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Premio de Naciones Unidas a un jujeño excepcional
Entrevista a Jorge Gronda

      Jorge Gronda del CEGIN fue distinguido recientemente en Nueva York por las Naciones Unidas con el Premio Mundial Empresarial y de Desarrollo 2008, que es otorgado conjuntamente por la Cámara de Comercio Internacional (CCI), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Foro Internacional de Líderes Empresariales (FILE) a las diez compañías seleccionadas en todo el mundo por su contribución a los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

-Esta distinción a un empresario jujeño de la salud resulta extraordinaria. ¿Cuáles fueron las razones por las que te premiaron?
-Creo que el premio se debe a que nuestra organización se enfoca de manera integral en la mujer. Las personas que idearon las ODM lo hicieron pensando que lograr la igualdad entre los géneros será la mejor manera de impulsar el desarrollo de la humanidad.  Que algunas sociedades como las de los países nórdicos lograran que la mitad de su población, representada por personas de sexo femenino, se inserte en el mundo del trabajo, la innovación, la política, les permitió alcanzar el nivel de desarrollo que tienen actualmente. En contraposición, sociedades machistas y autoritarias como la latinoamericana en general y la jujeña en particular, siguen sumergidas en el subdesarrollo y la pobreza. Como nuestra organización se dedica al cuidado de la mujer, especialmente la mujer excluida, ayudándola a que mediante el cuidado de su salud se integre en la sociedad, y hace esto aplicando la lógica empresaria, el jurado designado por los tres organismos internacionales consideró que es un modelo sustentable que contribuye con los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

-¿Cómo fuiste postulado?
-Me enteré de las metas del milenio hace cuatro años, cuando tuve la oportunidad de escucharlo a Lula, hablando de esto con tanto coraje, pasión y transparencia, que empecé a averiguar qué era. Y me di cuenta de que había una sintonía entre esas metas y lo que nosotros hacemos y pensamos. Yo lo tomé porque esto es de la humanidad, no le pedí permiso a nadie, era la ilusión de ver si podía ayudar para lograr esas metas. Pasó el tiempo, yo seguí trabajando; nunca tuve apoyo ni relación con las Naciones Unidas. Hace seis meses salió esta propuesta de ellos, pensando en que el estado no alcanza y que hacen falta instituciones que no sean estatales que estén trabajando por las metas del milenio. Alguien en EE.UU. que sabía lo que yo hacía, se enteró de todo esto y me presentó.

-¿Qué son los Objetivos de Desarrollo del Milenio?
-Según la ONU, es el programa más ambicioso que pudo imaginar la humanidad para vencer a la pobreza y conformar un mundo más justo. Los ODM son promovidos por líderes de la talla de Nelson Mandela, Kofi Annan y Lula Da Silva, y consisten en ocho puntos: Erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna: combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medioambiente; fomentar una asociación mundial para el desarrollo. El propósito es que en el 2.015 se hayan logrado importantes avances en estos puntos. Creo que es bueno que la ONU abra el juego para que organizaciones de la sociedad civil aporten a las ODM, ya que los gobiernos, actuando a través de sus aparatos burocráticos, a veces se distancian mucho de los excluidos y sus necesidades.

-¿Quiénes estaban en Nueva York, aparte de los otros premiados?
-El evento se hizo dentro de la cumbre, de la Asamblea de la ONU. Había un día en que hablaban sobre la mortalidad materna. Y en esa ocasión pude estar con la presidenta de Chile. En el momento en que nos dieron el premio estaba el secretario de la ONU, la reina de Jordania y el presidente de Senegal. Es una distinción honorífica, el premio no implica dinero ni otro tipo de cosas. Más allá de que es un “masaje” a mi ego, me llena de mucha responsabilidad. Porque en el mundo hay 1000 millones de personas que se mueren de hambre.

-¿Qué tipos de empresas había también allí?
-La verdad  es que la nuestra era muy pequeña en comparación. Había una de la India que hacía educación tenía 20 millones de clientes, chicos jovencitos, a los que educaba a través del celular y les cobraba un centavo a cada uno. Una cosa que quedó muy clara fue cuál es la relación que todos tenemos con nuestros propios estados. Esa fue una pregunta que hizo el secretario y todos pusimos la misma cara de pesimismo, a pesar de que queremos trabajar con el estado.  

-¿Te contactó el gobierno nacional, oficialmente?
-No institucionalmente, sí, me mandó una carta el jefe de asesores de la ministra Ocaña. Y creo, no por mí, que era algo importante. A nivel personal no me importa. A nivel local, tal vez no se enteraron. Yo estoy dispuesto a ofrecerme para trabajar, para que el estado lo adopte, ya que el sistema funciona. El sistema no es mío, es de las mujeres campesinas, de las mujeres pobres. No quiero competir con el estado ni con nadie.

