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Agustina Ponce

Las vivas formas de los ancestros

En las tradiciones Andinas, incluso hasta el día de hoy, los ancestros constituyeron parte activa de la comunidad, participando en los contextos cotidianos, en las actividades comunales y en muchos de los ritos milenarios que perduran hasta la actualidad.

Hoy consideramos que el aspecto material de los ancestros es el cuerpo de los difuntos. Sin embargo, en los Andes del Primer Milenio de Nuestra Era (es decir, Después de Cristo), los ancestros podían tomar una multiplicidad de formas que, en varias ocasiones, estaban vinculadas con la piedra.

A continuación veremos algunos casos de las actuales provincias de Catamarca y Tucumán en donde los procesos de transformación de los ancestros en piedra dieron como resultado la presencia de monolitos, esculturas, máscaras y arte rupestre a través de los cuales se manifestaba su presencia. Con ellos como mediadores se establecía la posibilidad de reclamar los derechos de uso por la ocupación ancestral de las tierras y de otros recursos importantes para la vida, intervenir ante conflictos comunales, potenciar el ganado y la cosecha, y mantener la memoria intergeneracional de sus descendientes.

 

 

Sobre Monolitos-Huanca y

entierros en las viviendas

 

Al norte de la provincia de Tucumán, en el Valle de Tafí, antaño se distribuían grandes bloques rocosos a modo de columnas con grabados, que fueron denominados menhires por sus semejanzas con monolitos europeos y más tarde los llamaron huancas.

Estos tienen plasmadas figuras humanas, animales y geométricas que se distribuyen en el frente de la pieza o en todo su perímetro. Hoy sabemos que su antigüedad corresponde como mínimo a inicios del Primer Milenio D.C. y se asocian a la Tradición Tafí.

Desde la llegada de los naturalistas Schreiter y Ambrosetti a la zona, su significado no ha dejado de intrigar a los investigadores, en particular porque su ubicación a lo largo de todo el valle amplía las posibilidades de su interpretación.

En las imágenes podemos ver algunos de los Huancas que hoy se encuentran en el Parque Nacional de los Menhires, legado de nuestro último gobierno de facto, que los trasladó arbitrariamente para concentrarlos en un único espacio, provocando una gran pérdida de información sobre el contexto en el que se hallaban anteriormente. A pesar de ello, los estudios sobre estos monolitos no cesaron, y se valieron de aquellos pocos que en la actualidad se encuentran en su sitio original, diversos tipos de documentos y entrevistas con los miembros de la comunidad.

Monolitos-Huanca del Valle de Tafí.1

Los monolitos fueron hallados en lugares diversos: en las residencias, los corrales y las principales sendas que permitían desplazarse entre el Valle de Tafí y otras regiones. También se sabe que muchos de ellos estuvieron ubicados muy próximos al Montículo del Mollar, que constituyó uno de los principales lugares de culto durante el Primer Milenio de Nuestra Era en relación al actual Noroeste Argentino, en opinión de los investigadores Víctor Núñez Regueiro y Marta Tartusi.

Montículo del Mollar, Valle de Tafí.2

Esta multiplicidad de espacios en donde los monolitos se hallaron, llevaron a pensar en la posibilidad de que estén vinculados a una gran variedad de significados y que, a su vez, hayan participado de diversas formas en la vida de los campesinos del Primer Milenio.

Los estudios de Duviols del año ’76 permitieron saber que en los Andes se creía que los ancestros podían transformarse en piedra, en un proceso que denominó “litotransformación”. Desde esta propuesta, la Lic. Jorgelina Azcárate interpretó que los Monolitos-Huanca eran los mismos ancestros transformados y que éstos participaban activamente en la vida comunitaria.

 

De esta manera se interpretó que tenían un rol protector para las casas y los corrales, a su vez que permitía potenciar la fertilidad de los animales que custodiaban. En relación a los caminos, se podría decir que los monolitos, en tanto ancestros, cumplían el rol de demarcar territorios, posiblemente legitimando el derecho de uso de ciertas tierras, o indicando la pertenencia de algunos espacios a la comunidad. Por último, la presencia de los Huancas en el espacio cultico donde se ubica el Montículo del Mollar permitió inferir que desempeñaron un papel importante en aquellas ceremonias donde muy probablemente hayan participado los pobladores del Valle, por lo que habrían ayudado a afianzar los lazos comunitarios durante estas ceremonias.

