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Martín Miguel Güemes

La Batalla de Suipacha

      En este tiempo del Bicentenario de Mayo (2010), rumbo al Bicentenario Federal y Continental (2016), evocar los 200 años de la Batalla de Suipacha, es parte imprescindible del reconocimiento al sacrificio del norte argentino y del sur boliviano, en la gesta imperecedera de la libertad e independencia continental.
      En Suipacha (7 de noviembre de 1810), por primera vez las caballerías gauchas de Tupiza, Tarija, Salta y Jujuy, demostraron al ejército realista, al absolutismo español, que la tierra en armas era letal para su dominio colonial.
      Durante mucho tiempo, mediante el ejercicio del despotismo turco en la historia argentina (según definió Juan Bautista Alberdi, en su libro: "Grandes y pequeños hombres del Plata"), la historiografía regional del Río de la Plata ignoró el papel protagónico que le cupo en la primera victoria de las armas de la Patria, al capitán Martín Miguel de Güemes y a las fuerzas gauchas convergentes desde Tupiza, Tarija, Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero.
      Durante años, los historiadores académicos y sus epígonos, consideraron a Suipacha como un tema tabú, para encubrir el descuartizamiento de las Provincias Unidas de Suramérica. El dr. Luis Güemes, en su obra: Güemes Documentado (Tomo I, Capítulo 10: Güemes en las acciones de Cotagaita y Suipacha, Págs. 221/222), afirma: “ (…) Al componer este capítulo, escalón necesario entre los que forman nuestra obra, hemos tenido principalmente en mira tres objetivos, a saber: primero, proporcionar, con la frustración de ‘Suipacha’, otro ejemplo más, en apoyo de nuestra manera de encarar la historia, de que damos razón en ‘Apuntaciones’, o sea, que no debe prescindirse en ella de tomar en cuenta los hechos negativos; segundo, desvelizar ante las generaciones venideras cómo y quién o quiénes obtuvieron esa victoria, noticia que ha sido escondida de propósito a la admiración de los pueblos, tanto en papeles, cuanto en ‘historierías’ (neologismo inventado por nosotros), sin átomo de duda, para evitar que el modelo que los triunfantes habían dado, atrajese prosélitos; y, tercero, demostrar a verdad sabida y buena fe guardada, que para el llamado Gobierno de Mayo, la derrota de sus oponentes, el 7 de Noviembre, trajo apareados desconcierto y alarma, tras lo cual ‘Suipacha’, en la realidad de las cosas, pasó a ser y sigue siendo, tema histórico tabú”.
Güemes fue borrado del parte de batalla (por el jacobino Castelli), y de la historia oficial (por el liberal Mitre), para encubrir la incapacidad de los prohombres del poder cosmopolita, portuario, centralista, para lograr desalojar definitivamente al poder español del Alto Perú. En aras de un mentado pacifismo (que se materializó en el Pacto de Laja  después de la victoria de Suipacha - demora criminalísima al decir del Capitán Güemes), perdíamos diplomáticamente lo que habíamos ganado por el ejercicio de las armas. Su consecuencia fue la derrota de Huaqui (20.06.1811), y el abandono del Alto Perú.
      Al igual que al gaucho Martín Fierro, poema épico nacional escrito por José Hernández, a partir de esta derrota Güemes es enviado a la frontera norte. Límite inexistente en 1810, nacido del pacto Olañeta - Fernández Cornejo (indigno armisticio, al decir de San Martín). Este pacto espurio es posible después del asesinato del caudillo de la Guerra Gaucha. Este tratado de paz, fue firmado en agosto de 1821. Al general San Martín le complicó la situación en el Perú de tal manera, que tuvo que renunciar en Guayaquil al mando del Ejército de los Andes, y dejar la tarea de concluir la guerra continental, al general Simón Bolívar.
      La Frontera Norte, actual confín de nuestro país, es una zoncera mayor (al decir de Arturo Jauretche), concretada por una mentalidad alimentada por el permanente olvido de nuestra América Profunda. De esta forma, al igual que Güemes, el pueblo norteño fue borrado del parte de la historia, recluido a un ámbito geográfico menor, y empobrecido por tratar a este espacio regional como al patio trasero del país. Desde entonces, su pueblo reclama un fondo de reparación histórica para la región.
