Cuando dentro de 100 años se haga memoria de los 200 años de fundación de la nacionalidad argentina, como hoy recordamos los nombres y actitudes de los actores polÃticos y sociales del Centenario, se estará hablando de la Generación del Bicentenario. Cada uno de nosotros, ciudadanos rasos o dirigentes de la Argentina del 2010, está hoy, entonces, inscribiendo su nombre en la historia. Los hombres y mujeres del presente bicentenario de la nacionalidad, concientemente o no, desarrollan una determinada gestión polÃtico-cultural de trascendencia histórica y emiten un mandato a las generaciones posteriores.
Tal es la significación de la efeméride que con superficialidad hoy nombramos simplemente âbicentenarioâ y nos aprestamos a celebrar sin tomar conciencia de la magnitud de la tarea.
Toda celebración de un acontecimiento histórico es un acto de proselitismo polÃtico, y es potestad del régimen gobernante hacer de aquel una interpretación congruente y consonante que justifique y legitime su proyecto del presente, en vistas a la construcción de nuestro porvenir.
AsÃ, la celebración de nuestro bicentenario tiene sentido si proyectamos la labor de nuestros próceres y antecesores como un ejemplo digno de ser emulado en el presente.
Se destaca en el mundo académico en general âcon la excepción de los institutos de investigación histórica- y una cierta comunidad atenta exclusivamente al devenir republicano de la nación, un análisis de la efemérides bicentenaria que pone el acento en el progreso polÃtico-social de la ciudadanÃa a partir del primer centenario, instalado a la manera de hito fundacional. Colocan, entonces, la organización nacional, la Constitución de 1853, la adscripción argentina a la división internacional del trabajo y los avances democráticos, técnicos y económicos de principios del siglo XX -celebrados con primacÃa excluyente sobre la gesta independentista de la primera mitad de vida argentina en los fastuosos actos concentrados en el 25 de mayo de 1910- como paradigmas que proyectan su autoridad histórica al presente. En esta observación trunca e inmerecida, reducida al desarrollo del litoral agrÃcola-ganadero argentino y sus urbes cosmopolitas, quedan fuera de consideración no sólo las luchas por la libertad sino el protagonismo de los pueblos y comarcas del interior en el acontecer pasado y presente del paÃs.
Por otro lado, en la city porteña y en el sentido común de la gente ilustrada de las ciudades, la versión mayormente difundida sobre los fastos a celebrarse en el 2010, propone a todo el paÃs celebrar los 200 años de los acontecimientos ocurridos el 25 de mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires como Bicentenario de la nacionalidad argentina: un acontecimiento reducido a la capital del virreinato del RÃo de la Plata que otorga un protagonismo excluyente al progresismo iluminado de ciertos patriotas (no necesariamente porteños) radicados en la ciudad de Buenos Aires. No es ésta, sin embargo, una evocación que acompañe la realidad histórica y, menos aún, una interpretación de las efemérides bicentenarias que guarde correspondencia con las necesidades presentes de reivindicación del federalismo y la hermandad sudamericana. La versión tiende a acentuar la fragmentación del paÃs y el desencuentro entre connacionales, alimentando antiguos rencores que dividieron a porteños y provincianos. No se trata, sin embargo, de una cuestión territorial ni histórica: es una perspectiva cultural de honda raigambre que tiene su fundamento tanto en conflictos de intereses como en sus extremos componentes raciales. Fue sintetizada y extensamente debatida desde que Sarmiento la enunció como dicotomÃa fundamental de la cultura argentina: civilización y barbarie.
