“…resultó uno de los seres más maravillosos del planeta […] tanto así por su devoción a la tierra que habita. […] Pombero por sobre todas las cosas, antepone la naturaleza a su propia vida […] la naturaleza lo es todo. Es un ser sabio, el conocimiento que posee es único. Cuida de la fauna y flora y de los buenos modales. Valorar la vida por supuesto (creo que estoy siendo reiterativa) […] me costó tanto entenderlo, hacerme su amiga, y los años no pasan en vano. Vagar por los montes, cuidar aves y roedores, toma tiempo estar atenta, él me cambió la vida. […] Pombero es una versión más inocente, pequeña y por tanto menos desarrollada de nosotros mismos. […] un ser fantástico que ronda, invisible, los valles, en busca de transgresores, destructores de la vida silvestre. […] una vez castigó un adolescente, lo hizo colgándolo a 6 metros de altura en un eucaliptos, el joven estaba loco para cuando lo encontraron, arañado y loco […] he dedicado la vida a estudiarlo, a entenderlo […] la empatía que posee hacia los seres vivos es increíble, lo siente todo, sufre […] una vez que hicimos contacto nada pudo separarnos. Y cuando digo nada… es porque mi obsesión hacia Pomberito se remonta a mi infancia […] cuando nos vimos por primera vez éramos dos niños, dos vidas se cruzaban […] y cuando digo nada pudo separarnos… es porque Pomberito sigue aquí, conmigo.”
Las teclas de la máquina de escribir Olivetti, dejaron de martillar de golpe el papel autor marca Ledesma.
Flora exhausta.
Este libro le quitaba la vida.
-Uff… ya estoy vieja para esto, pero falta. Falta darle un nombre…- Flora Pizarnik decidió estirar las piernas y darle un descanso a la mutilada máquina de escribir. Tenía los dedos pesados y alguna vez le dijeron “mano de lana”. Debía reconocer, era muy bruta. Pero esas enormes manos eran los canales para transmitir tanto conocimiento y creatividad. Flora es escritora. No tan reconocida como quisiera, pero escritora al fin.
La cabaña se ubica en un amplio terreno, cuesta arriba, en el barrio Los Perales, perdida un poquito en el monte. Aislada. Ideal. Es un lugar alejado, dónde se deja llevar por sus pensamientos. Deja escapar algunos, para capturar, marchitar a golpes con metálicos moldes tipográficos. Secuestrándolos en el papel Autor 80 gr marca Ledesma. Así le gustaba pensar. Podía ser salvaje. Violenta.
-¿Y qué nombre le vamos a poner?- En el único ambiente de 5 x 5 metros, algo pareció moverse frenético.
Flora se preparó un té rojo chino, endulzado con “stevia” y sazonado con menta silvestre.
Algo pareció moverse de nuevo en la esquina más oscura de la cabaña.
-Eso hará que me enoje…- Algo dejó de moverse. -Y ambos sabemos lo que pasa cuando me enojo… ¡YA SÉ! ¡TENGO QUE APRENDER A RELAJARME!-
Flora parecía una loca ermitaña.
-Entiendo lo que te pasa…- Se acercó a la esquina oscura. -¡Hoy es nuestro último día juntos!- Lo dijo como una niña a la que las despedidas la entusiasman. Y en la esquina a oscuras, ese algo empezó a chillar desconsoladamente.
-¡SHUU! ¡CALLATE!- Se llevaba el índice a los labios recordando esas fotos con enfermeras monocromáticas. De esas emparedadas en la sala de espera de un hospital pidiendo SILENCIO.
-¡No me hagas enojar!- Y ese algo chilló más.
Flora, con sus enormes y descuidadas manos, agarró de entre tanta oscuridad al ser oculto. Parecía un niño, pero tenía el rostro avejentado y dañado. Golpeado. Lo levantó por los aires hasta que las miradas de ambos se encontraron.
