Informe Parte I
El proyecto âCentro de promoción educativa: una experiencia con las madresaborÃgenes de Cacique Pelayo (Chaco) y Barrio Toba (Formosa)â tuvo su continuidad en el transcurso del año 2010 en un contexto muy particular, pues fue el año del bicentenario de la Revolución de Mayo y de importantes manifestaciones de diferentes comunidades aborÃgenes en contra del avasallamiento y el avance sobre el logro de sus derechos. En este trabajo de divulgación y justificación de los procesos y resultados obtenidos durante el desarrollo del proyecto en cuestión, ambas temáticas son el eje de análisis que permiten, por un lado, relacionar el pasado y el presente para entender cómo el devenir de la historia configura una realidad donde los pueblos originarios son sistemáticamente oprimidos y negados en su posibilidad de ser. Mientras que por otro lado, posibilitan comprender el sentido de nuestras intervenciones y las acciones y prácticas protagonizadas por las mujeres promotoras y otros actores aborÃgenes.
Para comprender los objetivos y las finalidades del proyecto, consideramos indispensable una mirada retrospectiva que nos permita conocer cuál fue el lugar que históricamente ocuparon los aborÃgenes en la formación, el desarrollo y la consolidación de nuestro Estado Nacional y en el modelo económico adoptado. En este sentido la revolución de Mayo, de la cual se cumplieron 200 años, resulta esclarecedora, porque en su momento significó la oportunidad que aborÃgenes, criollos, negros y gauchos, tenÃan para liberarse del yugo español que acrecentaba sus riquezas a costa del trabajo esclavo cuyas formas habÃan importado a nuestras tierras colonizadas. La conquista material de los españoles se hizo sobre la base de la explotación de millones de nativos que morÃan en las minas encargadas de proveer de minerales preciosos (oro y plata) para la acumulación y el desarrollo europeo. También morÃan en las encomiendas y plantaciones, de hambre o de enfermedades, algunas de trasmisión sexual que los hombres blancos contagiaban a las mujeres aborÃgenes cuando eran violadas, en ocasiones, frente a la mirada impotente de sus compañeros. Dicho de otro modo, el exterminio fÃsico de aquellos reducidos a la categorÃa de animales, no sólo se hizo a fuerza de armas de fuego, pues uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad presentó distintas formas de aniquilamiento (Galeano, 2004).
Los colonizadores eran oriundos de la España oligárquica no precisamente representantes del renacimiento o del liberalismo español. Se caracterizaban por enarbolar el antihumanismo y el movimiento contra-reformista negadores de los nuevos aires de transformación con los que coexistÃan. Por consiguiente, es válido afirmar que la conquista se realizó en nombre de la corona y la cruz. La corona con apellido pero sin dinero conseguÃa los empréstitos destinados a las expediciones para el descubrimiento de territorios con riquezas en bruto. Los españoles traÃan arraigada la idea de propiedad privada.
Ya desde la antigüedad clásica, desde la polis griega la tierra era una mercancÃa más, la tierra era un bien común pero de la elite filosófica y gerontocrática, porque los esclavos no tenÃan derecho a tener nada. La tierra se transformó asà en uno de los objetos más apreciados en el discurso de la propiedad privada, las batallas de los diferentes Imperios existentes tenÃan como fin anexionarse tierras, pues éstas no sólo significaban poder económico, también brindaban poder social. Los que âvinieronâ trajeron esa mentalidad basada en las más antiguas tradiciones.
Sin embargo, hay algo que tenÃan en claro las sociedades del nuevo mundo, y es que la tierra no tenÃa valor de cambio sino de uso. La tierra era un bien compartido, no tenÃa precio, su economÃa no estaba monetizada, existÃa el trueque, la contraprestación. HabÃa intercambio comercial pero no mediatizado por el dinero. Para ellos el oro tenÃa un valor más simbólico y religioso, incluso le daban una utilidad medicinal. Por eso la codicia de los españoles era inentendible para los aborÃgenes (Todorov Tzvetan, 1995).
Adriana Puiggrós (1996), denomina escena fundante al contacto entre el conquistador blanco y los habitantes naturales de América. Este contacto se plantea en términos de una relación de subordinación directa, de sometimiento inmediato porque el conquistador va a ejercer con el conquistado un descarnado vÃnculo mediatizado por los requerimientos, documento escrito en latÃn que los españoles leÃan a los nativos en el momento de expropiar sus tierras, pero sin la mÃnima posibilidad que éstos últimos entendiesen el contenido, dado que no existÃa ningún traductor. Era una especie de contrato arbitrario que no les dejaba ninguna opción, se les ordenaba someterse, entregar su trabajo, sus familias, sus voluntades, sus bienes sin ofrecer resistencia ya que de cualquier forma serÃan doblegados. Lo que se produce a través de la escena fundante y los requerimientos es una cosificación y sumisión del otro a la condición de subhumano, como asà también la negación de su racionalidad. Esta relación extremadamente asimétrica caracterizó todo el perÃodo colonial, y desde el punto de vista educativo, impregnó la relación educador- educando.
Con anterioridad dijimos que la conquista se hizo en el nombre de la corona y la cruz. ¿Por qué de la cruz? Porque no era suficiente con la conquista en el plano material, con la imposición de los modos de producción y de trabajo del mercado. La corona y la Iglesia Católica sentÃan la necesidad imperiosa de instalar un nuevo orden simbólico en la mente de los aborÃgenes. HabÃa que conquistar el cuerpo y el alma. Si se conquistaba solamente el cuerpo bajo una relación amo- esclavo, se estaba generando odio y algún dÃa el esclavo se podÃa revelar. Pero si el proceso de conquista material iba acompañado de un real convencimiento, el conquistado iba a naturalizar el sufrimiento, a desterrar sus preceptos, costumbres y deseos paganos, asà considerados desde la óptica etnocentrista del colonizador.
