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Acciones para el Bicentenario

Enrique Medina León
      El Virreinato del Río de la Plata, creado en el año de 1776, fue concebido como una gran unidad territorial, con puertos en los océanos Pacífico y Atlántico con capital, en el estuario del Rió de la Plata, ciudad de Buenos Aires.
Estaba integrado por ocho (8) Intendencias, a saber: de Buenos Aires, de Paraguay. Córdoba, Salta, Potosí, Charcas, Cochabamba y La Paz.

      La Intendencia de Salta de Tucumán, como se conoció, abarcaba los territorios de las actuales provincias de Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Jujuy, Tarija y la Puna de Atacama. Se encontraba a mitad de la carrera (camino) entre  Lima y Buenos Aires, distantes 1.000 leguas una de otra. Esta situación la favoreció económicamente mediante el tráfico comercial; no debemos olvidar que las mercancías procedentes de España arribaban a estos puertos únicamente, lo cual alentó el contrabando, requiriendo el transporte interior mediante el uso de carretas o recuas de mulas. Esto constituyó el origen del actual sistema de transporte vial de cargas y pasajeros.
      Cuando la creación del Virreinato del Río de la Plata, el Rey colocó en su Jurisdicción la Intendencia de Potosí,  donde se encontraba el Cerro Rico, como se lo conocía, uno de los yacimientos de plata más importante del mundo. A los pies se levanta la Ciudad de Potosí, en cuya Casa de Monedas se acuñaba el peso en plata y oro, de circulación mundial. Esta actividad minero- industrial generó una intensa relación comercial, en que se destacaron las poblaciones de la Intendencias de Salta del Tucumán, produciendo todo aquello que se requería; llegando con el comercio hasta la Ciudad de Lima.
      Generó fortunas inmensas como la de Gurruchaga, Moldes, Olavegoya, Gorriti, etc., consumidas luego en quince años de guerra sostenida.
La ciudad de San Salvador de Jujuy, como sufragánea de Salta, estaba regida por un Teniente de Gobernador y la autoridad del Cabildo. Fundada en 1593 el 19 de abril por el conquistador Don Francisco de Argañaraz y Murguía, tras dos intentos anteriores, frustrados por los naturales.
      La ubicación geográfica pronto la convirtió en el paso obligado hacia el Alto Perú,  existiendo en su territorio una Oficina de Aduana que le daba cierta importancia.
Los enormes arreos de ganado, necesariamente debían pernoctar en su territorio, antes de internarse en la Quebrada de Humahuaca, llevando ganado en pie, para consumir o acémilas con cargas varias.
      Desde esta región se enviaban suelas, arneses, charqui, sebo en velas, textiles, calzado, herramientas, aguardiente, tabaco y todo tipo de mercaderías llegadas de Castilla.
Sin dudas este intenso tráfico, generó cuanto menos, dos situaciones de gran importancia. El conocimiento acabado de costumbres y familias, como así también un minucioso registro del terreno. Condiciones éstas que luego serán de extrema importancia en el desarrollo de la Guerra por la Independencia.
      El Cabildo jujeño recibió las novedades de Buenos Aires el 12 de junio, tratándolas de inmediato adhirió a los postulados de la Revolución, procediendo a elegir al Dr. Juan Ignacio de Gorriti, Vicario de la Iglesia Matriz, como representante ante la Junta de Gobierno. Similar actitud observaron las Ciudades de Salta, Oran y Tarija; adhiriendo la Intendencia de Salta del Tucumán espontáneamente.
      Ello sin duda colaboró abiertamente con el Gobierno de Buenos Aires. Por cuanto la Intendencia de Córdoba, no había acatado lo dispuesto, sublevándose. De  haber adoptado igual temperamento la Intendencia de Salta, la Revolución hubiera entrado en crisis política y quizás fracasado.
      Por cuanto había tropas realistas acantonadas en Tupiza al mando del General Nieto, dispuestas a marchar sobre Córdoba por pedido del Gobernador Concha, quien comunicó lo resuelto por Buenos Aires, el 25 de mayo de 1810, al cuartel general de los realistas el 7 de julio y se dispusieron a resistir.
      Sin embargo, la Intendencia de Salta comunicó de inmediato la adhesión y comenzó a prepararse para intervenir activamente, colaborando con los esfuerzos de guerra. Ya en septiembre de 1810, se formó una Fuerza de Observación al mando del Teniente Martín Güemes con la colaboración  del Juez de Paz Francisco Pastor y el cura Alberro en la localidad de  Humahuaca. Ellos libraron el primer combate en la localidad de Cangrejos, impidiendo el paso de una tropa con auxilios en dinero y armas para los sublevados en Córdoba.
Será también Jujuy la que engrose el Ejército Auxiliar del Norte con obres y bastimentos en avance hacia el Alto Perú. Combatiendo con valor en Suipacha el 7 de noviembre de 1810, logrando penetrar hasta el Río Desaguadero en la frontera Norte del Virreinato. 
      Luego soportará con estoicismo la derrota de Huaqui y el repliegue de la tropa, protagonizando por orden del General Belgrano el Éxodo Jujeño de 1812, hasta la ciudad de Tucumán, donde se librara  la Batalla del 24 de septiembre de 1812 y posteriormente la de Salta, el 20 de febrero de 1813. Ello posibilitó la reunión del Congreso de Tucumán y la posterior Declaración de la Independencia. el 9 de Julio de 1816.
      Aún faltaba lo peor, las reiteradas invasiones de parte del General. Pezuela en 1815, el General La Serna en 1817, el General Valdez, Carratalà, Olañeta y tantos otros que luego de invadir y por la oposición sostenida de los hijos de esta tierra, debieron abandonarla. Recién en 1825 con el triunfo de Ayacucho, por parte del Mariscal Sucre ante las tropas del Virrey La Serna se dio por finalizada la guerra de la Independencia.