El Encuentro Interprovincial viene a ensanchar esa concepción fundada en 1910 para el primer centenario, y propone para ello expandir el calendario y la localización geográfica de las efemérides bicentenarias. Habida cuenta de las muy disÃmiles condiciones polÃticas en que transcurrida una centuria se desenvuelven las celebraciones del Bicentenario, la efeméride de hoy es comprendida como una fiesta nacional y popular, de dimensión federal y sudamericana, de participación plural, inclusiva y respetuosa de la diversidad. Y en ella caben tanto las acciones de recordación histórica referidas al cabildo de Buenos Aires como el aporte a la independencia realizado por los pueblos de la totalidad de las provincias de lo que fuera el virreinato del RÃo de la Plata.Â
ENCUENTRO INTERPROVINCIAL
El Encuentro Interprovincial entiende el Bicentenario como oportunidad propicia para la reafirmación de la identidad suramericana y acompaña con un gesto de hermandad a todos los pueblos del Continente empeñados en la reconstrucción de la justicia, la soberanÃa popular y la independencia nacional. AsÃ, da por superadas las viejas antinomias que balcanizaron la nacionalidad suramericana y generaron un hiato entre el âpaÃs interiorâ y las âciudades-puertoâ, y al tomar como referencia a âla Argentina profundaâ extiende el calendario de las efemérides de la Década Bicentenaria en su proyección simbólica y territorial en los Caminos de la Independencia: enlaza a la Reconquista y la Defensa de Buenos Aires en 1806 y 1807 con el primer grito de libertad en Chuquisaca el 25 de mayo de 1809 y el ineludible hito de la Revolución protagonizado por el Cabildo de Buenos Aires exactamente un año después; establece una continuidad entre la creación de la bandera, el escudo y el Himno Nacional con la Asamblea del año 13 y la culminación de esa lucha polÃtica en la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Suramérica dictada en Tucumán el 9 de julio de 1816, e incluye los hechos de la Guerra por la Emancipación Americana entre los fastos bicentenarios a celebrar.
Esta idea de proceso independentista, perfeccionada desde el principio de territorialidad en que se desenvuelve la historia, es la que conduce a la creación del Encuentro Interprovincial por la Década Bicentenaria 2006-2016. No se trata de revivir el conflicto entre porteños y provincianos. La âArgentina profundaâ comienza en la propia Capital Federal, al sur de la avenida Rivadavia, con sus barrios populares y villas de emergencia pobladas de provincianos e inmigrantes de los paÃses limÃtrofes; se prolonga en el Cabildo de Luján, único de la campaña bonaerense de largo y tenso diálogo con la aduana porteña, y en la ciudad de Patagones, que fuera capital de la Patagonia mientras ésta era parte de la antigua Provincia de Buenos Aires; incluye Córdoba, desde un Juan Bautista Bustos luchando contra los ingleses en 1806 hasta sus tradiciones intelectuales; las provincias de Cuyo, que prohijaron al Ejército de los Andes y dieron, y a sus costas, la industriosidad y el dominio de la montaña y el valor de sus virtudes gauchas, y el conjunto del NOA, donde refulge MartÃn Miguel de Güemes y sus Infernales, pero también el heroÃsmo de una población que soportó, acompañó y alimentó a los ejércitos de la emancipación durante un cuarto de siglo. En ese recorrido por los Caminos de Independencia reverberan aún hoy, como rastros cotidianos, los hitos de una guerra civil heroica y cruel, donde se jugó la dignidad de los pueblos de este rincón de Sudamérica y la soberanÃa de una nueva Nación. AllÃ, la identidad nacional alimenta la poesÃa y el folklore, y las luchas por la independencia son un proceso escrito en la geografÃa y la toponimia, que repite nombres que son leyenda viva.
Sin embargo, es convicción de quienes constituimos el Encuentro Interprovincial que el verdadero tiempo de la historia es el presente, y que la celebración de los bicentenarios une pasado con porvenir. El Encuentro Interprovincial se transforma, asÃ, en lugar de reflexión histórica y de debate sobre la acción transformadora de la realidad. ¿Qué Provincia, qué PaÃs, qué Continente soñamos tener? Dar respuesta a las preguntas y trabajar para hacer realidad nuestros anhelos es la forma de prepararnos para la nueva epopeya nacional, digna de la herencia de la generación de argentinos que hace 200 años fundó una Nación.
*Encuentro interprovincial por la Década Bicentenaria 2006-2016.
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