En este sentido, a mediados del siglo XVI el principal pilar de la conquista espiritual fue la pedagogÃa de la evangelización a cargo de los jesuitas. La misma, tenÃa como fin deshacer todo el universo simbólico preexistente. Este proceso de destrucción era sistemático según Daniel Ãvalos (s/d) y consistÃa en tres momentos: la reducción, a través de la que se agarraba a los nativos y se los llevaba a las misiones, para extrañarlos de los espacios naturales que habitaban. Se los sacaba de sus marcos referenciales cotidianos y muchos de los/as niños/as dejaban de ver a sus padres.
Un segundo momento, era la aculturación por medio del lenguaje. Se les imponÃa forzosamente el castellano de los misioneros. Se le prohibÃa utilizar su lengua materna. Sabemos que el lenguaje es el modo en que los seres humanos nos comunicamos, por medio de él ordenamos la realidad simbólicamente, damos sentido a nuestra existencia y construimos nuestra identidad. En consecuencia podemos decir que los aborÃgenes fueron sometidos a la enajenación y asimilación de los significados hegemónicos contenidos en los evangelios y preceptos religiosos.
Sin embargo ninguna conquista es perfecta, uniforme o totalmente homogénea. Hay muchas poblaciones que se resistieron y lucharon por conservar sus rasgos identitarios y sus tierras. Sobrevino la coyuntura en un contexto internacional favorable: asume la dinastÃa de los Borbones (1750), sucede la expulsión de los Jesuitas (1767), acontece la Revolución Francesa (1789), tiene lugar la Independencia de los Estados Unidos, se crea el Virreinato del RÃo de la Plata y se producen grandes rebeliones como la de Tupac Amaru.
Tres siglos como colonia habÃan dejado huellas indelebles en algunos sectores de poder, fueron tan contundentes que configuraron una forma de vida, de organizar la economÃa y la sociedad. La herencia colonial fue exportar productos primarios, como los metales que se obtenÃan del Potosà y la apropiación latifundista de la tierra. Esa fue la impronta con la que se forjó Argentina y el resto de los paÃses de América Latina (Claudio Spiguel, 2010).
A partir de la década del 80 la Argentina agroexportadora de cereales y carnes se ubicaba como paÃs dependiente dentro de la división internacional del trabajo, con centro en el puerto de Buenos Aires en desmedro del interior y sus economÃas desvastadas por mantener las luchas intestinas de resistencia, mientras los grandes terratenientes y comerciantes contaban con el apoyo de Gran Bretaña, su mayor proveedor de productos manufacturados, comprador de las materias primas que necesitaban ubicar en el mercado e inversor de capitales para la urbanización y la expansión del comercio a través de una compleja red de transporte ferroviario. En consonancia con lo expresado,  se inicio una campaña de expansión territorial en zonas inutilizables, despobladas y sobre todo en el sur patagónico habitado por indÃgenas, es lo que se dio a llamar âconquista del desiertoâ. Posteriormente la legislación agraria autorizó la distribución de las tierras fiscales a capitalistas extranjeros que invertÃan en argentina y le otorgó préstamos a un número reducido de grandes propietarios privados que debÃan comprometerse con la colonización de esas áreas y cumplir con un impuesto nacional. Ninguno de los requisitos se concretaron, las tierras fueron dadas en arrendamiento, mientras las rentas de los terratenientes aumentaban su poderÃo económico. La modernización de la infraestructura del paÃs se hacÃa con capitales extranjeros de origen europeo, y estas inversiones eran consistentes con la polÃtica económica de los paÃses centrales de exportación de capitales. âLa escasez de mano de obra, dado que los aborÃgenes habÃan sido diezmados, fue satisfecha por la enorme cantidad de inmigrantes que llegaban de Europa del sur y cuya inmigración era estimulada por el gobiernoâ (Juan Carlos Tedesco, 1986).
Durante la formación del Estado Nación, la educación acentuó los procesos de aculturación. Los dirigentes polÃticos asignaron a la educación una función puramente polÃtica, en desmedro de la función económica. El sistema educativo argentino sancionado en 1880, pero con significativos antecedentes en gobiernos como los de Rivadavia y Mitre, se oriento a la satisfacción de necesidades y funciones polÃticas. Puede sostenerse que esta funcionalidad polÃtica se caracterizo por el intento de consolidar polÃticamente el sistema democrático de gobierno a través de la formación del ciudadano. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se trataba de un concepto de democracia desvirtuado, pues los regÃmenes asà denominados se caracterizaban por el dominio de una clase social sobre el resto, y por consiguiente es necesario analizar la âformación del ciudadanoâ, como una manera de legitimar ese dominio a través de la socialización de la población dentro de determinados esquemas ideológicos: se ponÃa énfasis en la confianza en el gobierno, el respeto al orden y la propiedad, etc., se trataba de educar, para lograr la estabilidad polÃtica interna.
Con esta breve reseña histórica pretendemos dilucidar cuál es la génesis que subyace a la situación actual de los pueblos originarios, que como dijimos al principio, es por demás problemática y vulnerable. Algunos datos cuantitativos resultan ilustrativos: alrededor de 60 mil indÃgenas viven en la provincia del Chaco. En su mayorÃa son tobas, wichis y mocovÃes. Estos aborÃgenes, viven en el monte en las periferias urbanas, el los barrios marginados o en el campo donde realizan su trabajo como asalariados. Chaco es una de las provincias en estado de emergencia económica y social.
La pobreza y la falta de tenencia de las tierras para la realización de las actividades económicas que les permita su subsistencia, como asà también sus prácticas espirituales ha propiciado el reclamo de diferentes comunidades de Formosa y el Chaco, entre las que están incluidos los aborÃgenes que son destinatarios de nuestro proyecto, quienes con más o menos visibilidad expresan su disconformidad: âLos mayores de la comunidad se habÃan ido de cacerÃa de conejos que abundaban. Las realizaban para subsistencia, cuando regresaron se encontraron con que sus viviendas habÃan sido totalmente quemadas junto a familiaresâ (Esteban Moreno, Qom de Cacique Pelayo, año 2008).
