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Formando líderes de murga

Ernesto Altea
      Los pueblos tienen los gobiernos que se le parecen. “Durante septiembre no habrá extraclase de matemáticas ni lengua, porque los docentes están apoyando la construcción de la carroza del colegio”, la madre azorada escuchaba la información que daban desde la dirección del establecimiento. “Tenés que ser comprensiva, es la Fiesta de los Estudiantes” le aclaraba otra madre, “este año el colegio tiene que sacar el primer premio” agregó.
      â€œA primer año de las tres ingenierías ingresamos unos 160 alumnos, que llenábamos cuatro aulas”, contaba Felipe Apaza, dueño del corralón RODOF. “Después de julio quedábamos unos 60, y a fin de año llegamos sólo 25”.   
      Del informe sobre Evaluación de la Calidad Educativa que confeccionara el Dpto. de Educación, Ciencia y Tecnología de la Unión Industrial Argentina, de donde resalto los siguientes párrafos:

      Por debajo de la media de la OECD (Organización de los países desarrollados para el desarrollo):
-Más de un 55% de los estudiantes de 15 años en Argentina se sitúa por debajo del nivel 1 de ciencias. En cambio, este valor sólo es de 19% para el promedio de los países de la OECD.
-Más de un 58% de los estudiantes de 15 años en Argentina se sitúa por debajo del nivel 1 de lectura. En cambio, este valor sólo es de 20% para el promedio de los países de la OECD.
-Más de un 64% de los estudiantes de 15 años en Argentina se sitúa en el nivel más bajo en matemáticas. En cambio, este valor sólo es de 22% para el promedio de los países de la OECD.
En torno de la media latinoamericana:
-Más de un 43% de los estudiantes de tercer grado en Argentina alcanza el nivel más bajo en matemáticas (no conocen la organización decimal, no interpretan cuadros o gráficos, no identifican un recorrido en un plano ni resuelven problemas en el campo aditivo).
-Más de un 43% de los estudiantes de sexto grado en Argentina no alcanza el nivel más bajo en ciencias (no logran comparar e interpretar información en distintos formatos, no reconocen relaciones de causalidad ni clasifican seres vivos en base a algún criterio.

