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Laura Barberis

Hablemos de Política

      La carrera disparada hacia las elecciones se encuentra aún en una primera etapa relativamente silenciosa. Silenciosa pero nada tranquila. Grandes, medianos y chicos se miden, esperando algún movimiento, para planificar el propio.
      La verdad que Jujuy es hoy una provincia atravesada por el miedo: miedo, como el que vive gran parte de la humanidad -sea sicosis o criterio de realidad- por la crisis financiera internacional; miedo porque en Argentina los medios van y vienen diariamente con malos presagios económicos, sociales y ambientales mientras la pobreza crece sin que se la reconozca oficialmente; miedo porque en Jujuy esa pobreza es proporcionalmente mayor; miedo porque hay muchos robos; miedo porque no sabemos qué se planifica, o si se planifica algo, desde la política para el futuro ni a corto ni a mediano plazo; miedo porque el desgaste oficial es muy fuerte y porque la oposición no propone nada convincente; miedo, conciente o no, porque la sociedad siente que no puede parar la caída libre de su propia fragmentación y, en consecuencia, de quienes la conducen.
      En cuanto se equilibre un poco la situación salarial local, ya que todos sabemos que, sancionado en Senadores el adelanto de las legislativas -así las cosas, a la hora de cierre de esta edición-, las provincias van a contar con más recursos de Nación, precisamente porque ¡hay elecciones! Es el estilo argentino, qué se le va a hacer. Cuando hay campaña electoral el oficialismo del palo que sea, tiene plata para producir un aflojamiento en el humor social y aún para auspiciar más de un gasto de la oposición.
      Ya se sabe que en las legislativas el electorado va menos a votar que cuando hay que elegir intendentes, gobernadores y presidente, pero igual alarma considerar la fuerte predisposición de la gente que dice “para qué voy a votar, si todo está peor”. Aunque no hay que olvidar el cruzado corte de hace dos años en toda la provincia. Por ahí, por ahí…De todas formas aún es pronto para especular y hacer vaticinios, salvo preguntarse si habrá para elegir.

      El panorama nacional remite, por lo menos para mí, a la historia argentina de siempre: todos contra todos y con furia. Algo hemos madurado, no nos matamos por las calles como en el siglo XIX y no pasan los diversos horrores del siglo XX. Pero se ve a los dirigentes, presuntos candidatos o no, afirmarse a través del insulto, el chicaneo, la provocación, la denuncia; nadie afloja nada y entre todos van tensando hasta el paroxismo el clima que los medios, reiterativos e interesados a su vez, nos meten en el día a día. El oficialismo distorsiona y la oposición responde inmediatamente, ambos fanáticos, con apasionamientos que se retroalimentan hasta olvidarse que la realidad está ahí, esperando de ellos atisbos de madurez, de sentido común. Las encuestas reflejan claramente la definición del electorado respecto de unos y otros, pero si bien ambos se mueven ajustando acciones a partir de lo medido, no se cambian enfoques ni rumbo. Dan pena. Pero nosotros, la gente común, como sociedad, también damos pena.

      En Jujuy las organizaciones sociales afines al estado nacional trataron en las últimas semanas de equilibrar, compensar quizás, la protesta sostenida de docentes y algún otro sector de estatales. Finalmente lo extremo y largo de la huelga de hambre de los profesores, más el paro y el que no se iniciaran las clases, más cierta recuperación del diálogo y ampliación de la oferta del gobierno, descomprimió. Pero no parece que las cosas se vayan a mantener tranquilas por demasiado tiempo. La situación económica no es nada alentadora, el desempleo en el sector privado crece día a día, como bien reconocieron con alarma directivos de la Unión Industrial y de la Unión de Empresarios, quiénes, en algunos casos, tuvieron fuertes críticas hacia el gobernador y el gabinete provincial; el año electoral agrega, como es usual, fuertes condimentos al revoltijo en que vivimos. Aparte, la disputa por la calle, y el poder y el miedo que de ella deviene, no es un agregado menor. Al igual que la crisis interna del justicialismo local, en el gobierno, y dividido al parecer en forma irreconciliable, entre el oficialismo del Frente para la Victoria encabezado por Eduardo Fellner por un lado y por otro, las huestes de Carlos Daniel Snopek, que también apoya a la presidente de la Nación y al presidente del PJ nacional, por definición y también con su voto en la Cámara Baja. Rubén Daza, muy mermada la representación de Unión por Jujuy, hasta ahora sigue formando parte del kirchnerismo. El único que está en contra y adhirió explícitamente a los hermanos Rodríguez Saá, es José Luis Martiarena, cuya incidencia electoral habrá que ver y en el snopismo saben que puede ser un salvavidas de plomo allegar esos votos. Una cosa es segura, todo ellos no van a participar de una interna, aún en el caso de que las hubiera.
      El fellnerismo por su parte tiene bien complicado el armado de campaña con la recontrainterna que se da entre las aspiraciones de Rivarola-Segura y el intendente Ortiz, por ejemplo; la latente amenaza de los Moisés de emigrar por su cuenta y riesgo; Jenefes tras lo suyo, que es casi todo lo que está escriturado en Jujuy; Marcelo Llanos, el del discurso inteligente y popular, parece que ya fue “abrochado”, quizás porque era al que más temían por su posibilidad de convocar dentro y fuera del peronismo. Y el descontento de la gente con el gobierno de Cristina no augura alternativas de arrastre.
      Y la UCR, por la suya, no tiene demasiado que ofrecer a los aliados con los que se replique aquí el entramado de la Coalición Cívica; hablo de socialistas, Ari-Cambio Jujeño, Movimiento Popular Jujeño; también es verdad que estos últimos, por diferentes motivos y cronologías, tienen muy disminuida la cantidad de votos que podrían arrimar. Tampoco la recontrainterna da respiro a los correligionarios. La candidatura de Gerardo Morales a diputado nacional no se discute, pero de ahí para abajo la atropellada es feroz, sangrienta, y el argumento que algunos dirigentes proponen al electorado es para mi incalificable -en serio, le estuve buscando un adjetivo un buen rato y no pude encontrar ninguno- “prueben con nosotros, a lo mejor a la provincia le va mejor” -textual-
      Todo lo anterior no es más que un suave dibujito, un liviano bosquejo sin detalles, de lo que es la actualidad política en la provincia.
      Pero si vamos a las cuestiones de fondo de Jujuy, a todo lo que tiene que ver con los miedos que nos paralizan, con la falta de rumbo y de definiciones para el crecimiento, al complicado y contradictorio funcionamiento social y, sobre todo, a la sensación de que estamos a la deriva ¿no es interesante pensar qué pasaría, qué instalación de alternativas de debate y de realizaciones, se produciría si Fellner, Morales, Snopek y Nieva, decidieran presentarse para estas generales como candidatos a diputados provinciales, se sentaran en las bancas del recinto de la calle Gorriti y como el canónigo -por lo menos al estar de lo que dicen los libros de historia- planificaran, en acción, otra provincia en la que vivir?
      Â¿Y si pasa? Pasan a la historia, muchachos.





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