-¿El Sistema SER de salud que creaste no tiene subsidios de ningún tipo? ¿Cómo se sostiene?
-Es un sistema totalmente autosustentable, gracias a que aprendimos que las mujeres excluidas están dispuestas a pagar un precio justo por un buen servicio. El hecho de pagar les da el poder de criticar y de exigir, cosas que no pueden hacer contra el sistema público, ya que éste, al ser o parecer "gratuito", les quita ese poder. Al no poder quejarse se convierten en una masa invisible que no molesta, por lo cual los políticos no tienen por qué preocuparse, dado que si no se quejan, es como si no existieran. En nuestro sistema, en cambio, al pagar exigen y asumen una actitud de mayor dignidad y autorrespeto. Es un sistema de salud muy sencillo. Encontramos que el 50% de la población, las mujeres, no tenían obra social, que no tenían quién las atendiera aparte del hospital público. Les propusimos un sistema que cuesta $10 por año, que en realidad es la tarjeta que la identifica y les da una pertenencia. Con eso tienen acceso a consultas de $15, así logramos que fueran nuestras socias y se den cuenta de que con muy poco dinero pueden tener una atención como la de una paciente clase media o media alta. Y con la misma estética. Nada más que eso. Trabajamos  de las 8 de la mañana a las 22 hs. Nadie hace la espera para un turno.

-¿Por qué pensás que las pacientes eligen SER si existen los hospitales públicos que las atienden gratuitamente?
-Tanto para nuestras socias como para nosotros mismos, en el Sistema SER lo que está en juego son valores más importantes que el dinero. Está en juego es el respeto y la dignidad humana.
Creo que el concepto de gratuidad del hospital público es una falacia, ya que el costo de ese hospital y su ineficiencia la paga toda la sociedad, incluidas las mujeres pobres. Una mujer campesina me dio una lección cuando me dijo que a ella le salía más caro atenderse en el hospital público que en el Sistema SER, porque para que la atendieran en el hospital tiene que venir a Jujuy 5 días, pagar el costo de una pensión y la comida, aunque nunca conseguía turno. En cambio en el Sistema SER llegaba a la mañana, se hacía los estudios necesarios, y a la noche estaba de regreso en su casa, para cuidar a sus ovejas.

-¿Cómo ves lo que está ocurriendo en el mundo?
-La brecha entre ricos y pobres cada vez se profundiza más. Indudablemente esto trae aparejado un proceso de migraciones desde los países pobres hacia los ricos, generando tensiones y el resurgimiento de regímenes racistas que tanto daño y muertes costó al género humano. Si no se producen nuevas formas de pensar y se proponen soluciones innovadoras, caeremos en los viejos vicios tan propios de los humanos, como el nacionalismo, fascismo, nazismo. Las ODM tendrían que ser la bandera de todas las mujeres y hombres bien nacidos que habitan la tierra. Creo que en Latinoamérica necesitamos más presidentes como Lula. Es verdad que las metas son una utopía, pero nos acercaríamos. Escucharlo a Lula y comprometerse con eso es mucho. Deja de lado todos los otros problemas políticos para preocuparse por la gente, asume la responsabilidad. Y eso tiene que ver con liderazgo y visión, que es lo que nos falta.

-¿Podemos tener esperanzas en el sistema de salud pública compuesto por puestos de salud, hospitales, programas como el Nacer, etc.?
-Creo que los sistemas de salud están en crisis, por lo tanto habrá que repensarlos. La realidad es que el sistema, tal como está planteado, no funciona. Hay que explorar nuevos caminos preguntando a la gente qué es lo que quiere y no dejar que los planes de salud los elaboren un grupo de iluminados, que lo que menos les interesa es la salud de los pobres. Actualmente, el único de sistema de salud que existe es, en realidad, un sistema financiero y de intermediación. Obras sociales prepagas donde el fin último no es la salud de su gente sino el rédito económico. Es imperioso pensar un sistema donde el fin sea la salud y bienestar de la población.

-¿Qué habría que hacer para que esto mejore?
-Sentar a todas las partes de la sociedad, sobre todo a los ciudadanos que utilizan los sistemas, y repensar todo de nuevo. Creo que la transparencia y el acceso a la información son herramientas de mucha utilidad. La pregunta es ¿estamos dispuestos a hacerlo? ¿Estamos dispuestos a hablar en serio de los "pobres"? ¿O seguiremos buscándolos solamente cuando necesitemos que compren nuestros productos o voten los candidatos que proponemos?

-Mientras tanto, ¿cómo se puede hacer para que el Sistema SER llegue a más mujeres?
-Estamos trabajando con organizaciones locales, nacionales e internacionales para buscar los caminos más aptos para darle escala al prototipo. Puede ser mediante un sistema de franquicia o alianzas. En el ámbito local nuestro objetivo para los próximos dos años es llegar a 60.000 socias, para lo cual utilizaremos los medios que nos ofrece el marketing profesional.
 
-Un oyente opina que el discurso de muchos políticos es a favor de los pobres pero que a la hora de trabajar y tomar decisiones se pasan del otro lado, del lado de la burguesía.
-A mí me pasa que soy un anarco-liberal y eso me da muchas ventajas. Siento que estoy en el buen camino y sabés por qué, porque mis amigos de la izquierda me dicen que soy un cerdo capitalista porque les cobro a los pobres y mis amigos de la derecha no entienden que el lucro lo haya puesto como un medio y no como un fin. Y que no me entiendan ninguno de los dos me parece que es muy bueno. Voy por algo nuevo y no me importa que no me entiendan. Cada vez que me siento a charlar con una mujer pobre pienso, si esta mujer fuera Irene (mi esposa) qué querría que le brinde desde el punto de vista del respeto, de la estética que les ofrecemos y de las comodidades, de una manera digna. Y no me equivoco nunca.  (Ernesto Altea/Laura Barberis/Ariadna Tabera).




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