Ernesto Altea
El dÃa después de mañana
El crack financiero mundial marca un cambio profundo porque, además de los procesos económicos y sociales que desencadenó, cuya profundidad y efectos aun no podemos prever, seguramente marcará un cambio polÃtico tan significativo como lo fueron las últimas guerras mundiales, la caÃda del Muro de BerlÃn o el ataque a las torres gemelas.
No sólo porque el capitalismo sin ética haya desnudado toda su inhumanidad destruyendo jubilaciones, años de trabajo y ahorro, millones de empleos y, sobre todo esperanzas, sino porque provocará un significativo cambio en la balanza del poder en el mundo. Asà como después de la Primera Guerra Mundial comenzó el declive del imperio inglés y el ascenso norteamericano, tendencia que terminó de concretarse después de la Segunda, ahora le toca a los Estados Unidos entregar el cetro del control mundial a un nuevo grupo de aspirantes, formado por China, Rusia, India, Brasil. Con esto no quiero decir que la historia se repite ni que Europa o Japón estén por descender de categorÃa y pasar a ser paÃses de segunda. Ni mucho menos que los EEUU se estén apagando de pronto. Al contrario, lo que pienso es que la dinámica de la historia es ahora diferente, por lo que seguramente viviremos una época en la que varios paÃses disputarán espacios de poder en la cúspide.
Las comunicaciones globales, la velocidad de los medios de transporte, la interdependencia de fuentes de energÃa, la permanente innovación tecnológica y la globalización de los mercados, hacen que gobernar el mundo actual, no pueda ser obra de un solo paÃs. Requiere coordinación entre muchos actores, capacidad de encontrar consensos rápidamente para temas urgentes, y flexibilidad para adoptar decisiones pragmáticas cuando se trata de impactos globales. La mejor prueba de lo que afirmo está en las acciones que los gobiernos de Europa, EEUU y el resto del mundo, tuvieron que tomar con motivo de la crisis financiera.         Nadie pudo actuar solo, porque cuando pretendió hacerlo, los resultados fueron mayor desconfianza en los mercados. Los actores económicos comenzaron a serenarse recién cuando percibieron que los presidentes se ponÃan de acuerdo y mostraban polÃticas coordinadas.
Quienes suponen que es el fin del capitalismo, se equivocan. En todo caso lo ocurrido equivale a la poda de un árbol que creció de manera descontrolada. Después que caigan las ramas sobreabundantes, junto al dolor de las pérdidas florecerán nuevas alternativas y modos de practicar el capitalismo. Ojala con mayores controles para que no se produzcan nuevos desbordes. Pero la ambición e imaginación humanas son infinitas, asà que seguramente habrá que estar muy atentos para que la serpiente no vuelva a devorarse a sà misma por la cola. Tampoco será el fin de los EEUU. Es preciso recordar que su PBI es un cuarto del total planetario, que el 50% de las finanzas del mundo se mueven desde allà y que tienen el ejército más poderoso. Â
Sin embargo, para salir de este gigantesco desorden será necesario acordar polÃticas de reactivación y aplicarlas coordinadamente, hasta que aparezcan resultados positivos. De no ser asà primarÃa la ley de la selva donde los productores más grandes inundarÃan los mercados con sus excedentes, destruyendo las producciones incipientes de los más pequeños, generando un espiral descendente de desempleo, parálisis económica y miseria en toda la periferia del mundo desarrollado. Y la desesperación provoca dos fenómenos inmediatos: migraciones masivas y guerras fundamentalistas. Las primeras son indeseadas por las naciones ricas, las segundas, en cambio, pueden ser opciones para reactivar industria bélica, fortalecer liderazgos y recuperar mercado interno. No debemos olvidar que después de la crisis del 30, surgieron lÃderes carismáticos fundamentalistas como Mussolini y Hitler, a cuya sombra se gestó la Segunda Guerra Mundial con su secuela de 30 millones de muertos y la bomba atómica.
Caminamos hacia un mundo menos polarizado donde no importará tanto ser número uno, como estar entre los 5 que deciden. Porque está demostrado que temas como las finanzas, energÃa, cuidado del medio ambiente, servicios de salud y educación, manejo del agua, desarrollo de armamentos y otros de orden global, no deben quedar en manos de un solo paÃs, ni mucho menos de grupos de poder integrados por empresarios y polÃticos que toman decisiones despojados de toda conciencia ética. Sin embargo, del deber ser a la realidad, suele haber un largo trecho. Por lo que, para funcionar con armonÃa, este nuevo espacio multilateral requerirá un gran esfuerzo y mucho equilibrio.
El lado positivo es que probablemente en este escenario resulte más factible discutir a fondo y tomar medidas para controlar el calentamiento global, los mercados financieros, la producción de armamentos, el uso racional del agua, el tratamiento de la basura y la producción de alimentos. No soy tan ingenuo para creer que estos probables hechos positivos serán resultado de una mayor solidaridad entre los pueblos. Lo que creo es que la profundidad de la crisis y la gravedad de sus consecuencias, demostrarán la necesidad de actuar coordinadamente en temas globales como los mencionados. Sobre todo porque estas crisis siempre provocan ensanchamiento de la brecha entre los que más y los que menos tienen.
