âLa única verdad es la realidadâ
Aristóteles.
DÃas atrás los medios de difusión de la provincia se hicieron eco de una serie de declaraciones en las que se resaltaba âel bajo número de alumnos regulares en la Universidad Nacional de Jujuyâ (condición a la que se llega con dos materias aprobadas por año).
Consultados algunas/os referentes educativos sobre el tema lo justificaban a partir de una mala gestión en las últimas conducciones de la UNJu; otros por las condiciones económicas y sociales de los alumnos, otros por la baja inversión presupuestaria , otros por la falta de interés de los alumnos, etc. etc. etc.
Desde los medios de difusión fueron pocos los que propusieron âinvestigar a fondo y buscar las verdaderas causas del problemaâ.
Creo que es inconducente continuar con una âcacerÃa de brujasâ si lo que buscamos es solucionar el problema; por este motivo, como trabajador de la educación, acerco mi aporte y opinión, no sin antes remarcar que: buscar respuesta a este tema es abrir una caja de Pandora donde podemos encontrar muchas cosas que no nos pueden gustar, pero también es un reto que como sociedad nos debemos dar.
Marco referencial
La historia nos marca que en 1983 parecÃa estar claro que la mayorÃa del pueblo buscaba hacer realidad que con la democracia se come educa y cura. Pero en el caso particular de la educación universitaria, el gobierno radical no tuvo una polÃtica clara; se mantuvo atado a un reformismo clavado en el año â18 y a la creencia que el problema universitario residÃa fundamentalmente en el âcupoâ y que la acción reparadora del gobierno pasaba por abrir las puertas indiscriminadamente a los estudiantes usando la universidad como playa de estacionamiento del campo popular.
No advirtieron que si bien esto era bueno para el pueblo, era contraproducente para la universidad en virtud que se habÃa pasado de más de 400.000 alumnos a más de 600.000 y de 60.000 docentes a 117.000 cargos. Con la misma infraestructura y con el mismo presupuesto.
El gobierno neoliberal que siguió, de Carlos Menem, con Decibe y Del Bello empeoró aún más la situación al imponer que la cultura, la educación y hasta las mismas personas son sólo objetos del mercado, desperdiciando un momento histórico donde la escuela estaba llamada a ser una herramienta para la solidaridad, la justicia y el progreso en un marco sustentable de desarrollo económico social y cultural.
Asà se abrió las puertas a un proceso de mercantilización y entrega de todos los niveles de educación en favor de los grupos concentrados de poder que, siguiendo recetas internacionales que ya habÃan fracasado en otros paÃses de mundo, generaron un proceso de segmentación sin precedentes.
Este hecho es la causa fundamental del desastre educativo que vivimos.
No alcanzaron las marchas de protesta, los cuestionamientos gremiales y las luchas de los distintos sectores de la sociedad para impedir que se impusieran las leyes: Federal Nº 24.195/ 93 y de Educación Superior Nº 24.521/ 95. Recién después de 13 años, desde el sector polÃtico, con la sanción de la Ley Nacional de Educación Nº 26.206/06 se empezó a revertir el camino.
Por este motivo, reitero para que no queden dudas, muchos de los problemas sociales y económicos que hoy tenemos se fueron gestando a partir de ese modelo neoliberal, individualista, mercantilista y de exclusión, desde el que, abiertamente, la educación se transformo en un bien de servicio más. al que acceden sólo algunos sectores que pueden pagar las cuotas mensuales de una educación privada privilegiada por el abandono del Estado de sus obligaciones constitucionales, a partir la falta de inversión adecuada y sin la posibilidad de creación de nuevas ofertas educativas para el resto de los ciudadanos y con una notoria precariedad de funcionamiento de las existentes
Es valido y necesario también tener presente la hipocresÃa de quienes aplaudieron e impulsaron las âtransformaciones en educación, dolorosas pero necesariasâ y hoy hacen discursos sobre los perversos años â90. Mientras en el actual gobierno âcontinúan prestando sus serviciosâ con altos cargos, en el ministerio de Educación o son premiados por el mal que hicieron, con tÃtulos como âRectores Organizadoresâ en universidades que se crean año tras año por âfavores polÃticosâ recortando aún más el magro presupuesto universitario nacional.
Después del desastre
En esta etapa âposneoliberalâ en la que vivimos nadie puede pretender cambiar de un dÃa para el otro la realidad socio-económica o los desastres cometidos en educación, porque esta crisis no se resuelve con pautas generales sino avanzando distintas lÃneas de trabajo; en la legislación, en la ejecución diaria de polÃticas paliativas y básicamente con el incremento sustantivo de fondos para la educación pública; cosa que hoy esta claramente en discusión.
Llevamos poco tiempo a partir de la sanción de la Ley de Educación Nacional Nº 26.206/ 08 y de la Ley de Educación Técnico-Profesional Nº 26.058/ 07 a las que habrá que controlar en su cumplimiento y reglamentación.
Por otra parte la llamada âLey de Financiamiento Educativoâ Nº 26.075/ 06 con sus grandes eslogan ocultan la realidad incontrastable ya que obligar a las Provincias, muchas sin recursos propios, a hacerse cargo de una inversión 60% para el pago de sueldos a los docentes mientras la Nación, administradora de grandes excedentes fiscales, sólo aporta el 40% para infraestructura, equipamiento y las fotos para los actos de inauguración o de campaña.
Por todo esto, hoy no alcanza, pero ayuda y mucho: La sanción de un presupuesto nacional educativo acorde a las necesidades reales. El aumento de Becas Estudiantiles. El boleto estudiantil. Mejorar la contención de los alumnos. La articulación de las UUNN con los otros niveles de la enseñanza. La capacitación docente a nivel universitario para los profesores de los primeros años. La apertura de un comedor estudiantil.
Y sin dejar de lado, reinstalar en la comunidad y en los jóvenes en particular: La cultura del trabajo y del sacrificio. La idea que la educación puede volver a ser el âmejor caminoâ a la movilidad social. Los valores como elementos positivos. Los ejemplos de vida.
Porque todo lo que se haga es válido, pero siempre âserá pocoâ para reconstituir el daño causado y solo el tiempo nos podrá marcar si recuperamos el camino correcto
La educación por si misma no puede corregir las desigualdades sociales existentes, pero el gobierno de turno debe utilizar el justo reclamo de una educación igualitaria para impulsar un proyecto que implique una verdadera distribución de las riquezas. Debemos exigir al gobierno nacional y al ministerio de Educación en particular un real y efectivo proyecto educativo en todos los niveles del sistema, articulado con las provincias, el mundo del trabajo y ânosotrosâ, con nuestro accionar; efectivos partÃcipes y reales controladores del cambio. Para la Universidad Argentina la nueva Ley de Educación Superior en debate debe contemplar como punto de partida âbásicoâ algo que nunca debió haberse perdido: âQue la educación es derecho social para todos los habitantes de la Nación y una responsabilidad indelegable e intransferible del Estadoâ.
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