En otro fragmento de la entrevista, expresa: âEl barrio está superpoblado, ahora hay gente de todos lados, hay criollos, aborÃgenes pero aprendiendo a convivir. La policÃa ya no hace atropellos de autoridad, como antes nos maltrataban a nuestros jóvenes⦠Recuerdo que tuvimos que hacer una marcha nacional, en el 2003, reclamando por los jóvenes detenidos y torturados. Llevábamos nuestro petitorio al gobierno, al Ministro de seguridad Hugo Matkovich. Pedimos igualdad en los derechos humanos y que cesen de maltratar y perseguir a los aborÃgenes del Barrio Cacique Pelayo⦠el reclamo repercutió hasta Buenos Aires. Vino crónica TV y canal13. Tuvimos el apoyo de los derechos humanos. Logramos nuestro pedido: Igualdad en los derechos humanos. Basta de discriminación para los pueblos originariosâ. Año 2009.
En el marco de una protesta más reciente, el Consejo de Comunidades Originarias donde se nuclean seis comunidades formoseñas sumando un total de 5000 aborÃgenes, enviaron a Buenos Aires a ValentÃn Suárez como representante para reunirse con las autoridades del Instituto Nacional de Asuntos IndÃgenas. El objetivo fue expresarles su preocupación por la falta de relevamientos territoriales de los pueblos originarios y la posible irregular ejecución de los registros catastrales a cargo del Instituto de Comunidades AborÃgenes por el que no se sienten representados.
Estas comunidades reclaman, entre otras reivindicaciones su participación activa en las polÃticas que afectan la vida aborigen.
La represión ocurrida el 23 de noviembre en la comunidad toba La primavera de Formosa, cuyo trágico saldo fue la muerte del qom Roberto López es otro ejemplo paradigmático de los abusos a los que se ven expuestos. Los aborÃgenes llevaban cuatro meses reclamando la restitución de tierras ancestrales por medio del corte de la ruta nacional 86. El gobierno provincial, que nunca dio respuesta alguna al pedido, decidió reprimir sin que existiera orden judicial. Félix Luna, portavoz de los aborÃgenes, comentó que la represión fue brutal y acompañada de insultos xenófobos, frente a la cual contaban como única defensa de hondas y palos. Otras personas denunciaron que la policÃa les quemó los colchones, las casas, las bicicletas y los documentos. La tierra fue y será el principal reclamo de las diferentes etnias de los pueblos aborÃgenes. La tierra entendida como entidad colectiva, propiedad cultural, desprendida de la lógica individual y económica. Su cultura está aferrada a la naturaleza. Si esta cosmovisión no es tenida en cuenta, la ley se convierte en letra muerta y por eso, en muchos casos, no se reconocen sus derechos territoriales y son desalojados.
La Ley 26.160 de Emergencia de la Propiedad Comunitaria IndÃgena, prorrogada mediante Ley Nacional 26.554, por la cual se deben entregar los tÃtulos de tierras a los pueblos originarios no se cumple en la mayorÃa de otros sectores,puesto que en Cacique Pelayo, y Barrio Toba de Clorinda cuentan con los tÃtulos de propiedad, constatado en catastro (Informe 2009). Otro antecedente legal ignorado es el artÃculo 7 del Convenio 169 de la OIT âabocado a derechos y polÃticas aborÃgenes, y de rango supraconstitucionalâ establece que los âpueblos deberán participar en la formulación, aplicación y evaluación de los planes y programas de desarrollo nacional y regional susceptibles de afectarles directamenteâ. Por el contrario, sus voces son silenciadas a través de fuerzas coercitivas y simbólicas, se priorizan los reclamos de criollos que se sienten perjudicados por la supuesta âocupación ilÃcitaâ de sus tierras por parte de los aborÃgenes y los intereses de grupos polÃticos locales o empresas oligopólicas.
Por eso sostenemos que en el presente se reactualiza una y otra vez aquel pasado de victorias inconclusas de la Revolución de Mayo de 1810 y de herencias coloniales que nos hacen profundamente dependientes. Empresas sojeras, petroleras y mineras avanzan en la búsqueda de territorios fértiles y redituables mientras permanecen ocultas las relaciones sociales de producción resultantes, es decir, la explotación de recursos naturales a los que les asigna valor de cambio y la explotación de la mano de obra barata donde están incluidos muchos aborÃgenes que necesitan asegurar un ingreso destinado a la supervivencia diaria.
El avance de la deforestación y el desmonte obliga a los aborÃgenes a migrar para zonas donde no sólo su forma de vida y su modo de producción basada en la caza, la pesca y el cultivo resultan profundamente alteradas o impracticables, sino donde también son excluidos de la agenda polÃtica como población que tiene derecho a ser impactada por obras públicas de infraestructura, saneamiento, educación, salud, etc. En algunos casos se aplica la polÃtica de contención social consistente en la distribución de planes y/o bolsones que en lugar de convertirse en una ayuda es el techo de ingreso con los que el grupo familiar tiene que subsistir. Doña Margarita, habitante de Clorinda en Formosa expresa: âNosotros comÃamos los animales silvestres como por ejemplo quirquinchos, yararés, pescados, palomas, guazunchos, loros, ñandúes, carpinchos, siervos, las frutas de la tuna. No conocÃamos lo que hoy se come o lo que se cocina, por ejemplo, el aceite, el fideo, no habÃa esas cosas comestiblesâ.
Respecto al último derecho mencionado, el de la salud, es igualmente vulnerado e ignorado. Es inevitable preguntarse cómo se llegó a este estado de situación, por qué las polÃticas actuales, la ayuda humanitaria de instituciones religiosas o las intervenciones de organismos no gubernamentales como UNICEF, no pueden revertirla radicalmente a pesar de los esfuerzos y los logros alcanzados.
