Transmutaciones de la tierra natal
Siempre lo indecible,
algún fragmento desvanecido en la recurrente traición de la memoria
pactos y transgresiones, panegÃricos, temblores
y el convencimiento de no encontrarme en ninguna parte,
pero también el murmullo de los esplendentes paisajes:
el cielo de la Puna tan próximo al universo
o tantos destellos entre los variados horizontes
instalados ya en el largo tren de la ausencia.
No podÃa partir y partÃa todo el tiempo
tras los signos borrosos de un hogar en la montaña
tras la clave perdida de mi propia identidad
buscando de paso los valles tropicales de mi infancia,
el imposible retorno de imágenes fugitivas
el letargo y el treno de la Quebrada
como un puñal incrustado en la espalda de un dios doliente.
Generaciones enteras de mi sangre dejaron sus huesos por estas tierras,
Pero yo, más liviano que la brizna de una espiga perenne,
Quise acariciar el mundo con mis manos.
¿Quién se atreverá a negarme el estatuto de los nómades,
/las rutas sedientas, la cabalgata en el desierto de la época
Algunos venÃan a residir entre nosotros
mientras yo andaba un poco perdido
entre las malezas de una historia desenfrenada.
Siempre lo indecible:
el balbuceo frenético dispuesto a alcanzar la Ãntima realidad de mis sueños,
las vÃsceras tiradas al sol
para adivinar un porvenir y un destino.
Nunca pude partir lo suficiente.
La tierra natal se encontraba adherida a mi respiración jadeante
y yo, más aturdido que un pobre pastor sin su rebaño,
recién lo supe al desplegar las alas del reencuentro,
al atisbar el recatado, cómplice, saludo de la muerte que me espera
el final del cÃrculo, los poemas inconclusos
la obstinada celebración del origen.
Miguel Espejo, en Letras en Jujuy. AntologÃa siglo XX.
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