Las maderas decentes
De noche,
cuando descansan del árbol que sostienen,
las maderas decentes de San Salvador
asisten a escuelas forestales de artes y oficios.
(las inaugura el dÃa en cada sombra
y el viento las desparrama democráticamente)
Las que escuchan con atención los vientos
asisten a cursos de violÃn
(con los obedientes, esos vientos navegan veleros)
A las clases de muletas se presentan
aquellas que insisten en pararse y caminar.
(las sedientas aprenden a flotar)
Y asÃ, todas
para ganarse la vida.
Las que dejaron que la luna las iluminara
se tienden horizontalmente para los amantes
Las que sólo esperan migas
se esfuerzan en lecciones de monotonÃa.
(Noche tras noche se dejan estar hasta que dl aburrimiento una mesa sea inevitable)
Están las que siguen el impulso de su fe para encontrarse en las esquinas de una cruz.
O también, las que estudian almanaques
para florecer siempre en septiembre.
Ernesto Aguirre, El concierto de Abrán Juez.
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