Nos preguntamos, ¿son los aborÃgenes los culpables de su propia desgracia por no tener âespÃritu de superación o existe un orden sociohistórico que reactualizó en reiteradas oportunidades el lugar desventajoso de ellos para que otros gocen de privilegios? ¿Por qué algunos aborÃgenes siguen luchando como lo demuestran los hechos que protagonizaron este año mientras que otros parecen haber caÃdo en el completo abandono y resignación?
Para responder a estos interrogantes podrÃamos recurrir a la construcción de mitos alrededor de la identidad aborigen que nos permitiesen satisfacer nuestra mirada egocéntrica sesgada por los discursos hegemónicos. Decir por ejemplo: âEstos indios están predeterminados al fracaso, lo llevan en la sangre, no saben hacer nada por eso siempre estuvieron en la misma pobrezaâ, âLes falta capacidad para razonar, iniciativaâ, âtodos son iguales, no quieren trabajar, solo vivir en el monte y recibir los planesâ. Estas expresiones están vinculadas a mitos sociales que se elaboran para justificar las desigualdades entre los sectores de nuestra sociedad. Se atemporiza lo histórico, es decir que los hechos son interpretados sin reconocer el tiempo. De esta manera la sociedad aparece como estática y se desconoce que el cambio sea inherente a su misma naturaleza. De la misma manera se intenta universalizar lo particular, esto consiste en hacer generalizaciones excesivas que impiden apreciar la particularidad y singularidad de los hechos o las personas.
Otra forma de ocultamiento que subyace en los modos de referirse a los pueblos originarios es la fragmentación de la totalidad, pues se explican los fenómenos de manera unicausal, es decir, concentrándose únicamente en un aspecto o una parte sin considerar su relación con el todo, sin realizar una mirada holÃstica y global.
Muchas personas creen que las caracterÃsticas de los pueblos originarios tienen un origen biológico, que son producto de una información genética heredada de generación en generación, de padres a hijos. Piensan que los fenómenos de la realidad social, son generados por causas naturales, y que por lo tanto, son inmodificables e irreversibles. Lo grave de los adjetivos que se utilizan para designar a los/as aborÃgenes es que se van encarnando en sus subjetividades. Porque la resistencia puede ser activa, pero también pasiva y enajenada.
Ana Quiroga (1986), analiza dialécticamente el significado de ser sujeto social. Para ella implica dos posibilidades: sujeto de relaciones sociales que se ocultan a través de discursos destinados a mantener el estado del orden social; y sujeto transformador, conciente de las relaciones de poder que lo constituyen como tal y con capacidad de organización para producir cambios hacia la emancipación.
Josefina Racedo (2010:218), hace referencia a cómo se desarrolla este proceso complejo de constitución subjetiva en el caso especÃfico de los pueblos originarios: âY en esta conjunción de los aspectos históricos con la construcción de la identidad, nosotros hemos encontrado que en ese proceso de imposición, cuando se ejerce la represión feroz sobre las personas, la cultura, sobre las vidas, lo primero que se genera es reacción. Esa reacción primero fue real, y después, para que no nos sigan matando, nos acallamos, nos silenciamos, y en realidad, internamente, a nivel de la formación de cada subjetividad, de cada pueblo, eso es una resistencia. Resistencia a no aceptar totalmente como válido el modelo, resistencia a perder lo que uno reconoce como valioso. (â¦) Toda identidad es social porque se gesta con otros, y son los otros los que la definen; me confirman o me desconfirman, y en ese proceso es que nos reconocemos como personas, como independientes de otros.â
En coincidencia con lo que señalan estas autoras, nosotros preferimos desmitificar, entender que las condiciones concretas de existencia de los aborÃgenes de Clorinda y Cacique Pelayo encuentran explicación en modelos sociales y económicos excluyentes que reducen a mano de obra barata o a la misma esclavitud a los sujetos productivos e ignora a aquellos que no generan riqueza u obstruyen el camino hacia la acumulación capitalista en su versión más inhumana, la neoliberal. El desmantelamiento del Estado como protector de derechos sociales ocurrido durante la década de los 90, cuya expresión máxima tuvo lugar en diciembre de 2001, es en la historia reciente, el proceso que nos permite comprender la realidad socioeconómica actual de los aborÃgenes. Más aún en el caso de ellos, que sufren la doble opresión de clase y etnia, pues son pobres, pero además poseedores del acervo cultural que se rechazó y ocultó en la construcción de la Identidad Nacional. Nuestras interpretaciones encuentran aval en Spiguel (2002) cuando afirma: âla condición clasista de la sociedad permea todo, aunque no nos demos cuenta (â¦) las formas de pensar, de ver. La propia discriminación étnica hunde sus raÃces en una ideologÃa dominante que tuvo y tiene una base de clasesâ.
Esta realidad sólo es inteligible si se comprende el rol del Estado en la sociedad a partir de la década de los 90. Los objetivos eran claros: habÃa que achicar el gasto público, dejar las empresas en manos del capital privado, reducir en ellas el personal âinoperanteâ, estar al tono de las nuevas exigencias del mercado, habÃa que abrir las fronteras en el mundo globalizado, permitir la entrada y salida de capitales, pues la ley de la oferta y la demanda hacÃa irrelevante la regulación estatal. (Buchbinder Pablo, 2005). Ya no serÃamos mas un paÃs subdesarrollado, ahora estábamos en vÃas de desarrollo, solo habÃa que seguir la tendencia mundial que habÃan marcado los paÃses del primer mundo a las naciones latinoamericanas dentro de un mapa geopolÃtico unipolar. HabÃa que confiar en el mercado: âEl estado de derecho habÃa caducado, en su lugar se montaba una nueva obra, nuevos personajes, viejos personajes que vestÃan otro ropaje, sobrevino el Estado garante de derechos individuales y privados. La educación también cambió de status, dejó de ser una inversión y pasó a considerarse parte del gasto públicoâ. (Torres Carlos Alberto, 1996).
