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Martín Güemes

Urtubey ¿el Kennedy argentino?

La situación provincial

     Las pasadas elecciones salteñas, trajeron un cambio político en nuestra provincia. El voto electrónico utilizado por un amplio sector de la ciudadanía, fue un símbolo concreto de este avance institucional. El pueblo se manifestó contrario a volver al pasado. Al fraude de los aparatos electorales. Con la contundente victoria obtenida, Urtubey dejó atrás a la vieja política. Sus representantes más conspicuos, quedaron convertidos en estatuas de sal.
     Los grandes derrotados fueron: Juan Carlos Romero y su diario (que a pesar de sus continuas denuncias, cayó en el descrédito visto los resultados electorales), Olmedo y sus epígonos conservadores (enterrados con sus propuestas anacrónicas, fariseas), el radicalismo salteño (que no logra construir consenso y comunicación partidaria), las izquierdas locales (que se quejan de la sociología conservadora del salteño, sin encontrar su propio electorado progresista), y un convidado insólito: el partido Justicialista, cuyos representantes electorales a la legislatura provincial, resultaron vencidos en la Capital salteña por el partido Conservador Popular, que avanza sobre la diáspora Romerista y Renovadora. Apuntando también, que esta derrota justicialista fue a pesar del triunfo de Miguel Issa (reelegido intendente), y del alto porcentaje electoral obtenido por Juan Manuel Urtubey (reelecto gobernador). Este llamativo resultado, abre interrogantes con vistas a las próximas elecciones legislativas (2013). ¿Podrá el partido Justicialista, más allá de internas abiertas, convocar a una verdadera renovación dirigencial? ¿Convocará sin nepotismos, a la juventud capitalina? ¿Llamará a los peronistas alejados de sus filas? Este desafío merece una respuesta.
     Con respecto al partido de la Victoria y al Frente Grande,  en la Capital tampoco les fue bien. Lo que implica, que más allá de representar ambos al kirchnerismo, no logran hacer pie en el electorado capitalino. Sí en el interior, donde logran mejores resultados. Allí, sus raíces peronistas suman votos. Es un llamado de atención, del espíritu de la tierra.
     El liderazgo indubitable que ejerce a partir de ahora, el gobernador y presidente del partido Justicialista, conductor de un frente amplio (que su presencia contiene y motoriza), es la llave para lograr cambios sustanciales con vistas al futuro del partido nacido de la originalidad y el talento de su fundador Juan Domingo Perón. La vuelta a su doctrina, humanista y cristiana, a los valores nacionales y populares, a su conciencia histórica libertaria e independentista, es la clave de bóveda de su posible resurgimiento provincial. La construcción de un modelo salteño, para equilibrar las cargas norteñas en relación al cosmopolitismo portuario. Que ejerce también un feudalismo partidario.

La situación nacional
     Las definiciones vertidas por el gobernador Juan Manuel Urtubey, ante las cámaras y micrófonos porteños, marcan una tendencia clara en el posicionamiento nacional del gobernante salteño. La contundente victoria electoral, es la red que le ha permitido verter contundentes definiciones de cara al porvenir electoral. Sea Octubre o el 2015. Leamos las principales, de estas afirmaciones:
(…) No soy kichnerista, soy peronista (en alguna entrevista, dijo: justicialista).
(…) Los salteños eligieron un gobernador y no un delegado del gobierno nacional.
(…) Moyano es un piantavotos.
     Esta contundente toma de posición, irrita a los círculos progresistas del gobierno nacional, y a los sectores retardatarios sindicales que en juego de pinzas no permiten el surgimiento de una generación crítica, que lucha por ocupar lugares expectantes en el poder nacional, provincial y municipal. Generación que, por lógica, está encaminada a reemplazar a la actual generación setentista, sea esta política o sindical. Que con su debe y haber, en el pasado y en el presente, está cumpliendo su etapa. La rémora de sus actitudes ideológicas, de sus dicotomías anacrónicas, de sus negocios actuales, los envuelve en una conducta paranoica que les impide ver las posibilidades de la concordia. Que implica superación de intereses sectoriales. Los más jóvenes les muerden los talones, y lanzan su aliento en la nuca de quienes se niegan a ver esta realidad política. Es curioso que el kirchnerismo que alienta La Cámpora, es decir, a los jóvenes amigos del poder, se moleste con los jóvenes que cabalgan al costado del poder. Por caso, el gobernador salteño. Quien sabiéndolo o no, es un discípulo aventajado del Perón de la Vuelta (Hernandiano, pá más datos). Aquel que expresó en medio de una tremenda lucha fratricida, que para un argentino, no debe haber nada mejor que otro argentino.
     Urtubey educado en una familia conservadora, nacionalista, peronista, de allí su nombre: Juan Manuel (evocativo de Rosas), ambientado en los anhelos de la nueva generación política, sabe intuitivamente que debe construir un puente entre el pasado y el presente, para caminar hacia el futuro. Conoce por pertenencia epocal, que la nueva generación política desea participar en la construcción del orden y la paz, con justicia.

Vidas paralelas
     Volvamos a la pregunta inicial ¿en qué se parecen Kennedy y Urtubey? Dejemos de lado, el contexto histórico (la guerra fría), la diferencia esencial entre un país desarrollado y uno subdesarrollado, el antagonismo ancestral que nos separa (producto de intereses confrontados), también por la mutua ignorancia sobre nuestras evoluciones e involuciones nacionales. Más allá de estas diferencias, algunos acontecimientos contemporáneos nos colocan frente a un espejo con imágenes paralelas, condicionadas por la luz que emana de cada realidad social.
     Es interesante recordar, la confrontación entre los Kennedy y el dirigente camionero Jimmy Hoffa, ambos muertos trágicamente. Asesinados por la Mafia. En el caso de Kennedy por enfrentarla, y en el de Hoffa por acercarse peligrosamente a su influencia. La confrontación entre el político y el sindicalista, marcó la vida de los norteamericanos en la década del 60, en el Siglo XX. Kennedy quiso ponerle límites al poder discrecional del camionero, a la alianza espuria con los poderes ocultos, murió en el intento. Hoffa por desencuentros mafiosos, desapareció. Hasta hoy no se ha encontrado su cadáver. Se cree que fue cremado. La mafia siguió actuando después de la muerte de ambos. Sus negocios fueron cambiando, como podemos verlo en la película El Padrino. Del alcohol a la droga.
Urtubey le marcó la cancha a Moyano, lo puso de cara a su debilidad sustancial: lo electoral. Expresó Urtubey con valentía política, lo que la clase media siente ante el avance sindical desaforado. No fue una actitud gorila, como expresó Piumato (curiosamente dirigente de los judiciales, que son trabajadores de clase media fundamentalmente). Simplemente, Urtubey puso límites. Aconsejó acotar el avance sectorial sobre las instituciones. Tal como pretendieron los Kennedy en Estados Unidos.
     La respuesta familiar no se hizo esperar (a pesar de que Moyano aconsejó no contestar), fue su hijo Facundo Moyano (dirigente de los trabajadores del peaje) quien expresó crudamente: pasada la euforia electoral, Urtubey se va arrepentir del error cometido. Kennedy y Hoffa se conmovieron en sus tumbas. La violencia verbal, acarrea tempestades. El pueblo salteño y argentino, está cansado de tantos aguaceros devenidos en inundaciones. Por ello, escucha y guarda prudente silencio. A la hora de las urnas, sabrá qué no quiere y por quién votar. La nueva situación, permite avanzar en la reconstrucción nacional, que implica: democracia y república.      






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