      â€œ(…) Nuestras masas ‘ignaras’, a las que nos honramos en pertenecer, son tildadas de incursas en ‘subdesarrollo’ ¡Capciosa mentira! Nuestras masas, tan arteramente vilipendiadas, aunque exentas de culpa, yacen inmersas en ‘soterramiento’… Por años venimos practicando la autopsia del cadáver de la Patria Grande y en esas sagradas vísceras, hemos encontrado en abundancia cianuro: son los hechos negativos, y, uno de ellos, es el desaprovechamiento de la victoria de Suipacha. Un vasto país, independiente y soberano, con los límites del antiguo Virreinato era algo que no debía llegar a ser, que resultaba intolerable que fuese, y que no fue… los humildes uruguayos, paraguayos, alto peruanos y argentinos, constituimos resabios de ese vasto país que se frustró… El estudio detenido de las acciones bélicas de Cotagaita y de Suipacha y su malhadado desaprovechamiento, ilumina auroralmente el proceso posterior que le tocó en suerte a nuestro país y a todos los demás desprendidos del antiguo Virreinato del Río de la Plata”. (Obra Citada Luis Güemes)
      En paralelo, como paradigma de la desintegración continental, al otro conductor popular de nuestra independencia, al gran caudillo oriental Don José Gervasio Artigas, le ocurría lo mismo. “(…) Suipacha tenía ya una hermana; el triunfo coronaba las armas revolucionarias en los dos extremos más lejanos del dilatado Virreinato". (Artigas, Montevideo, 1915, Pág. 158/59, Carlos María Ramírez).
Este juicio histórico, reverencia la victoria de Artigas, en Las Piedras, en 1811. Causalmente, el parte suscripto por el heroico jefe de la Banda Oriental, fue publicado en La Gaceta de Buenos Aires, el 13 de Junio de 1811; pero suprimiendo ¡cosa deducible, por los intereses en juego! "el párrafo final que demostraba que el mérito de la victoria se había debido en su mayor parte al gauchaje oriental, cuyas únicas armas eran "palos con cuchillos enastados". “(…) Análoga supresión se hizo en La Gaceta con respecto a Güemes en relación con su accionar en 1810." (Dice el dr. Luis Güemes).
La batalla de Suipacha es el punto central para comprender históricamente, la posibilidad de las milicias gauchas de ocupar el Alto Perú (actual Bolivia), por el ejército Güemesiano, en 1821 (en cumplimiento de la misión sanmartiniana).
      El combate de Las Piedras, el de las montoneras artiguistas de desalojar de realistas y lusitanos la Banda Oriental (actual Uruguay). Hechos que se hubieran producido, de no mediar los permanentes obstáculos opuestos a su realización, por el poder portuario y la miopía geopolítica de los pudientes de nuestra tierra.
      En el caso de las milicias gauchas güemesianas, la posibilidad cierta de cumplir con creces el Plan Sanmartiniano, se enmarcaba en el apoyo decidido de los guerrilleros alto peruanos al conductor de la tierra en armas.
      Ambos caudillos, el norteño y el oriental, Artigas y Güemes, auguraron con estas victorias, Suipacha y Las Piedras, el reconocimiento popular de lo nacional, que emponchaba la esperanza de la raza mestiza. Base fundamental de nuestro pensamiento telúrico, y de nuestra proyección geocultural.
      Es de recordar que en el Himno Nacional Suramericano (1813) creado por Vicente López y Planes, figuran Suipacha, ambas Piedras, Tucumán y Salta, como victorias trascendentes de las armas de la Revolución de Mayo (de los dos Mayos, el de Chuquisaca de1809 y el de Buenos Aires de 1810). Esto sin dejar de mencionar, San José y San Lorenzo.
      Después de quince años de batallar, como un símbolo imperecedero de esa lucha, el último combate por la independencia (que no fue Ayacucho), se libraría en el mismo marco geográfico que abarcaba la jurisdicción de la Intendencia de Potosí (centro argentífero del poder español). Nos referimos a Tumusla (1/04/1825), cercana a Suipacha (ubicada a 120 Km.), batalla en la cual fuera derrotado y muerto, el brigadier General Pedro Antonio de Olañeta; obstinado realista, relacionado con intereses económicos del norte argentino, que fuera el último virrey del Río de la Plata (aunque nunca llegó a conocerlo y asumir el mandato real).
      Había dicho Bolívar el 7 de febrero (1825) al gobierno de Colombia: “Yo no pretendería marchar al Alto Perú, si los intereses que allí se ventilan no fuesen de una alta magnitud. El Potosí es en el día el eje de una inmensa esfera. Toda la América meridional tiene una parte de su suerte comprometida en aquel territorio, que puede venir a ser la hoguera que encienda nuevamente la guerra y la anarquía.”. (Ayacucho en Buenos Aires y prevaricación de Rivadavia, de Gabriel René Moreno).