¿Y a los jujeños qué nos depara el dÃa después de mañana? Somos una hoja flotando en el rÃo de la historia. Nuestra página de gloria fue escrita hace casi doscientos años por un grupo de hombres que defendieron con su vida una idea de libertad, que luego les llegó devaluada. Murieron para dejar a sus familias pobreza y desamparo porque, mientras en Buenos Aires se disputaban las tajadas de los derechos aduaneros, los jujeños seguÃan peleando y muriendo en el campo de batalla hasta bien entrado 1.821. Después hubieron chispazos de grandeza y algunos esfuerzos consistentes que lograron construir sobre cenizas una provincia esperanzada. Nuestra generación, sin embargo, aún no ha sido capaz de aportar a aquella gloria. La mezquindad, la ignorancia y la corrupción, han infestado hasta el hueso nuestra dirigencia hundiéndonos al fondo del abismo de la pobreza y el desánimo. Los lÃderes más notables lo son por su capacidad de protesta, pero nunca de propuesta. Hemos perdido el rumbo en tres temas fundamentales: la ética polÃtica, la educación para la vida digna y el trabajo productivo.
Esta transformación global que vivimos puede profundizar nuestra decadencia, aunque también podemos convertirla en una oportunidad para el cambio. El resultado no debe depender de un lÃder salvador, o de un grupo de iluminados. La transformación positiva de Jujuy necesita del esfuerzo consistente y coordinado de la mayorÃa de los jujeños. Asà los resultados llegarán a todos y habremos construido una sociedad más equitativa. El desafÃo es enorme, pero la oportunidad está esperando. Sólo depende de nosotros.  Â
Perdiendo el tren
Mientras el ministro de la Producción parece preocupado sólo porque se termine el atrasadÃsimo estudio de recuperación del ramal Jujuy-La Quiaca, Salta avanza con López Arias a la cabeza, para recuperar el tramo de ferrocarril que une Pichanal con J.V. González, y desde allà a Rosario y el puerto de Barranqueras. Esta decisión deja de lado la producción jujeña, ya que nuestro ramal troncal que vincula Perico con aquella estación, vÃa Metán, quedó fuera de prioridad.
Pregunto: ¿Los representantes jujeños defenderán los intereses provinciales o depondrán armas ante las instrucciones K y, por lo tanto, la producción local debe resignarse a seguir participando?. Creo que a esta altura de los acontecimientos, abundar en explicaciones sobre diferencias de costos de flete entre ferrocarril y camión, es faltar el respeto al lector. Todos sabemos que es más del 30%. Tampoco tiene sentido seguir argumentando que un tren de carga poluciona menos que 20 camiones, o que el transporte ferroviario alivia las rutas mejorando la seguridad vial. Todos argumentos demasiado conocidos para que tengamos que repetirlos.
En cambio, lo que no se está tomando suficientemente en cuenta es lo que significa para una región no contar con ferrocarril. Perdimos la memoria de la importancia socio económica de tener un vÃnculo con el mundo, que sea confiable y barato. El tiempo y la permanente matraca que llega desde Bs As, diciéndonos que el ferrocarril estaba obsoleto y producÃa pérdidas, nos ayudó a aceptar como verdad irrefutable que era preciso suprimirlo. Entonces olvidamos también que el tren posibilitó el desarrollo del interior, poblando los enormes espacios vacÃos con pueblos que fueron base para que los inmigrantes hundieran el arado en la tierra virgen y recogieran las cosechas, transportarlas al puerto, y de allÃ, al mundo. Gracias al ferrocarril, Argentina se expandió y llegó a ser el âGranero del Mundoâ, tierra de promisión para los que quisieran trabajar. Florecieron las herrerÃas, carpinterÃas, fábricas de implementos agrÃcolas, molinos de granos, la industria azucarera, la minerÃa metalÃfera.
Sea por la ceguera de algunos, la falta de grandeza de otros y los enormes intereses que se movilizan a ritmo de tango, los ferrocarriles de la periferia, es decir los más alejados del puerto y, por lo tanto, los más necesarios, fueron paralizándose por órdenes de quienes gobernaron desde la década del ´70, fuesen militares o polÃticos. En un acuerdo tácito, todos dejaron morir o mataron ex profeso cada ramal ferroviarios en un delirio genocida, cuyo éxtasis fue el anuncio de Cristina K de instalar un tren bala entre BsAs y Córdoba.Â
Mientras el resto del mundo trata de bajar costos de transporte para mejorar competitividad de sus empresas y cuidar el medio ambiente, en Argentina las autoridades trabajan para desalentar la producción fomentando costos irracionales, como el transporte de larga distancia por camión. En este marco los jujeños nos hemos convertido en espectadores de nuestra propia decadencia, buenos para reclamar al Estado planes sociales y subsidios a la pobreza, o reivindicar nuestro pasado originario, pero mansos para aceptar la humillante limosna que manda el gobierno nacional. Hemos permitido que se devalúe tanto nuestra dignidad, que los méritos de los gobernantes actuales se miden por su proximidad con el gobierno central. Nuestro faro ha dejado de ser la capacidad de trabajo, de creación o de organización. Ahora nos alumbra y encandila Buenos Aires, por eso a nuestros representantes les preocupa cuidar la relación con el padrino de turno, olvidándose de trabajar para los verdaderos intereses de los jujeños, que nos permitirÃan salir de la dependencia del centralismo y la coptación polÃtica.
En 1.893 llegaba el tren a orillas del RÃo Chico. Bastaban 36 horas para ir a Buenos Aires. Hoy no solamente no llega, sino que desde Perico demora 20 dÃas para llegar al puerto. Es hora de recuperar la dignidad y lograr que se rehabilite un ferrocarril moderno, adecuado a las necesidades de los jujeños, para que nuestros productos tengan alternativas de transporte competitivas que potencien nuestras capacidades y despierte las iniciativas dormidas tanto tiempo. Jujuy lo merece y lo reclama.