Tres elecciones hubo en Jujuy, la primera y la última sorprendieron exactamente por lo mismo: se sabía quiénes iban a ganar, lo que nadie previó fue la cantidad de votos que iba a sacar el FPV en las primarias y el Chuli Jorge en las municipales de San Salvador de Jujuy.
         Sobre la adhesión a la reelección de la presidente y la tonta poquedad de la oposición en todas sus variantes, todavía hay tela para cortar a pesar de lo mucho que se dijo.
         Desde el pasado 20 de noviembre a las 8 de la noche  también se dijo mucho en los medios locales, y en los múltiples corrillos, sobre los motivos que llevaron a los inesperados números finales, muchísimos, que obtuvo el actual intendente.
         Sacó más votos él solo en San Salvador de Jujuy que los que obtuvieron, para las generales de octubre pasado, UDESO en toda la provincia y el FPV en Capital.
         Claro que, como dijeron todos, la interna del PJ y la campaña tan agresiva de su contrincante contribuyeron a volcar el voto del electorado hacia el arquitecto Jorge; pero es verdad también que, como debería ser siempre, la pugna no tuvo aditamentos ni arrastres de otras categorías, el debate fue directo, puntual, sin confusiones. Y ganó quién hizo una construcción política, paso a paso, desde hace muchos años. Sin estridencias, sin agresiones internas, sin confrontaciones. Caminando la ciudad y hablando mano a mano con los vecinos de cualquier barrio, con los empleados, con la gente de las organizaciones sociales, con los gremios, con empresarios, con dirigentes del propio y otros partidos. Mostró sentido común desde el principio de la gestión que concluye: con lo que hay se hace lo que se puede, pero se hace, por eso arrancó con la cuestión del transporte público, con obras más chicas y más grandes en todos los barrios, con la estética de la ciudad, intentando mejorar los servicios. Ese llamativo raport con los niños merece un análisis aparte. Todo el tiempo de esta gestión, y viéndolo sortear las dificultades internas -algunas realmente miserables- más de uno nos dijimos qué no haría el Chuli si tuviera recursos en serio para poner la ciudad a la altura de los tiempos y de las necesidades de la población.
         La campaña municipal y la elección posterior pusieron a la luz diversos rasgos en positivo respecto de la sociedad en que vivimos: primero, que la gente no come vidrio cualesquiera sea su condición socio cultural y la cantidad de bolsones que le hayan entregado; segundo, se optó por quién prefiere los acuerdos a los enfrentamientos y, tercero,  hubo claras señales contra las componendas, los negocios y los manchanchos. A buen entendedor…, sino en octubre la UCR hubiera sacado tantos votos como sacó su intendente o el candidato del FPV habría obtenido el apoyo que tuvieron Fellner y Cristina.
         Y aunque los conflictos en la calle no dan tiempo en Jujuy para decantar nada, esta tercera elección fue realmente un alto en la dinámica que estamos acostumbrados a vivir.