Estoy tan desorientado con lo que ocurre en el paÃs, que de noche sueño cosas espantosas y me despierto transpirado aterrado. Por eso me pareció prudente consultar a un psiquiatra y someterme a algún tratamiento que me saque de este estado de estupor y me traiga de regreso, si fuera posible, a mis cabales.
Recostado en el diván lancé mi letanÃa de desconciertos:
-Doctor -comencé- tengo un sueño que se reitera casi cada noche, en el cual todos los argentinos, hombres, mujeres y niños andamos por las calles y rutas empujando los autos, implorando por unos litritos de nafta. De pronto aparece un señor bien vestido y sonriendo nos dice: â¿De qué se quejan?, es el precio del progreso porque ahora todos tienen autos nuevosâ.
El médico sonrió de costado y dijo:
-Me parece que tenemos un interesante caso de prejuicios sociales localizado en el inconciente. Seguramente su padre le pegabaâ¦
No ârespondÃ- el viejo era un pan de Dios. Pero puede deberse a la educación en colegio católico, donde me hacÃan arrodillar sobre maÃces cuando no sabÃa la lecciónâ¦
-Continúe, dijo el facultativo, siempre con cara de âya te tengo caladoâ.
-¿A qué puede deberse mi percepción de que en Argentina hay inflación si el gobierno dice que no existe? ¿Tendrá que ver que cada vez que voy a un comercio los precios suben y suben y la plata alcanza cada vez menos? pregunté después de un incómodo silencio.
-Error, me respondió, eso no se llama inflación sino movimiento relativo de los precios y es resultado de la desmedida ambición de los empresarios que aprovechan los buenos sueldos que tienen los empleados. De todas maneras este fenómeno, ya lo dijo el Ministro Boudou, sólo afecta a la clase media.
Esto último me tranquilizó un poco porque últimamente estoy dejando de pertenecer a esa clase. A pesar de ello insistÃ:
-Pero si es culpa de los empresarios ¿por qué no ocurre en otras partes? ¿O será que los empresarios chilenos, uruguayos, paraguayos, brasileños, bolivianos, etc. no se avivaron que pueden ganar más con sólo aumentar los precios? Yo leà por alguna parte, que los economistas de todo el mundo dicen que la inflación es un fenómeno que se provoca principalmente porque el gobierno emite más moneda que los bienes disponibles, lo que hace que pierda valor y que las cosas cuesten cada vez más dinero, concluÃ.
El tipo levantó la cabeza y me miró por sobre los lentes con los ojos muy abiertos:
-Su diagnóstico es claro, mi amigo, Ud. padece de neoliberalismo crónico.
Quedé pasmado:
-¿Eso es muy grave doctor?
-Por supuesto, es gravÃsimo. Es un virus que afecta la memoria âagregó- fÃjese si será grave, que casi todos los que trabajaron en el gobierno durante la década del 90, en la que hubo una epidemia del mal, se olvidaron completamente de su rol en aquel perÃodo. Inmediatamente comenzó a garabatear algo en su libreta.
Aterrado por el diagnóstico y temiendo quisiera recetar una inyección, comencé a enumerar otros sÃntomas en la esperanza que la nueva información morigerara el tratamiento.
-Hay otras cosas que también me preocupan, doctor. Siento que me sigue una sombra amenazante que en una mano blande una tijera y con la otra me indica que haga silencio, emitiendo un âShhhhâ permanente.
-Ese es el sÃndrome del Empleado, más conocido por el mote de Quedatepiola Otecorro. Tiene que ver con el complejo denominado Quienlatiene Máslarga, o del Anillo de Cuero Roto, asà denominado en el mundillo académico. Es derivado del instinto ancestral de los mandriles de reclamar territorio, sometiendo a los otros machos de la horda mediante gestos amenazantes.
-También me pasa queâ¦Â
Me miró impaciente por encima de los lentes y dijo terminante:
-No siga que tendré que internarlo. Conozco la sintomatologÃa completa de su caso. Se trata de una patologÃa compleja, pero recuperable. Tiene dos tratamientos: uno es quirúrgico y consiste en una lobotomÃa donde se extirpa la parte del cerebro que piensa, dejándose sólo los lóbulos que permiten ver y oÃr -poco-, caminar y ejercer las funciones primarias. El otro tratamiento también es quirúrgico y consiste en extirpar los testÃculos para que dejen de generar testosterona, lo que suprime el estÃmulo agresivo evitando asà los juicios crÃticos, dando como resultado una persona mansa y obediente.
-Le agradezco los consejos Dr., dije aterrado. Creo que voy a optar por retirarme a un convento de benedictinos, hacer voto de silencio y desaparecer de la vida civil.
-Sabia decisión, mi amigo, haga como todo el mundo. Guarde silencio y mire hacia adentro solamente. El mundo exterior es sólo para los iluminados, los que construyen la realidad, los que -¡gracias a Dios!- nos indican lo que debemos pensar.
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