Esquizia
Como aquel jugador que no puede convencerse
de que la racha lo lleva hacia el fondo
de la pérdida
asà me entregué a la tentación de la locura
cuando pasó a mi lado.
Yo creÃa en el furor y la fuerza de la poesÃa,
en la arrebatada cólera del amor
y en que ellos eran suficientes para sellar los esponsales
y acabar con la certera amenaza de la demencia.
Ni Eliot ni Fitzgerald sirvieron de algún consuelo
ni los paroxismos de Artaud o de Fijman.
Sólo se elevaron ante el cáliz de la ternura
los ojos vibrantes de los pequeños seres expulsados al fragor del mundo.
Y como aquel jugador,
ya no tuve tiempo de arrepentirme
de celebrar la vida en orden, los libros concluidos
la derrota sobre un horizonte en retirada.
Miguel Espejo, Larvario.
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