      En el mes de marzo continuó la lenta retirada de los colombianos y hasta abril (1824) no fue otro el plan de Bolívar, que el de abandonar el Perú y dejar a Bolivia a su destino. (La pequeña gran Logia que independizó a Bolivia, Marcos Beltrán Ávila). Bolívar comprendió en 1824, que Potosí era “tabú”. En el girar de la “inmensa esfera” radicó en verdad la causa de las causas de la crucifixión de Güemes, a los 36 años de su edad, expresa Luis Güemes. Es pertinente recordar que en 1711 se publicó en Londres un sugestivo folleto titulado: “Una propuesta para humillar a España”, cuyo autor se ocultaba detrás de esta curiosa frase: “Escrita en 1711 en Gran Bretaña por una persona de distinción”. El Dr. Horacio Zorraquín Becú considera con toda razón que el panfleto en cuestión “constituye el primero y más sorprendente anticipo de la política rioplatense de Inglaterra”. Y continúa “El trabajo que comentamos señala la necesidad de separar la estructura minera del Alto Perú y de Chile de la zona de praderas de Buenos Aires de la cual provenía la carne vacuna necesaria para nutrir la fuerza humana que realizaba –y sigue realizando- la durísima tarea del laboreo de los yacimientos minerales. Se indica también que es imprescindible separar la zona donde se cultiva la yerba mate del Paraguay, para impedir que la infusión de esa yerba fuera el elemento depurador para el organismo de los mineros lleno de las impurezas que absorbía continuamente en las entrañas de la tierra. Sin carne vacuna y sin yerba mate la minería del Alto Perú y de Chile sufriría un duro revés por la falta de salud y de resistencia en los hombres que deben trabajarla”.(Los Tratados de paz por la Guerra de las Malvina” , de Julio C. González).
      â€œ(...) En 1824 con la batalla de Ayacucho terminó la presencia española en América. Meses más tarde, el 2 de febrero de 1825, con el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y las Provincias Unidas, quedó instrumentada -con todo rigor jurídico- la transferencia de nuestra conducción económica a favor del gobierno británico y de los intereses comerciales y financieros con domicilio en ese país. El Tratado se firmó en Buenos Aires primero y en el tiempo increíble de apenas cuatro meses les fue impuesto a los gobiernos de Chile, de Perú, de la Gran Colombia (integrada por Colombia y Venezuela unidas) y al de México. El Tratado Anglo-Argentino del 2 de febrero de 1825 estipula privilegios a Gran Bretaña y a los súbditos británicos. También privilegia la actividad marítima económica de ese país y de empresas de la misma nacionalidad”. (Ídem, Julio C. González).
      â€œ(...) Inglaterra será el taller del mundo, y la América del Sur, su granja.”. (George Canning, 1825).
      Es oportuno remarcar que la vanguardia del Ejército Güemesiano al mando del coronel José Miguel Lanza, oriundo del Alto Perú, inició su avance en diciembre de l820. Porta precisas instrucciones de Güemes de cómo comportarse política y militarmente en los territorios a ocupar. Dicha vanguardia combatió hasta la victoria final al mando de San Martín y Bolívar. El grueso del ejército de milicias-gauchas no pudo continuar este avance, consecuentemente ocupar el Potosí. Un complot regional contra el Jefe del Ejército de Observación sobre el Alto Perú, coronel mayor Martín Miguel de Güemes (designado por los oficiales del ejército de los Andes, y por San Martín, en l820), se levanta en las provincias del Norte con ramificaciones en el Alto Perú, y culmina con su asesinato en Salta, en junio de l821.
      Â¿Qué hubiera ocurrido de ocupar Güemes el Potosí, como lo hiciera después de Suipacha? Es de pensar que el equilibrio de poder entre Buenos Aires y Lima, pasaba a encontrar su balanza, a partir del ombligo del mundo (Cuzco, ciudad propuesta por Güemes, como capital del estado suramericano, en 1816). Desde la lógica del poder regional, Salta y el Alto Perú se convertían con su accionar en el eje de una nueva esfera continental, con consecuencias mundiales.
      Por ello, como integrantes del movimiento nacional y popular, nacido al calor de las cargas de las caballerías gauchas, incitamos a la ciudadanía argentina y suramericana, a recordar y proyectar continentalmente, este triunfo augural de la Patria Grande.¡Suipacha!
      Con respecto a la actuación del entonces Capitán Martín Güemes, dice Frías, lo siguiente: “(…) Fue en aquella época general opinión entre los pueblos del norte, y verdad afirmada por los contemporáneos y escritores, de haber sido Güemes quien organizó y dirigió la batalla, atribuyéndole por esto los laureles de la victoria"; y hasta el Cabildo de Salta, ocho años más tarde, en comunicación al gobierno nacional,  reconocía a Güemes el protagonismo fundamental para el logro del triunfo.
