más que Jonás, porque Di María siendo tu preferido se enredó tanto que hasta debe haber peligrado el pase al Real Madrid, siendo un excelente jugador. ¿Verón es igual que Pastore?, me gustó Pastore pero éste no era el partido. Me llama la atención toda la confusión del técnico, siendo que en los otros choques había reaccionado muy bien y acertando casi todo. Fue una experiencia muy fuerte para él y para todos los que amamos el fútbol, somos exitistas y nos ponemos la camiseta.
      Ahora el pato lo pagamos todos los que creímos que con Maradona era posible, a pesar de haber renegado con él en las Eliminatorias. A pesar de que clasificamos rasguñando y sufrimos ante Perú y Uruguay, igual festejamos, incluso decidimos olvidar lo que nos dejó adentro en esa conferencia, preferimos archivar esa frase desubicada y desagradable y apoyamos, con dudas, el liderazgo del Diego de la gente. Nos pusimos de su lado, cuando nos mostró buen fútbol e intentó que sus jugadores trataran bien a la pelota y le mostraran al mundo las cualidades de los argentinos, pero todo eso estuvo ausente en el último encuentro que, en definitiva, será el que nos quede de recuerdo. Siempre nos acordamos de la imagen del final, la de Italia ’90 con ese penal que no fue; la de las piernas cortadas a Diego en EE.UU. con Bati y Cani llorando todo el tiempo; la del fracaso de Pasarella en Francia ’98, la frustración de Korea-Japón, quedándonos al margen en la primera ronda con el mejor equipo del mundo convocado por Bielsa; la desolación de Pekerman que había dejado en el banco a Messi frente a Alemania en el año 2006. Todo eso nos queda como frustración y los años sin alegrías se acumulan, duelen cada vez más, pero más duele por los millones de argentinos que renovaron su fe, creyendo que seguimos siendo los mejores, o será que ya no lo somos y ni siquiera merecemos soñar con un título del mundo, porque simplemente no estamos capacitados para lograrlo, que lástima Diego, que pena Argentina, otra vez estamos fuera de la final. Nos volvieron a cortar las piernas, hay un pueblo futbolero herido, que llora la derrota como un chico al que le quitaron una pelota. Por eso la noticia de la eliminación nos golpea como un balazo en el corazón, y todavía seguimos rogando que los cuatro goles de Alemania no sean verdad, pero la realidad nos dice que no es una pesadilla la que vivimos, todo es verdad y ya pasó. Ellos siguieron, nosotros nos volvimos a quedar en la puerta, que se nos cerró en la cara una vez más. No sé si habrá revancha, aunque el fútbol siempre te la da, si se que la humildad, el equilibrio y el trabajo en equipo nos llevará a aprovechar la enorme materia prima que tenemos. Diego Maradona o el que venga, deberá aprender a usarla de una vez por todas, no soportaría otra frustración más, aunque eso dije también hace cuatro años.       Por ahora sólo puede permitirme, lamentos y llantos. ¡Qué lástima Diego, qué pena, Argentina!       






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