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San Salvador de Jujuy - ARGENTINA /

Hotel Gregorio
Finca La Colorada

Hotel Gregorio

 

 

Machaca

El visitante

Este camino

ya nadie lo recorre

Salvo el crepúsculo.”

(Basho)

 

Cuando todo eso sucedió, los pocos escritores que quedaron, decidieron emigrar a otras zonas menos comprometidas del conflicto. Ellos inspiraban un respetuoso desprecio.

La Gladis permaneció en Yala, esperando el traslado que la llevaría a Chorcan. La Escuela de Letras aguardaba sus servicios para dirigir la palabra.

A la espera, sus días se consuman con traducciones, lectura y pensamiento. Y recordando a Charly (B) que había dejado una atractiva impresión en el caserío.

Algunas frases le estallaban en su cabeza “…el amor es una niebla que quema con la primera luz de la realidad…” y otras tantas ocurrencias del gringo antes de ser succionado.

Piensa que entre el amanecer y el ocaso hay más tiempo del que el hombre puede gastar. Camina por el costado de la acequia que conduce a la vieja casona; se detiene un instante observando el río Mekong que bordea Yala. Trae agua fría y cristalina, cuando crece, parece un volcán que vomita piedras; intuye que tal vez algunas palabras se transforman en erupciones violentas, incluso antes de que el escribidor las pronuncie; y mientras traduce a un poeta Iraquí, (Abdul Kareem Kasid) canta: “…en mis manos, las del pasado y la del futuro cargaré dos piedras y correré con ellas. Aún en la más leve de las brisas volaré…”

En la puerta de la vieja casona se le aparece un hombre flaco y desgarbado.

 

-Buenas tardes, dice con señal grave y solemne.

-Mi nombre es John, John Berger, traigo un mensaje para Charly, desde Londres.

Y antes que La Gladis conteste dice:

-Ha sido un largo viaje; él no puede volver, ellos han tomado el control.

Como explicar al viajero que Charly fue succionado en la inter-fase de Tumbaya, y no hay rastros de él.

-Don Charly partió ayer, logro balbucear la Gladis.

-Hubo interferencias en la zona de succión, y se perdió la señal, concluyó ella.

-Necesito urgente una central de OTI, dice el hombre.

-Una qué… ?

-Oficina Telepática Inter-fática (OTI) repite

-Haaaaaaa, La Gladis respira, bueno sí, aquí se llama “la cabina”, venga sígame, yo lo acompaño.

 

El hombre entró a una vieja casa donde antes funcionaba una oficina de correos. Permaneció un largo periodo encerrado, lo que produjo cierto malestar en la gente que necesitaba comunicarse.

Desde que todo eso sucedió, “ellos” irrumpieron en la región bloqueando todo tipo de enlace externo. La cabina era el único modo de conectarse con el mundo.

Así funcionó la palabra que requería decirse fuera de la zona de conflicto. Estaba instalada en un cuarto pequeño, sin ventanas, con solo un asiento y un auricular inalámbrico.

La persona que necesitaba comunicación con el exterior se ajustaba los auriculares, cerraba los ojos y con los puños cerrados retenía en su pensamiento toda la información que debía expresar al exterior. En segundos, recibía unos pulsos eléctricos de baja frecuencia, que significaba una trasmisión clara y nítida. Al lado, también existía una oficina de tele-transportación, sin embargo, nadie la había experimentado todavía.

En Yala, la cabina era de voltaje intenso, estaba integrada al cinturón de Van Allen y Cauchari, zona de gran concentración de partículas de alta energía producidas por el viento solar capturado en las celdas híbridas, que ayudadas por la anomalía de Molulo, engendraba una enorme fuerza electromagnética propicia para el pensamiento.

El hombre salió de la cabina impresionado por la nitidez de la comunicación. Un campo iónico de transferencia de contenidos mentales completo, dijo, mientras anotaba unas siglas indescifrables.

La Gladis, un poco temerosa preguntó:

 

-¿Entonces pudo comunicarse con Don Charly…?

-No, la percepción extrasensorial fue intervenida por ellos, pero él está a salvo en un hiato cósmico entre Palca de Aparzo y Ozak, en Misuri.

 

Apresurado dejo el caserío, no sin antes verificar algunas coordenadas para el despegue. Tomo impulso y se lo vio elevarse donde el río Mekong se junta con el Urubamba.

Antes, había dejado un papel de anotaciones cifradas para evitar que ellos conocieran ciertos detalles.

La Gladis leyó cuidadosamente las instrucciones pero no comprendía algunos mensajes encriptados. Habría que adivinar, pensó, mientras corría hacia la vieja casona a buscar en la biblioteca el libro que pudiera ayudar con la clave.

El papel dejado por John contenía siglas numéricas y símbolos pre-lingüísticos de una época remota. En la combinación de ambos, La Gladis descubrió como reveladoras las palabras utopía y esperanza.

Para desentrañar el significado de la clave, entre esas palabras, una debía ser superadora para contrarrestar los graves efectos que ellos produjeron cuando todo eso sucedió.

Después de innumerables combinaciones fallidas, La Gladis llegó a la conclusión de que en la utopía la felicidad es obligatoria, y por ello no se la puede alcanzar en la realidad.

En cambio, la esperanza no es un dogma, está ahí para que fluya en el presente, sin desprecio del hoy. Las esperanzas titilan como la llama de una vela, si se apaga, se va también con ella la realidad.

Los Uros y Ukunaris surgidos cuando todo eso sucedió,  creyeron que debían seguir un dogma, despreciaron el presente, de allí que la lucha debía concretarse por la esperanza. Porque al final, decían, las palabras se irán afinando hasta ser silencio, y ni siquiera corriendo detrás de toda una vida va poder uno alcanzarlo.

Una lucha por el silencio. Un silencio comunicacional que revele el estado de plenitud, de pura depuración, de dureza contra sí mismo, ahí estará el reto de las nuevos portadores de pensamiento.

Sin mucha certeza, La Gladis salió rumbo a la estación, llevaba consigo un cansancio cósmico y una respuesta; el tren de la medianoche estaba a punto de partir.

El sobre debía ser entregado en el vagón a doña Bartolina Siza, que viajaba camuflada como turista; para despistar, escuchaba a todo volumen por radio a Luzmila Carpio, “…escuchen a los pájaros cantar…”.  

En Trapalanda esperan el paquete cifrado. La contraseña es Xolotl (el dios que cambia), dicho en Naultlh.

Él, que ya había recibido el mensaje telepático, se ocuparía del resto.

 

(En tanto, por la ruta que corre paralela al tren, una inmensa caravana de cuatro mil o cinco mil personas camina rumbo al norte, anhelando llegar al paraíso. Desde la OTI, se recibió una señal que dio cierta tranquilidad en el caserío. John Berger había superado la inter-fase Tumbaya rumbo a Potosí y La Paz).

 

 

San Salvador de Jujuy, …………….-

No habiéndose deducido oposición en término, téngase por constituido como Actor Civil en la presente causa al Dr. ……………….en nombre y representación de ……………, a mérito del Poder para Juicios que adjunta  








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