-Pomberito…- Cariñosa. -Tanto tiempo juntos…-
Ese ser fantástico y maravilloso, guardián de la naturaleza, destilaba horror por las venas. Maltratado, torturado. No le quedaban uñas para arañar, porque Flora se las quitó por seguridad. Y sus pies dispares, rotos colgaban, porque Flora miedo tenía de que pudiera escapar. Tampoco había dientes para masticar, Flora temía salir mordida.
Apenas le quedaba vida.
-Siento mucho lo que tuvimos que pasar.- Flora le acarició la cabeza y lo abrazó como a un recién nacido. Bruta. Se llevó al pecho al ser fantástico, desnutrido, que tampoco podía hablar, porque Flora la lengua le tuvo que rebanar.
-Me has ayudado tanto amor.- Flora lloraba alegre. -Pensar la cantidad de animales… los maté por vos. No había otra forma “Mi Pomberito”. Yo tenía que escribir.- Pombero también lloraba, desgarrado de alma, al borde de la locura. Inmóvil.
-Y tuve esta gran idea, amor, de escribir sobre vos.- Lo acarició como una madre sustituta lo haría.
-No quería ser como esas escritoras que no viven la experiencia. La experiencia lo es todo. Investigar es necesario. ¡ESAS NO SE PUEDEN LLAMAR ESCRITORAS! Si no conoces a la “Luz mala”, ¡NO SOS ESCRITORA! Si no pudiste ver al “Familiar”, ¡NO SOS ESCRITORA! En cambio… ¡YO VIVÍ CON POMBERO!- Flora tomó un respiro importante, se tranquilizó, paseó por la cabaña con Pombero en brazos, callado, lo llevó hasta la única ventana. Hacía tanto que el pequeño no veía el verde del monte…
-¡ESO ES!- Flora convulsionó de felicidad y en sus brazos Pombero chilló de miedo. Porque cuando dos seres vivos pasan tanto tiempo juntos, y tantas cosas desagradables, ambos pueden anticipar las acciones del otro.
-EL LIBRO SE LLAMARÁ…- Se miraron a los ojos de nuevo. -¡POMBERO Y YO!-
Ese ser fantástico, mitológico, guardián de la naturaleza, amigo de los campesinos, defensor de los buenos modales, cortó el llanto en seco, dejó el cuerpo flojo, y se relajó. Lo peor había pasado.
Y el “crack” de su cuello, muy fuerte sonó.
-Te voy a extrañar mi Pomberito…- Flora retomó la escritura. Hizo sufrir la máquina de escribir Olivetti, mientras en la esquina oscura, los ojos vidriosos sin vida de Pombero invitaban insectos y alimañas a alimentarse de su ser.
Los moldes metálicos, tipográficos, golpearon con fuerza el papel, sangraron tinta, y en la impresión, solemne quedó:
“POMBERO Y YO”
de Flora Pizarnik.
*Diseñador Gráfico, Docente de Producción Gráfica y Diseño Editorial, en el Colegio Los Lapachos, el Complejo Educativo José Hernández y en el espacio METAARTE. Se ha desempeñado en el ámbito teatral desde la multimedia. Ganador de la Beca Multimedia y Teatro otorgada por el INT en el año 2010. Ha Producido y Dirigido "Autopsia de un Delito" y "Caja Negra Multimedia y Teatro". En el año 2013 registra la editorial "Ben Proyect" y publica "Autopsia de un Delito y otras enfermedades", en el 2017 “Los Fabricantes de Muerte” y “Qi”. Participó en diversas Publicaciones como Intravenosa, El caldero del diablo y La Gacetilla. Trabajó en la revista A+d (Arquitectura + Diseño) y actualmente en la editorial 3Ramones junto a Orlando Agüero. Su cuento corto “Timer” fue adaptado a la historieta y llevado al cortometraje recientemente.
El 7 de diciembre se presentará SEDE (Secretaría de Escritores) en el espacio cultural “Casa de las Letras”. Incluye el cuento “Pombero y Yo”.
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