Interrogantes con los que se inició el trabajo en Clorinda y Cacique Pelayo
Teniendo en cuenta el proceso histórico que ha ubicado a los pueblos originarios como uno de los sectores sociales más vulnerados y menos impactados por polÃticas estatales que los dignifiquen, nos plateábamos infinidad de interrogantes: ¿Qué modelo de educación está vigente para la socialización de los niños/as? ¿Se les enseña en la lengua materna para propiciar aprendizajes significativos? ¿Los contenidos escolares contemplan sus conocimientos previos y saberes culturales? ¿Existe vinculación entre la escuela y la comunidad?
Estas son algunas de las preguntas que se fueron entretejiendo para dar sentido a la realidad educativa que viven las comunidades aborÃgenes de Cacique Pelayo y Clorinda.
Nos embarcaremos en la tarea de tratar de dar respuestas, siempre provisorias a nuestras inquietudes. Si bien es cierto, en aquellas escuelas donde la presencia de niños/as aborÃgenes es significativa existen maestros y auxiliares docentes bilingües y es prioridad educativa provincial, tanto en Chaco como Formosa, la promoción de la enseñanza bilingüe, los esfuerzos realizados necesitan profundizarse, pues existe una mayor predisposición a hablar solo el español como lengua valorada socialmente.
El testimonio de una habitante del barrio Toba en Clorinda-Formosa resulta esclarecedor: âHoy por ejemplo, los chicos no sufren tanto, porque van a la escuela, tienen una salita de primeros auxilios, los de antes nosotros no tenÃamos, duermen bien en una cama, cuentan con comedor en el barrio, es más, ya hablan perfectamente el castellanoâ.
Mientras tanto la lengua materna se reduce a los usos sociales del ámbito familiar y las ceremonias religiosas. Los ancianos utilizan el toba de forma exclusiva, los adultos mayores recurren a la lengua materna en encuentros comunitarios, polÃticos o durante actividades de Ãndole económico, como la comercialización de las artesanÃas. Pero los pequeños adquieren rápidamente el español como primera lengua. Las consecuencias se manifiestan en los elevados Ãndices de fracaso escolar que se expresaban de múltiples maneras: desgranamiento, deserción, repitencia, sobre edad, principalmente en los primeros años de escolarización cuando tienen lugar los procesos de lectoescritura.
Una hipótesis que esbozamos está relacionada a la falta de trabajo conjunto entre la escuela y la comunidad, como asà también a los contenidos poco significativos que se enseñan y cuya vÃa de transmisión es una lengua extraña para los/as niños/as que provienen de hogares con un bagaje cultural diferente. La explicación a esta situación particular de las comunidades aborÃgenes a las que dirigimos nuestra intervención, fue posible realizarla desde una mirada histórica y sociológica.
Desde la perspectiva histórica, creemos que las instituciones educativas han sido muy penetradas por la tradición sarmientina en educación, moderadamente liberal, pues partÃa de la exclusión de los indios y la descalificación de toda expresión cultural popular. La funcionalidad de Sarmiento se dejaba traslucir en el modelo dicotómico con el que intentaba explicar la realidad; para él la sociedad estaba constituida por la civilización y la barbarie y esta última debÃa ser erradicada para alcanzar el progreso. (Cecilia Lacay, 1988).
En lo polÃtico, el Estado tenÃa que tener una caracterÃstica marcadamente ordenadora, en contraposición de la anarquÃa de la barbarie y esto implicaba cumplir con ciertos principios que garantizarÃan el orden: inmigración (europea, pues eran personas industriosas, activas y morales), seguridad de la vida y la propiedad, educación, formas representativas, etc.. Para él la inmigración y la educación, iban a permitir transitar desde la barbarie a la civilización.
Su modelo educativo expresaba el antihispanismo y antiindigenismo. De este modo borró el sujeto social real y concibió al sistema pedagógico como una proyección de las culturas europea y norteamericana.
La concepción de Sarmiento demuestra un claro optimismo pedagógico, pues el desarrollo se lograrÃa a través de cambios en la mentalidad individual de cada miembro de la sociedad donde la escuela tenÃa un papel muy importante.
Desde una visión sociológica, los aportes de Bourdieu y Passeron (1970) ven a las escuelas como parte de un universo más amplio de instituciones vinculadas a sectores dominantes, que se encargan de reproducir estas relaciones de dominación no de un modo manifiesto y/o mediante el empleo de la coerción, sino por modos más sutiles conocidos bajo el término de violencia simbólica. Hay discursos que son construidos en la estructura simbólica â cultural, por ejemplo aquellos heredados de la tradición normalista en educación cuyo mentor fue Sarmiento, tal como lo mencionamos anteriormente. La escuela va transmitiéndolos, inculcándolos a través de prácticas pedagógicas que generan casi imperceptiblemente e inconscientemente ciertos acuerdos o consensos que expresan visiones propias de los sectores dominantes aunque sean planteadas como visiones y acuerdos del conjunto. El control que un sector ejerce sobre los bienes culturales es factible mediante el ejercicio sutil del poder simbólico, que siempre es un poder enmascarado. Los autores mencionados expresan: âToda y cualquier sociedad se estructura como sistema de relaciones de fuerza material entre grupos y clases. Sobre la base de la fuerza material y bajo su determinación se erige un sistema de relaciones de fuerza simbólica cuyo papel es reforzar, por disimulo, las relaciones de fuerza materialâ.
Los mecanismos por los cuales se ejerce la violencia simbólica están relacionados con las diferentes acciones pedagógicas que suceden al interior de las escuelas orientadas a imponer la cultura de un grupo por medio del poder arbitrario reconocido como legÃtimo. Por ejemplo, la relación docente â alumno, por un acto de imposición e inculcación. El sujeto pasivo recibe lo que el sujeto activo le transmite. Este es el primer arbitrio, que en muchas escuelas donde asisten niños/as aborÃgenes toma la forma de la escena fundante (Adriana Puiggrós, 1986) que caracterizó el modo de relación entre el hombre blanco y los nativos de América. Es lo que Freire (1970) llamará educación bancaria: hay alguien que tiene el monopolio cultural del conocimiento y otro que tiene el monopolio de la carencia sobre el cual hay que depositar el saber decretado como verdad absoluta.