      En la última evaluación de matemáticas y lengua efectuada por el ministerio de Educación de la Nación, Jujuy ocupó los lugares 21 y 20 respectivamente. No por casualidad, en ingreso por persona le corresponde el mismo lugar entre las provincias. Es que la educación es la base para que una sociedad desarrolle sus capacidades. Y aunque esto parezca una verdad de Perogrullo, las autoridades parecen no darse cuenta porque, a pesar que declaman la educación como prioridad, las políticas que aplican luego parecen más destinadas a mantener el statu quo, que a favorecer la movilidad social.
      Los padres tampoco podemos hacernos los distraídos a la hora de distribuir culpas. La caridad bien entendida debe empezar por casa y nosotros, los mayores, hemos dejado de preocuparnos por nuestra propia educación, para ocuparnos de tener más cosas, o por lo menos aparentar que tenemos más. Ese es el ejemplo que estamos dando a nuestros hijos. En muchos casos sencillamente porque son padres que no han recibido educación adecuada y ahora tienen grandes limitaciones de ingresos por el tipo de trabajo al que pueden acceder. En otros casos, quienes tuvimos la fortuna de alcanzar educación superior, los modelos de auto, la importancia de las casas, ropa de moda, electrodomésticos y equipos electrónicos de última generación, absorben todo nuestro esfuerzo, dejándonos sin interés ni tiempo para leer algo que no sean periódicos, ver programas de televisión que tengan contenidos formativos y no sea sólo un revolear de tetas y nalgas artificiales. O reales, no importa.
      Lo que interesa es que habiendo cambiado tan claramente nuestro foco de interés, hemos relegado todo lo que sea formativo delegando la educación de nuestros vástagos a los docentes, la televisión, los amigos e Internet. Por lo tanto, el testimonio que damos es clarísimo: la educación no es una prioridad en la formación de la persona; en el mejor de los casos es un medio para conseguir trabajo y así poder adquirir cosas que ambicionamos y nos prestigian.
      Los resultados de una educación descuidada en casa y equivocada en la escuela, se manifiestan en el bajísimo porcentaje de jóvenes que aprueban el examen de ingreso a las universidades, lo que obliga a perder seguramente un año, más los gastos que demanda el apoyo docente en las materias básicas y la manutención durante ese período. Según datos del Ministerio de Educación local, en Jujuy sólo el 46,1% de los estudiantes logra completar el nivel medio, el 38 % de ellos lo hace superando la edad promedio correspondiente, y para dimensionar el problema, unas 25.000 personas no terminaron secundario, lo que limita completamente sus posibilidades de empleo. Otro dato impresionante que brinda el BID es que, en Latinoamérica, sólo el 48 de los hijos de pobres terminan EGB3, frente a un 93 % de niños de familias de mayores recursos, y el 29 % de jóvenes de entre 15 y años, están fuera de la escuela. Se consolida así un sistema perverso por el cual los hijos de los pobres, seguirán siendo pobres.
      En el siglo del conocimiento, donde los países se diferencian y desarrollan merced a las capacidades adquiridas por sus habitantes, cuando la innovación aplicada a la mejora continua de la productividad hace la diferencia, en Jujuy seguimos dando señales equivocadas tanto desde el Estado, como desde nuestros hogares. Y lamento decirlo, la Fiesta Nacional de los Estudiantes, es a mi criterio, la muestra de la suma de los errores arriba mencionados. Porque en una provincia con más del 50 % de la población viviendo por debajo de la línea de pobreza, nos damos el lujo de perder las clases de prácticamente todo el mes de septiembre. Además, durante los días de desfiles, se trastorna completamente la vida de una parte de la ciudad porque se interrumpe el tránsito y se ocupan avenidas con campamentos de jóvenes que no son precisamente ejemplo de buenas costumbres, incrementándose los niveles de violencia juvenil, las acciones funestas de patotas callejeras, los casos de intoxicación por alcohol o drogas.
      Además los desfiles se realizan en una avenida sobre la cual están localizados dos de los más importantes centros de salud de nuestra provincia: el hospital de Niños y el Pablo Soria. Sin embargo, el volumen de la música y el sonido son tan fuertes que pueden escucharse a kilómetros de distancia, sin la menor contemplación por la salud de los internados. Los padres y demás asistentes a los fastos, dejan el Parque San Martín transformado en un basural, demostrando un lamentable nivel de educación ambiental.
      Podría seguir nombrando las cosas que los jujeños hacemos mal durante esta fiesta que, en su origen, era una celebración a la belleza juvenil y promesa de un futuro mejor. Pero por las razones que fueran, el organismo autárquico que la organiza, cuyo presupuesto es mayor que el del ministerio de la Producción, permite que se haya transformado en un muestrario de las peores falencias de nuestra sociedad. Baste sólo pensar el racismo que lleva implícito la elección de las reinas, donde el patrón de belleza adoptado deja de lado a toda joven que no sea blanca, en una provincia donde más de la mitad de la población tiene ancestros originarios. 
      Si realmente queremos que Jujuy cambie, debemos dejarnos de declamar nuestra preocupación y abocarnos a hacer mejor lo que hacemos. Los padres tenemos que ser capaces de acompañar a nuestros hijos en su desarrollo, tanto cuando ven tele ayudándolos a elegir programas formativos, como demostrando que los libros no muerden leyendo nosotros textos que contribuyan a la formación y consolidación de los valores. ¡Tenemos la obligación de dar buenos ejemplos! Debemos dejar de apoyar y fomentar los antivalores que se fueron adueñando de la Fiesta y aportar ideas y acciones para que sea más representativa de la provincia en que vivimos y los valores que declamamos. Vivir en sociedad significa ante todo, conocer y respetar los límites que garantizan la convivencia. Es necesario que se los marquemos claramente a nuestros hijos, porque eso los ayudará a tomar decisiones frente a las opciones que la sociedad actual le propone, como la droga, el alcohol, el sexo sin responsabilidad, la formación deficiente, la mediocridad como estilo de vida.
      Además de nuestra responsabilidad frente a los hijos, como ciudadanos tenemos la obligación de proponer a los gobernantes y consensuar con ellos, propuestas de políticas de desarrollo que sean incluyentes y sirvan para que todos los jujeños se beneficien y garanticen las oportunidades para el ascenso social. Porque estamos acostumbrados a esperar todo del Estado, pero no debemos olvidar que nuestros gobernantes son, como no podía ser de otra manera, una muestra de lo que es la sociedad.




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