      El suscinto relato histórico tiene por objeto mostrarle al país, el rol que le cupo a Jujuy, desde un primer momento. El pueblo jujeño se hizo merecedor del reconocimiento por el General Belgrano quien le legó una Bandera Nacional de la Libertad Civil, que con tanto orgullo atesora en el Salón de la Bandera en Casa de Gobierno.
Jamás el pueblo o Gobierno de Jujuy  pretendieron resarcimiento alguno, por el enorme esfuerzo realizado durante la Guerra de la Independencia. Conflicto que le privó de sus mercados naturales y que por la fuerza de los acontecimientos nunca se rehabilitaron.
      Próximo a conmemorarse el Bicentenario resulta oportuno fijarnos metas ambiciosas que le reconozcan al heroico pueblo jujeño el valor histórico por su participación inclaudicable en la Gesta de Mayo.
      Por tal razón el Gobierno de Jujuy tiene dispuesto la Declaración de Bicentenario para obras públicas realizadas en los últimos años, con participación decisiva del Gobierno Nacional.

OBRAS QUE SE
PROYECTAN
      Con motivo de la Conmemoración Centenaria el Congreso de la Nación votó una Ley por la que se disponía en su artículo 3º la Suma de Pesos Cuatrocientos mil ($ 400.000.-m/n) para aplicarse a dicho evento. En su inc. a, disponía la construcción de un monumento a la Bandera y al General Belgrano, su creador; para lo cual se destinaban pesos Cien Mil (100.000- m/n) lo que no aconteció. Ante la proximidad del Bicentenario, el Gobierno estudia la posibilidad de subsanar esta cuestión histórica.
      Para ello considera factible ejecutar un proyecto integral que, aparte de erigir el monumento a la Bandera y su creador, constituya un gran Centro Cívico donde se encuentren reunidos todos aquellos edificios que comparten la historia de los jujeños en particular y todos los argentinos.
      En tal sentido es innegable la importancia histórica de nuestra plaza principal, lugar donde transcurrieron importantes acontecimientos, desde la misma fundación en 1593 hasta nuestros días. Dicha plaza se encuentran rodeada por el Cabildo Histórico, la Iglesia Catedral, la sede del Obispado, la Casa de Gobierno con sus jardines y  estatuas de la escultora Lola Mora, la sede de Culturarte y en el centro de la Plaza el monumento ecuestre de Manuel Belgrano.
      Este conjunto histórico-arquitectónico merece redefinirse como el núcleo central de la ciudad de San Salvador de Jujuy trasladándose allí las actividades histórico-culturales, turísticas y religiosas.
En tal sentido la actual Casa de Gobierno cuenta con el Salón de la Bandera que puede ser consagrado como el “Monumento a las Banderas”. Pudiendo alojar el Archivo Histórico de la Provincia, habilitando salones para diversos eventos.
      De modo que se tiende a que el Centro Histórico de la ciudad de San Salvador reabra la importancia y el protagonismo de la provincia entera, cuando se acerca la conmemoración del Bicentenario.




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