La segunda dimensión del arbitrio cultural está relacionada con la selección previa que ser hace de lo que se transmite. Ninguna propuesta pedagógica transmite la totalidad de los contenidos posibles de ser transmitidos, la construcción de una currÃcula supone un proceso de selección de contenidos que es hecha arbitrariamente en función de los intereses de sectores por sus necesidades o por su visión de la realidad.
Los/as niños/as aborÃgenes pertenecen, por todas las razones que ya expusimos con anterioridad, a un sector desfavorecido que no juega ningún papel en la definición de los contenidos a enseñar. Afortunadamente cuentan con docentes auxiliares bilingües para garantizar al menos la comprensión de la cultura académica y con ello, su continuidad dentro del sistema educativo.
La escuela legitima un capital cultural: conocimientos, habilidades que posee cada persona, pero que no viene predeterminado en el material genético. Por el contrario, se va adquiriendo en los distintos ámbitos capitalizadores a través de la socialización, donde familia y escuela cumplen un papel fundamental.
En primer término tiene que ver con el capital cultural que tiene la familia. Aquellos individuos que llegan a la escuela cuánto más similar sea el capital cultural con el que llegan en relación con el capital cultural que la escuela transmite, más facilitado le estará su camino, dado que es un camino de encuentro y negociación cultural. Si bien es una escuela para todos, no está armada sobre la cultura de todos. Este encuadre analÃtico permitió orientar las decisiones y el accionar de nuestro proyecto para avanzar en transformar la situación que presentaban las comunidades de Cacique Pelayo y Clorinda y en gran parte responder a nuestros interrogantes iniciales.
Logros y alcances del proyecto
El diagnóstico al que arribamos sobre la situación económica, social y educativa de las comunidades de Formosa y Chaco, nos lleva a revalorizar el papel de la escuela dentro de la comunidad y a reconfirmar el objetivo inicial de nuestra intervención: la conformación de un centro comunitario en cada una de las provincias involucradas que posibilite aproximar la comunidad de origen de los/as niños/as a la cultura escolarizada.
Pensar que las instituciones educativas están destinadas a conservar el status quo de manera conciente y perversa en contra de amplios sectores de la sociedad, es poseer una mirada reduccionista al respecto. Las contradicciones que se entretejen al interior de las mismas son complejas y no unidireccionales o unicausales. La lógica de los procesos que allà acontecen es dialéctica: se dirime entre la conservación y la transformación, la reproducción y el cambio, lo explÃcito y lo implÃcito.
A lo largo de nuestro análisis de la realidad e intervención en la misma para transformarla, hemos optado por considerar a los microespacios, es el caso de las escuelas de Cacique Pelayo y Clorinda y nuestros Centros de Promoción Educativa, como instituciones capaces de generar cambios a partir de dilucidar las tramas del poder social que las atraviesan, de resistir y generar modificaciones a nivel de las estructuras simbólicas de pensamiento que luego se traduzcan en mejores condiciones materiales para impactar en la vida cotidiana de los pueblos originarios.
Cuando planteamos nuestro proyecto, creÃmos necesario que estos cambios estén encaminados a lograr un mayor protagonismo de las mujeres con la intención de posicionarlas desde otro lugar frente a la comunidad y desplazarlas del exclusivo rol reproductor que se les asigna desde el pensamiento patriarcal. La relación de poder que se establece entre la mujer y su pareja, está atravesada por una realidad socioeconómica y por representaciones sociales que le determinan condiciones adversas para cumplir con un proyecto de vida más allá del ámbito familiar.
Incorporar a las mujeres de las comunidades aborÃgenes fue desde el principio brindarles la posibilidad de habitar espacios públicos y una cierta independencia económica. Actualmente hemos logrado que las mujeres se sientan sujetos activos, idóneas para las tareas de intervención en la comunidad que desarrollan. Han logrado obtener el reconocimiento de sus compañeros varones y otros actores de las instituciones educativas y los puestos de salud, al mismo tiempo que han demostrado capacidad para elaborar planes de acción y ejecutarlos.
Nuestras acciones abarcaron distintas áreas para lograr institucionalizar prácticas alternativas en las mismas, autogestionar demandas que fuesen incluidas en la agenda polÃtica y por consiguiente, modificar la historia que ubica a los pueblos originarios en un lugar subordinado en los planos económico, social y cultural.
