Yo tendría once años, soy del 39; una vuelta el intendente del pueblo, Duarte, así se llamaba, Antonino Duarte, cuando ya tenia encima las elecciones y había robado tanto que si no lo reelegían, lo metían preso, había dicho para darse importancia en un acto político, que su querida prima y el Coronel Perón iban a visitar en gira proselitista Caimancito.
Este Antonino Duarte era dueño de medio pueblo, tenía almacenes en los obrajes y la fábrica de hielo. Todos le debíamos, hacíamos cola para comprar con la libreta.
Don Antonino tenía un ladero con fama de matón, un tal Chumbita. El día anunciado de la visita, desde la mañana, estaba la gente en la Intendencia. En medio de una nube de tierra, abriendo paso, aparecieron dos motociclistas y un Packard negro limpísimo que manejaba un chofer de uniforme; en el asiento de atrás, Evita, con tapado de piel, y el Coronel Perón.
La gente los conocía por las fotos nomás y estábamos tan emocionados con tantas horas de espera, meta discursos de Perón y chamamé, que la vimos a Evita más linda y jovencita, como si fueran el padre y la hija.
Don Antonino estaba radiante, dijo que éramos protagonistas de un día histórico en Caimancito: “un día glorioso para la argentinidad”, miró al cielo y lo comparó con los colores de la bandera que estaría flameando en la escuela que construirían en el pueblo y aprovechó para mencionar las viviendas que levantarían para los sacrificados trabajadores de los obrajes.
Después dijo: “mi querida prima Eva Duarte de Perón” y señalando al Coronel, agregó: "el padre de los pobres, el primer trabajador, el compañero Juan Domingo Perón.”
Ahí fue que ella me dio un beso. Estaba transpirando la pobre con ese tapado de piel en medio del monte. La cosa no duró más de diez minutos. El Coronel Perón aconsejó votar a Don Antonino: “mi pariente y representante en Caimancito” y alzando los brazos, exclamó: “Me despido porque tenemos que visitar a los compañeros de Fraile Pintado y Colonia Guayacán”.
A todo esto, el chofer y Chumbita repartían botellas de sidra y pan dulce, como si fuera fin de año.
Se fueron nomás, en medio de la tierra, detrás de las motocicletas; todos aplaudían, algunos lloraban.
Don Antonino ganó por robo las elecciones y meses después nos enteramos de que, en la misma época, Evita estaba en España.
El hijo de puta había mandado a Chumbita a Rosario con mucha plata y se trajo dos actores y a los motociclistas. Cómo se nos cagó de risa.
Pero siempre quedó la duda, la gente ve lo que quiere ver.
Después Don Antonino se acomodó con los milicos, y fue Intendente otra vez con los radicales; pero en el 70, apareció tirado en el monte con el Chumbita, como con veinte tiros cada uno y un cartelito que decía “Con Evita no se jode”. Nunca se supo quién fue.
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