      Transcribimos parte de lo expresado por el Cabildo de Salta, en 1818, en oficio al Director Supremo, donde la corporación civil elogió al entonces gobernador salteño, así:
“(…) Esta corporación es un testigo fiel de los infatigables esfuerzos del Señor Coronel en sostener, como pundonoroso militar, la santa causa de la libertad. Ellos disfrutan de la luz pública, por cuyo majestuoso conducto Sudamérica los ha difundido a las naciones remotas de ultramar desde la memorable acción de Suipacha en que con intrepidez hacia los tiranos, se cubrió de gloria en tan plausible victoria, ya se advirtió en él un valor capaz de arrostrar los peligros complotados…". (Archivo General de la Nación, Legajo Cabildo de Salta, año 1818).
      El marco histórico y cronológico de esta afirmación, delata el triunfo de la Batalla del Valle de Lerma, librada por las milicias gauchas en 1817, donde el pueblo salto-jujeño-tarijeño se cubrió de gloria, derrotando la invasión más poderosa que se desatara sobre el territorio de la Intendencia de Salta (6.600 hombres al mando del brigadier general José de la Serna). Esta victoria popular, basada en una táctica impecable e implacable, permitió el cruce de los Andes y la liberación de la hermana república de Chile.
      Por tanto, evocar la Batalla de Suipacha, es honrar a nuestro héroe nacional y mártir suramericano general Martín Miguel de Güemes, y a sus gauchos, auténticos soldados de Mayo.
Nos permitimos traer a la memoria, la nómina de los caídos, heridos e inválidos en Cotagaita y Suipacha. Para eterna devoción de las generaciones del porvenir.
(…) Damos a continuación los nombres que hemos alcanzado a conocer de las victimas habidas en Cotagaita y en Suipacha (muertos e inválidos), soldados y milicianos.
Muertos:
Eduardo Gaona: alférez del Regimiento de Milicias de Salta (Suipacha).
Melchor Bonelo: cabo primero del Regimiento de Infantería nº 3 (Suipacha).
Basilio Iñiguez: soldado del Regimiento de Milicias de Tarija (Suipacha).
Heridos e inválidos:
Manuel Alvarez: alférez del Regimiento de Milicias de Tarija (Suipacha).
Nicolás Correa: de la 5º de Morenos (Suipacha).
Juan Carlos Esquivel: del Regimiento Real de Artillería Volante.
Juan Islas: natural de Salta, en el Regimiento de Caballería de Línea.
Félix Vari: 4º de Pardos (Suipacha)
Juan José Velarde: 5º de Morenos (Suipacha)
Martín Mena: fue con Nieto en la Artillería de la Unión. Herido se dispersó en Suipacha por lo que no pudo seguir con el Ejército Auxiliar y pasó a Salta. (La partida de observación de Güemes en Humahuaca se integró con los expulsos de Nieto ¿Fue Mena de esa partida?)
Ramón Parejas: soldado de Artillería de la Patria. Fue con Nieto, se desertó, se presentó en Tucumán al auxiliador, incorporándose a Roque José de Tollo y bajo sus órdenes asistió a los combates de Cotagaita y Suipacha y salió herido en este último.
Miguel Toledo: soldado del Regimiento de Dragones ligeros del Perú. (Invalido en Suipacha).
Leandro Pacheco: de Tarija (inválido en Suipacha).
Miguel Cristóbal: soldado del Regimiento de Dragones. (Invalido Tupiza y Suipacha).
Manuel Xaramillo: soldado del Regimiento Provincial de Caballería de Tarija (perdió el brazo en Cotagaita). (Güemes Documentado, Tomo I, Luis Güemes).

      Esta lista no es exhaustiva, pues seguramente muchos paisanos del lugar, ignorados en las listas oficiales, dejaron su vida por defender nuestra Patria Grande. “(…) Como la acción no fue reñida, pues no duró más de una hora, el ejército de la patria apenas tuvo doce heridos y tres muertos, y el del Rey alcanzó a cuarenta muertos en el campo de batalla, sin contarse los que perecieron en la fuga, y ciento cincuenta heridos."
(Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina, Tomo II, Pág. 86/87, Bernardo Frías).

      Por ello, es de estricta justicia en el Bicentenario de la Batalla de Suipacha, que los argentinos rindan homenaje a estos héroes, colocando una placa en la Iglesia del lugar, recordando a quienes yacen en una urna colocada en ese edificio consagrado a la fe.
En vista de lo expuesto, solicitamos a los legisladores nacionales, se declare el 7 de Noviembre, el Día de la Integración Regional de la Patria Vieja.






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