El diagnóstico al que arribamos nos permitió encaminar las acciones del proyecto para revertir esta situación inicial educativa, por lo que nos propusimos: Fortalecer la Capacitación a las mujeres y madres de la comunidad en acciones de promoción y prevención de la salud y educación; Documentar los antecedentes para la incorporación a la asignación familiar, al aprendizaje de computación. Al mismo tiempo recoger información sobre niveles de repitencia, abandono y necesidades educativas especiales en cada uno de los espacios curriculares. A partir de estos datos se organizo una reunión con la Referente Pedagógica del Programa Ciudades por la Educación de Fontana y la Coordinadora de CONPROSO_PRO NIÃO. Con la intervención del equipo técnico y la colaboración de las madres promotoras lograron que se aúnen esfuerzos y se reconozcan los lÃmites de cada organización. Aprovecharon para acordar sobre un nuevo proyecto que Pro-niño implementará, desde la Fundación Leer por Leer con espacios artÃsticos. Las madres promotoras se comprometieron a ayudar y se hicieron portavoz de la situación tensa que mantienen con las docentes del turno mañana de una de las escuelas, al mismo tiempo que expresaron los Ãndices preocupantes de ausentismo del alumnado.La resistencia de los/as docentes se convirtió en un obstáculo a la hora de ejecutar el proyecto en general y las planificaciones en particular que iban surgiendo de la experiencia y las necesidades de las comunidades aborÃgenes. En este sentido creemos que el maestro también es un sujeto de clase y por lo tanto, tiene su propio capital cultural y si no tiene desde su formación una debida apropiación para poner en diálogo su capital cultural con el de los alumnos, obviamente aunque no quiera está haciendo una imposición arbitraria. Se genera a la vez resistencia por parte de los/as niños/as que no sienten incluida su cultura experiencial en la escuela. Algunas acciones que se realizaron para revertir esta situación fueron: el II Encuentro de Madres Promotoras de Cacique Pelayo: el mismo surgió tras percibir la necesidad del fortalecimiento como equipos integrados, para difundir las potencialidades y fortalezas y compartir con todas las instituciones invitadas las propuestas, los trabajos, los seguimientos en distintos ámbitos de la salud, de educación, de gestiones comunitarias. Esta fue una oportunidad para legitimar el trabajo que emerge de la realidad de los aborÃgenes mediatizada por su cultura. Fue altamente relevante el intercambio de objetos artÃsticos realizados por alumnos, profesores, artistas y miembros de la comunidad. El arte en sus múltiples manifestaciones: la danza, el teatro, la música, las artes plásticas; fue la vÃa de expresión y comunicación en un marco de interculturalidad, escucha y respeto por el otro.
La actividad descripta nos permitió no sólo orientarnos a superar la brecha existente entre la escuela y comunidad, sino también aproximarnos a los objetivos que nos planteamos al inicio, consistente en la necesidad de registrar y sistematizar la recopilación por la comunidad de términos regionales de uso cotidiano (relatos orales de la historia y de la vida cotidiana, coplas, leyendas, recetas de cocina, uso de plantas medicinales) para su publicación escrita.
Otro planteo fue indagar en las expresiones culturales e introducirnos a través de las entrevistas realizadas por las madres promotoras en las biografÃas de los aborÃgenes nos posibilitó recuperar los sentidos, vinculados con las experiencias vividas, que se ocultan tras la homogeneidad de los datos que se recogen con técnicas de corte más cuantitativo, como lo son las planillas de seguimiento de embarazo, de rendimiento académico, de controles médicos infantiles, etc.
Por medio de la indagación biográfica pudimos conocer las historias de vida, tal como son narradas por los propios sujetos, tal como ellos las procesan e interpretan bajo el filtro de sus creencias, representaciones y valores. Asimismo, los sucesos o experiencias narradas, en forma biográfica ubicaron al sujeto â protagonista dentro del contexto socio-histórico, lo cual nos permitió insertar los sentidos individuales dentro del orden estructural del cual emergen. (Ruth Sautu, 1999).
Otra actividad para revalorizar es el trabajo que se realizó en la escuela N° 72 âCEF INTERCULTURAL BILINGÃE CACIQUE PELAYOâ donde se implementa desde el año 2009 hasta el corriente jornadas extendidas de tutorÃas y clases de apoyo durante el verano para brindar una formación integral académica y de recreación. El área de Matemática: incluye los espacios curriculares de Matemática I, II y III de EGB; y Matemática I y II de Polimodal. El área de Lengua: incluye los espacios curriculares de Lengua I, II y III de EGB; y Lengua y Literatura I y II de Polimodal, Lengua y Cultura Qom I, II y III de EGB; y Lengua y Cultura Qom I y II de Polimodal.
El área de Ciencias Sociales: incluye los espacios curriculares de Historia I, II y III, GeografÃa I, II y III y Formación Ãtica y Ciudadana I, II y III de EGB; y GeografÃa y Formación Ãtica y Ciudadana de Polimodal. El área de Ciencias Exactas: incluye los espacios curriculares de BiologÃa I, II y III y FisicoquÃmica I, II y III de EGB; y FÃsica y QuÃmica de Polimodal.
Los alumnos destinatarios son aquellos considerados en riesgo escolar y por consiguiente, pertenecientes a sectores sociales desfavorables. Tienen más de tres espacios curriculares pendientes de aprobación, incluidos los que abandonaron el año escolar por diferentes causas: trabajo, responsabilidades domésticas, cuidado de hermanos, ancianos o familiares discapacitados, maternidad a temprana edad, embarazo adolescente, discapacidad motriz.
Se disminuyó significativamente el Ãndice de alumnos en riesgo de no promoción en 7° año y 9° año de EGB; mientras que este mismo Ãndice prácticamente se mantuvo para 8° año de EGB y 1° de Polimodal. Para el 2° año de Polimodal el Ãndice es bajo si se compara con el resto de los años y ciclos de secundaria. (Tener en cuenta que el Nivel Polimodal se aprobó recién en el 2009 para esta Institución y su Proyecto Educativo contempla la habilitación de cada año por promoción)
En general se evidencia un impacto positivo sobre los Ãndices de alumnos en riesgo desde la implementación de tutorÃas en jornada extendida, y deberÃa reforzarse el apoyo en 8° año de EGB (1° Año de Secundaria 2011) y 1° de Polimodal (3° Año de Secundaria 2011).
Cualitativamente, el impacto también puede definirse como positivo, porque los alumnos convocados asistieron con regularidad a los espacios de tutorÃa y se produjo un mayor acercamiento de las familias a la escuela para informarse sobre las nuevas alternativas, ya sea la de jornada extendida como la de escuela de verano.
La acción conjunta del PMI con el Programa Provincial de Becas y el seguimiento del equipo técnico de la Institución ha logrado recuperar, en lo que va del año, un número significativo de alumnos que habÃan abandonado la escolaridad obligatoria.
Este tipo de iniciativas de la comunidad, de los diferentes actores educativos, del equipo técnico, entre las que se encuentran incluidas las madres promotoras, se inscribe dentro de lo que el autor Angeles Parrilla reconoce como apoyo curricular que se adapta a la diversidad educativa, asà lo demuestra por ejemplo, la incorporación de materias donde se abordan contenidos de la cultura aborigen. Consecuentemente aparece un punto de inflexión respecto al lugar tradicional de la escuela como reproductora del status quo.