 

En lo que refiere a la presencia de los Ancestros en el Valle de Tafí durante el Primer Milenio de Nuestra Era, no podemos omitir la presencia de enterramientos en el centro de las casas. Estas estaban constituidas por habitáculos que se nucleaban alrededor de un gran patio en donde se realizaban las tareas generales del hogar. Allí mismo, en pequeñas cámaras se colocaban los cuerpos de los difuntos que posiblemente fueron habitantes y familiares de los que en aquellos momentos ocupaban estos espacios. Así, desde el centro de las dinámicas familiares los difuntos podían participar de las actividades que concernían a sus miembros. Los investigadores Franco Salvi, Julián Salazar y Eduardo Berberián plantean que la presencia de los difuntos en las casas debe haber sido crucial para legitimar los derechos de las familias en relación al resto de pobladores del Valle, actuando como articuladores y reguladores dentro de la dinámica social.

 

 

Máscaras arqueológicas

 

A partir del hallazgo de Adán Quiroga en 1902 de una careta en Fuerte Quemado de Yocavil, se inició una larga historia de descubrimientos relacionados con un tipo particular de máscaras de piedra en el actual noroeste argentino. Estas son ampliamente conocidas por haberse hallado en enterramientos y envuelven un gran misterio debido a la escasez de piezas y de información que se tiene sobre ellas. Esta singularidad, sumada al misterio que complementan con su particular estética, las ha vuelto, además, objeto de deseo para coleccionistas e interesados del ámbito internacional que incluso hasta hace una década al menos, continuaron adquiriendo ejemplares.

Las máscaras proceden de los valles de Tucumán, Hualfin, Tafí y Campo del Pucará, entre otros, según Raffino, y la información a la que se puede acceder sobre algunas piezas es bastante fragmentaria o nula.

Motivados por el hallazgo de una máscara funeraria de cobre en la finca Bordo Macial (La Quebrada, Catamarca), La Dra. Cristina Scattolin y su equipo estudiaron otras máscaras arqueológicas del Noroeste Argentino para compararlas con el ejemplar que hallaron. En total pudieron identificar unas 55 piezas. De este conjunto, solo 10 tienen información sobre los sitios arqueológicos donde fueron encontradas.

Los materiales con las que se confeccionaron son múltiples, pero en su mayoría están hechas de piedra. Sin embargo, hay otras de cuero, resina, metal, entre otros. La máscara que proviene de la Quebrada de Humahuaca, por ejemplo, se caracteriza por estar confeccionada en oro y plata, y se asume que fue utilizada entre el 100 y el 600 D.C., cronología mucho más tardía de lo que se postula para el ejemplar de bronce recuperado en Bordo Marcial, que presenta una antigüedad de 3000 años.

Las máscaras representan aspectos faciales siguiendo siempre el mismo esquema: cejas-ojos-nariz-boca. La mayor parte de ellas tenía perforaciones a su alrededor, probablemente para unirlas a través de hilos al cuerpo de sus portadores. En las imágenes que siguen es posible identificar distintos materiales y formas que adoptaron y las similitudes que tienen con los Monolitos-Huanca del Valle de Tafí en algunos casos.

Máscaras arqueológicas del Noroeste Argentino.3

Suplicantes

Los llamados Suplicantes son esculturas de piedra cuya fabricación fue muy laboriosa por su fina terminación final. El reducido número de piezas que se conoce en la actualidad se corresponde con el inmenso interés que existe en el mercado informal para su adquisición. Las primeras referencias sobre estas excepcionales piezas se remontan a los trabajos de Adán Quiroga y Juan Ambrosetti y más tarde los aportes de Rex González y Núñez Regueiro (década de los ‘70).

Sabemos que corresponden a la tradición Condorhuasi/Alamito, procedente del valle homónimo de Catamarca. Los investigadores Marta Tartusi y Víctor Núñez Regueiro propusieron que estos espacios, tal como ocurría en momentos anteriores con el Montículo del Mollar en el Valle de Tafí, fueron de importancia cultica para el noroeste argentino.

En sitios arqueológicos de esta tradición fueron halladas algunas de estas esculturas, cuyo nombre se debe a la postura corporal que adoptan los personajes representados: como en posición de efectuar algún tipo de rogativa.

La postura corporal de estos personajes también recuerda la forma en la que se colocaba el cuerpo de los difuntos en los enterramientos. Por esta razón y por su similitud con las máscaras faciales que mencionamos anteriormente, se considera que el significado de los Suplicantes estuvo fuertemente vinculado a las creencias de los Antepasados, constituyendo referentes vivos y activos en la vida de las comunidades donde estuvieron insertos.

