Laura Barberis

      En realidad creo que nadie quiere gobernar en Jujuy el desmadre que nos supimos conseguir. Los que pueden llegar a ganar las elecciones del 2011, o sea Eduardo Fellner y Gerardo Morales, no manifiestan ningún entusiasmo por volver al pago chico a hacer patria. No se les nota -a cada uno con sus características, con sus matices- ni fervor ni pasión por venir a pelearla acá, y, obviamente, no me refiero a los escarceos de la campaña electoral, sino a las vicisitudes del después.
      Es que entre la falta de recursos; el desbarajuste administrativo del aparato estatal y su ineficiencia; la enormidad de empleados públicos; los paros; el poder de la organización y los vericuetos de las organizaciones; la anomia casi general del sector privado que siempre está esperando -reconozco que hay excepciones-; la profunda fragmentación y violencia de la sociedad local; el desinterés de técnicos e intelectuales por acercarse a la política y la indiferencia de la dirigencia por convocarlos -sino vea quiénes y qué hacen mayoritariamente los asesores en la Legislatura-; las diversas formas de delito y la inseguridad creciente, ítem en el que también incluyo todo aquello de lo que no se habla. A lo que hay que agregar este desesperanzado clima de diagnóstico en el que ejercemos todos desde hace años, a la espera de que alguien venga y conduzca una salida  providencial, ordenada y confortable. Estamos locos, es verdad. Es muy difícil.
      Igual todos queremos que alguien, alguno, le ponga el pecho al momento histórico y que Jujuy tenga una salida que no sea el Paso de Jama, Ud. me entiende.
      Puedo entender que, aparte de la enumeración anterior, con la que me quedo corta en realidad, Gerardo tenga la aprensión de perder cuándo se ha ganado en Buenos Aires las mejores perspectivas; aprensión que seguramente Fellner no tiene a la hora de considerar su candidatura. El tema es el querer. Las cosas del querer.
      Â¿Por qué no podemos pensar en otros candidatos? Y no hablo de delirios. No es que lo proponga a Néstor Groppa, a Mónica Pantoja, al Foquito Miranda, al Pila Rebollo o a Jorge Gronda, más allá de la admiración que siento por lo que hacen tan bien cada uno de ellos. Ni siquiera pienso en gente de la política que se alejó hace mucho de la dirigencia o de la militancia.
      Estamos tan locos, y acostumbrados, que sólo pensamos con resignación que van a ser candidatos los dos o tres que quieren y tienen gran fortuna (claro, plata) para sostener su pretensión o alguno designado a dedo por motivos bien concretos pero explicados vagamente.
      En este momento, por ejemplo, los nombres que ruedan si Morales y Fellner no se postulan, son, por la UCR, Mario Fiad, quien está transitando su primera gestión política en la Cámara Baja; y por el PJ, Jenefes, Segura, dicen que Rivarola  (el orden, nada que ver) y Barrionuevo, que se presentaría a la re elección. De Carlos Daniel Snopek no se sabe nada. Y Martiarena, José Luis que, representando a la aspiración presidencial del Alberto, también aspira.
      Aquí es donde yo digo qué nos pasa que ni siquiera se nos ocurre que puede haber otros. ¿Cuáles? Y más allá de mis gustos personales, trato de pararme en alguna lógica, en cierto criterio de realidad y mando tres posibilidades por partido; por ejemplo Alejandro Nieva, el Chuli Jorge, Jorge Rizzotti; Jorge Noceti, Sergio González, Agustín Perassi  (¿o acaso Fellner y él que pasaron las peores juntos no podrían acordar de nuevo?) y si el lector la piensa un poco, seguro que se le ocurren unos cuántos múltiplos de tres más.
      A ninguno de los nombrados se les puede discutir conocimiento del estado y capacidad de trabajo; se les podrá hacer doscientas críticas, pero sabemos, todos, que lo que hay es lo que hay en esta revulsiva comunidad en la que vivimos y que tenemos dirigentes, en ambos partidos, con más experiencia, más conocimiento, más sentido común que otros y, algunos, con verdaderas ganas. La gente común, o sea los miles de votantes ¿no podremos hacer algo que implique candidaturas más coherentes para el 2011?
      Reconozco -más allá de un montón de cosas que no vienen a cuento en esta nota- que tanto Fellner como Morales tienen mucho conocimiento del estado y capacidad de trabajo, pero si ninguno de los dos va de candidato, porqué los votantes no usamos nuestra voz primero. Hay muchas formas de hacerlo, haya internas o no, se pertenezca a alguno de los partidos o a ninguno. Creo que hay tiempo suficiente para, por lo menos, hacer tanto ruido en los medios alternativos que no tengan más remedio que escucharnos.