âHay cosas que conspiran contra la necesidad de resolver estos problemas de lleno y en esa necesidad deberÃamos ponernos de acuerdo todos los partidos polÃticos, trabajar hacia un mismo punto en común: no vamos a poder progresar si nuestros gobiernos no son escrupulosamente respetuosos de las instituciones. Pienso que se han producido algunos cambios importantes en la cultura polÃtica. Durante muchos años la sociedad entendÃa que entre las instituciones y la posibilidad de progresar no habÃa ninguna relación, la cuestión vinculada a todo esto era sólo algo que le interesaba a los radicales, a politólogos, a filósofos del derecho, pero que no tenÃa relación con los problemas cotidianos y reales, hoy la sociedad lo entiende: sin república no se progresaâ explicó Ricardo AlfonsÃn en una entrevista con El Ojo de la Tormenta, en la que se pudo explayar y mostrar conocimientos puntuales sobre la estructura del estado y la sagacidad y el buen humor que sólo dan una formación cultural amplia y consistente, aspectos que, habitualmente en la coyuntura cotidiana de los medios de Buenos Aires no se advierten ni en el candidato radical, ni, seguramente, en otros. AlfonsÃn estaba acompañado por Mario Fiad, candidato a gobernador de Jujuy y en un clima cordial el candidato a presidente respondió a casi todo pero evitó responder con qué alianzas polÃticas, con qué personas, imagina fortalecer su gobierno, de ganar las elecciones, en el entendido del punto débil del radicalismo en las gestiones que tuvo en ésta democracia.
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Ricardo AlfonsÃn y Mario Fiad. |
-Ud. insiste con recuperar el funcionamiento de las instituciones, pero el deterioro no proviene sólo de ésta y otras gestiones oficiales sino de la propia sociedad argentina atravesada como está por la viveza criolla, la corrupción, el vale todo.
-Primero hay que considerar lo que se muestra, los ejemplos, los modelos de conducción, insisto en que quien no respeta las instituciones no es serio, menos que nadie un gobierno y sus funcionarios; hacer lo que se hace con el INDEC, lo que se hace con el federalismo y las presiones que atentan contra la independencia del poder judicial, no es serio. Hoy la sociedad sabe que son necesarias polÃticas de estado y si no hay diálogo esto es imposible, menos aún cuando con quien intentamos hablar confronta, descalifica y falta el respeto permanentemente. Sin estas condiciones no nos hagamos ilusiones, no vamos a resolver los problemas, a algunos les irá mejor, pero el paÃs es un conjunto, seguiremos siendo una Argentina sin acceso a la modernidad. En fin, seremos un paÃs difÃcil de comprender en el mundo, como lo somos ya, con grandes sectores de la población sin ninguna posibilidad de cambiar sus condiciones de vida.
-¿Cómo intentarÃa cambiar el entramado social, tan fragmentado?
-Primero que nada hay que convoca a dialogar, a hablar de todos los temas que haga falta y las veces que haga falta; suponemos con esto un respeto al prójimo, a sus ideas, a su visión de las cosas. Le pongo un ejemplo: no voy a ir contra los movimientos sociales, son actores que vinieron a quedarse a partir de las crisis y la ausencia de polÃticas públicas; cuando se supere la marginación y la exclusión, aparecerán otros movimientos más comprometidos con el medio ambiente, la diferencia de género y otros temas fundamentales, pero no pienso venir a liquidar a los movimientos sociales ya que pueden ser auxiliares de una gestión de gobierno. Ahora sÃ, quiero que esos movimientos se democraticen, se transparenten, que estén sometidos al escrutinio público ciudadano y no quiero que ningún gobierno los utilice para movilizar a favor de ellos mismos. Con reglas de juego establecidas, no tendremos problemas con estas organizaciones.
-El paÃs hace muchos años que necesita un cambio estructural con respecto a la coparticipación.
-Nosotros fuimos los primeros en encarar una forma coherente de coparticipación. Cuando el Estado en la década del â80 se hacÃa cargo de escuelas primarias y secundarias, el servicio militar y demás, se destinaba el 58% de todo lo recaudado para las provincias y el resto para la Nación. El norte argentino, por ejemplo, nunca fue desarrollado porque los militares creÃan que era posible una guerra con Brasil, entonces no quisieron hacer caminos, infraestructura ni puentes para no facilitar el ingreso de tropas brasileras; después, con la democracia tampoco se pusieron en marcha polÃticas para desarrollar el interior. En el â90, cuando se pudo hacer algo, no se hizo porque se consideraba que el estado no tenÃa por qué meterse a decir dónde radicar empresas o capitales, no podÃa apelar a polÃticas fiscales para estimular ciertas inversiones, todo esto debÃa ser digitado por el mercado, y este no es el mejor ordenador de un territorio. El gobierno actual tiene la plata, hizo obras que pueden dar respuestas a las grandes ciudades, pero no contribuyen a generar condiciones para un entramado productivo y de desarrollo; no por perversos, sino porque no tienen una visión de paÃs, la única visión que tienen es ganar las elecciones, y cuidado al pueblo: nosotros no hemos sido dotados por la naturaleza con mecanismos para comprender el futuro, pero el futuro, llega, y tarde o temprano pagaremos las consecuencias de los errores que estamos cometiendo ahora, si no hacemos cambios ya para remediarlos; este gobierno, lamentablemente, no los va a hacer.
-¿Según Ud. cómo es la cuestión de las buena personas en la polÃtica?
-Para mà la cosa más linda de la vida es encontrarme con buenas personas, y en polÃtica se necesita encontrar estas personas, ser bueno es ser coherente, no ser oportunista, ni demagogo, ni ventajero, tampoco autoritario ni descalificador del adversario; significa no tergiversar los hechos, es ser honesto intelectualmente, eso es ser buena persona. Todos somos seres humanos y tenemos limitaciones, lo grave es creer que no las tenemos, o saberlas adquiridas y no hacer nada para remediarlas. A mà me gusta encontrarme con buenas personas necesarias para la polÃtica. Ahora hay un error: se supone que ser buena persona es sinónimo de no tener carácter. No se puede ser buena persona, si no se tiene carácter, es casi una ideologÃa.
-En Buenos Aires y en las provincias hay muchos polÃticos que son proveedores del estado, también radicales.
-Cuando sea presidente, si los hay y los descubro -que no le quede la menor duda, no voy a tardar en hacerlo- van a ir presos esos funcionarios. Si quieren hacer plata que vayan al sector privado.
-¿Usted tiene idea del paÃs de los parajes en la Cordillera, de los montes, de la selva y de lo mal que viven los argentinos que están en ellos?
-SÃ, claro que sÃ. Y algunos de Jujuy, particularmente Gerardo Morales y Mario Fiad, me van a llevar, porque ellos andan. Pero, le digo una cosa, hay lugares asà en el Gran Buenos Aires, donde viven muy, pero muy mal y aún peor que los más pobres del interior; con todo el hacinamiento, promiscuidad y miseria que sabemos y, encima, tienen que soportar el agravio de ver que se gasta en publicidad desde el gobierno nacional y de la provincia cientos de millones de pesos. A veces, los gobernantes creen que la gente no se da cuenta de eso, pero sà lo hace, por eso hoy está tan distanciada de la polÃtica. Con qué cara le podemos decir luego que no hay plata para resolver, por lo menos, parte de sus problemas. Conmigo se acaba eso, el que crea que es más importante hacer un estadio de vóley o básquet que ocuparse de la gente que se está muriendo de hambre o viviendo otras adversidades, que no me vote.
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