Hay una ruptura respecto al tipo de apoyo terapéutico que centra el problema en los/as estudiantes con la participación excluyente de expertos que intentarán âremediarâ el déficit causante de niveles bajos de rendimiento académico. Mientras tanto, los aspectos institucionales, curriculares y didácticos quedan fuera de sospecha manteniendo el estado de situación inalterable.
En contraposición, podemos observar que en el modo de planificar y operar de esta escuela subyace el denominado Apoyo Curricular donde:
âLa dimensión colaborativa y la institucional se aúnan para generar un modelo de apoyo que asume la colaboración como estrategia básica de aprendizaje y desarrollo profesional y que tiene como foco del apoyo una visión global de la escuela. Una escuela, de la que a la vez, se destaca su capacidad para aprenderâ (Angeles Parrilla, s/d: 102)
Dicho de otro modo, cuando un alumno tiene dificultades en la escuela, las mismas se consideran como emergentes de dimensiones complejas y relacionadas entre sÃ. Asimismo sus dificultades son vividas por el resto de la institución como la manifestación explÃcita de problemas cuya responsabilidad también recae al interior de la escuela y en el plano curricular, pues si la escuela ha de adaptarse a la diversidad, y hay alumnos que quedan excluidos del curriculum que la escuela oferta, es la escuela y su curriculum lo que ha de transformarse y no a la inversa.
Ahora bien, si se analiza la cantidad de tiempo que se viene destinando al desarrollo de estas actividades de apoyo, nos percatamos que el cambio institucional es lento y progresivo, pero que además exige planificar colaborativamente ese cambio, nunca puede ser un esfuerzo individual o centralizado solo en un grupo de expertos.
En lo que respecta al área de Salud, nuestros objetivos iniciales fueron:
Relevar los datos sobre: la detección de madres jóvenes embarazadas en alto riesgo, niños de la comunidad con bajo peso y problemas nutricionales, carencia de una sede para el desarrollo de las actividades          ; reducir el Ãndice de mujeres y niños en alto riesgo de desnutrición, bajo peso y dificultades escolares; fortalecer la Capacitación a las mujeres y madres de la comunidad en acciones de promoción y prevención de la salud y educación.
Podemos asegurar que los mismos fueron alcanzados con más o menos satisfacción. La razón radica en que hay realidades que son preocupantes y sobre las que intentamos intervenir para modificarlas, pero este cambio no depende sólo de voluntades individuales, por más altruistas que sean, porque requieren la presencia activa del Estado y de profundas transformaciones a nivel de las estructuras mentales de diferentes actores sociales. Las acciones que realizamos fueron diversas, principalmente orientadas a la atención primaria, esto es, a la toma de conciencia sobre algunos factores de riesgo que pueden provocar las enfermedades por desnutrición, contaminación, contagio, falta de control ginecológico en el caso de las mujeres, o seguimiento sanitario a los infantes, etc.
Las madres promotoras de ambas comunidades supieron transmitir el conocimiento del que se habÃan apropiado durante las capacitaciones. El punto de partida fueron las cartillas con información sobre temas que les permitirÃan desenvolverse en su rol e intervenir para la prevención de los males que aquejan a las comunidades aborÃgenes desde hace tiempo. Entre ellas podemos mencionar el Manual para el Promotor, Alimentación, Liderazgo y Participación Comunitaria y Desarrollo Infantil. Sin embargo, este material de capacitación fue sólo la plataforma de despegue. A partir de ellos las madres promotoras empezaron a reunirse para buscar más información a medida que surgÃan las demandas de la comunidad, a averiguar sobre los requerimientos para acceder a programas sociales como becas, planes, pensiones, bolsones, y asignaciones familiares. La presencia y la participación activa de las madres promotoras en los centros de salud inició un proceso de ruptura con el modelo biomédico (López Melero, s/d). Las madres no sólo permitieron la recopilación de números precisos para lograr mayor precisión y seguimiento de mujeres embarazadas, niños/as y demás miembros de la comunidad, pues al habitar el centro de salud llevaron su cultura, su lengua y saldaron viejas deudas. Salieron de anonimato para enseñar a los expertos de la salud a no generalizar y trabajar desde el estudio de casos especÃficos, a tratar personas portadoras de una identidad individual y colectiva. Asà por ejemplo, se hicieron carteles destinados a informar sobre las condiciones de higiene y medidas de prevención de enfermedades y accidentes. Algunos de ellos expresaban:
-La Carne debe cocinarse hasta que no esté rosada en el medio. (RA MASHE RATOâNA LAPAT SAISHET RA TOCCHIGUI NA LAIÃE)
- Evitemos que los niños anden descalzos ya que los parásitos pueden ingresar por la planta de los pies (SAISHET RA PETEC NAQAEN NA ÃAQPIOLEC, CHAAYE NA NASHIYE ISHET RA TATAILO NA LAPIAâLAHUL)
-La leche materna es el mejor alimento para el niño y no tiene sustituto (NA LCHEâ AÃE LATEâE, NACHERA NA YOQTA NOâON ALOQ ÃI NOGOTOLEC).
El punto más álgido de encuentro entre los profesionales de la salud y las comunidades fueron las diversas reuniones que las madres promotoras organizaban para divulgar las acciones que se estaban realizando o para abordar problemáticas de higiene y medio ambiente, como asà también de violencia en la familia.
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* Primera parte del informe de los cinco años de gestión en el marco del programa de UNICEF, realizado con la colaboración de Lic. Silvia Barrionuevo, Prof. Luis MartÃnez y Prof. Valeria Arroyo. Anteriormente, publicamos una entrevista a la profesora Jure en http://elojojujuy.com.ar/index.php?pag=2&art=1205&busq=Teresa%20Jure
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