Suplicantes.4

Arte Rupestre

 

En Antofagasta de la Sierra, provincia de Catamarca, la realización de grabados y pinturas rupestres se inició hace varios miles de años y continuó hasta tiempos muy recientes. Los estudios efectuados por el Lic. Carlos Aschero permitieron identificar que cierto tipo de representaciones están vinculadas al Culto a los Ancestros, en particular las llamadas “Figuras en Bloque” y representaciones de máscaras (ver imágenes siguientes). Estas fueron realizadas a lo largo del Primer Milenio de Nuestra Era en las paredes de toba volcánica que se disponen en la microrregión.

Arte rupestre de Antofagasta de la Sierra, Catamarca.

La relación entre estas representaciones de Arte Rupestre con los Menhires del Valle de Tafí y las máscaras de piedra han quedado establecidas por estos investigadores. Se considera que la roca donde están confeccionados los grabados rupestres estaría cumpliendo la misma función que los Monolitos-Huanca de Tafí.

Ellos, junto a los Suplicantes se interpretan como Huancas, es decir, los dobles de piedra de los ancestros.

 

 

Del Ancestro, a la Piedra, a la Comunidad

 

Los estudios de Duviols permitieron comprender aquellas creencias andinas a partir de las que se concebía que cierto tipo de piezas “podían contener el alma de los difuntos”. En este marco, los Huanca (monolitos de piedra) tienen una estrecha relación con el cadáver del difunto en cuanto representan su doble. En este marco, los ancestros fueron entendidos como los fundadores de los linajes que fueron ocupando generación tras generación distintos espacios de los valles y la puna. En estos contextos se observa una marcada continuidad en los espacios habitados y en las prácticas de vida que se mantuvieron en algunos casos, como en Antofagasta de la Sierra, por varios miles de años.

Los ancestros ayudaron con su potencia fertilizadora y germinal a que el ganado y los frutos de las cosechas fueran prósperos y se multiplicaran, y constituyeron verdaderas marcas en los paisajes vividos en donde el derecho de uso de las tierras y los recursos animales vegetales e hídricos fueron fundamentales para el desarrollo de la vida, en particular en aquellos momentos en donde las condiciones climáticas afectaron la disponibilidad de los mismos.

Los casos que aquí expusimos son apenas unos pocos entre las múltiples manifestaciones de los ancestros en el Noroeste Argentino que, en muchos casos trascendieron las actuales fronteras nacionales, alcanzando su distribución hacia los Andes Centrales. Esto no quiere decir que en todas partes se haya concebido a los ancestros de la misma manera. Pero sí podemos afirmar que hubo una práctica andina fuertemente arraigada que permitía seguir compartiendo con los difuntos luego de su muerte, los contextos cotidianos y rituales. En este marco, los ancestros desempeñaron un rol fundamental en lo que respecta a los procesos de integración comunitaria, ya sea para resolver disputas, reclamar derechos de uso de tierras, pasturas y otros recursos y aportar a la construcción identitaria de los linajes, cuyas continuidades van desde algunos siglos hasta superar los mil años de tradiciones compartidas.

 

 

 

NOTAS

  1. Fotografías obtenidas de: http://2.bp.blogspot.com/ //http://ttnotes.com/images/parque-de-los-menhires-around-taf%C3%AD-del-valle-5.jpg

  2. Fotografías obtenidas de: http://mundoimagenes.eu/wp-content/uploads/2018/07/Foto8_mont%C3%ADculo-en-cuyas-inmediaciones-se-encontraron-esculturas_DSCF0538.jpg

  3. Tomado de: Scattolin 2010:29,43.

  4. Tomado de: Raffino, Iácona y García Montes 1997:13,14,15.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

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Raffino, R. 2001. “Planete des masques” y el patrimonio arqueológico nacional: crónica de una fuga. En Historia argentina prehispánica, A. E. Nielsen & E. E. Berberián, Eds., Tomo 1,pp. 949-952. Córdoba: Editorial Brujas.

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Scattolin, M. C., Bugliani, M.F., Cortés, L.I, Pereyra Domingorena, L y M. Calo. 2010. Una máscara de cobre de tres mil años. Estudios arqueometalúrgicos y comparaciones regionales. En: Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, vol 15, nº1, 2010. Santiago de Chile. ISSN 0716-1530. pp. 25-46.

Salazar J. 2010.Viviendo con los ancestros. Un análisis de las inhumaciones en contextos domésticos del primer milenio en el valle de Tafí. En: Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Cricyt, Mendoza . Pp 635-640

 






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