En junio, en el número 33 de El Ojo de la Tormenta, publiqué un artÃculo titulado âArturo Jauretche. Forja del Pensamiento Nacionalâ, conmemorativo de su muerte, ocurrida el 25 de mayo de 1974. Me quedé con las ganas de contar los orÃgenes del âEstatuto del Peónâ. Allá va, no es bueno quedarse con un entripado. Puede agarrotarse nuestra memoria y atrofiarse la transmisión generacional.
(...) En este asunto de los cabecitas negras, estoy defendiendo algo en lo que creo tener alguna parte, aunque más se refiere al peón de estancia... La culpa que confieso es haber lanzado las palabras estatuto del peón ante quien podÃa establecerlo y esto lo hice recogiendo de labios del Dr. Luis Güemes el relato de un verdadero estatuto del gaucho, que habÃa implantado el caudillo de Salta para proteger a sus paisanos, cuando amurallaban con sus pechos el frente Norte de nuestra independencia. Cuando murió esa institución rastreada vaya a saber en qué reminiscencia visigótica, cayó en el olvido. Y después se preguntan por qué el gaucho apoyó a los caudillos. ¡Qué civilización y barbarie y qué niño muerto! El caudillo era el sindicato del gaucho. (Los Profetas del odio y la Yapa. La colonización pedagógica, página 69, âEl Estatuto del Peónâ, Arturo Jauretche).
¿Qué le transmitió Luis Güemes a Jauretche? Leamos: (...) Como introducción al capÃtulo âFuerzas de Güemesâ consideramos apropiado iniciar este tema con la explicación previa de lo que fue realmente el âfuero gauchoâ hasta ahora no suficientemente conocido y del que como âFuero de las Miliciasâ gozaron siempre las del Virreinato de Buenos Aires.
Cuando San MartÃn se hizo cargo en 1814 de la jefatura del Ejército Auxiliar del Perú, comenzó en sus oficios a denominar como gauchos a los paisanos que componÃan las milicias que venÃan luchando contra los realistas conjuntamente con las tropas de lÃnea desde 1810. El término gaucho nunca se habÃa empleado en el Norte y, como es de pensar, San MartÃn lo usó por similitud a la denominación que se les daba a los paisanos de las pampas y a los de la Banda Oriental, ya que a estos era a los únicos que habÃa conocido hasta ese momento puesto que por primera vez en su vida llegaba el Libertador al escenario porteño. Desde entonces el fuero de las milicias se dio en llamar fuero gaucho...En realidad, este reglamento no hizo otra cosa que actualizar los privilegios de que, según disposiciones anteriores, ya venÃan gozando las milicias a través de toda la época colonial en los diferentes dominios de España en América... (Güemes Documentado, tomo 7, página 434, âFuero Gauchoâ, Luis Güemes Ramos MexÃa).
En su explicación histórica, Luis Güemes continúa diciendo: (...) Güemes obligado por las circunstancias expuestas en el oficio que envió el 27 de abril de 1818 al director Pueyrredón, dictó el bando adjuntado sobre la perpetuidad del fuero militar correspondiente a sus escuadrones de gauchos, bando que fue plenamente aprobado sin objeción alguna por el Director Supremo, confirmando en toda su amplitud el fuero que hasta entonces venÃan gozando las dichas milicias gauchas por imperio del Reglamento de 1801 antes citado, como se lo comunica a Belgrano por oficio del 1 de junio. Hasta aquÃ, el biznieto del Caudillo.
Muerto Güemes, sus hijos, los gauchos, vagaron solos en los montes del olvido. Sus descendientes, los peones rurales, sufrieron injusticias y discriminaciones sociales. Asà lo cuenta Jauretche: (...) Cien años después, en la Quebrada de Lesser, he pasado con Adolfo Güemes por la finca de Luis Patrón Costas, y viendo ranchos sin techo y sin puertas, le he preguntado al nieto del prócer qué significaban. Don Adolfo me explicó que era una vieja institución: el amo proveÃa las paredes y el suelo, y el paisano traÃa las puertas y el techo, que se llevaba al irse. A cambio de esa ocupación debÃa prestar algunos dÃas de servicio personal a la finca. Era casi el siervo de la gleba. Pero, con todo, es más envidiable su suerte que la de los condenados a la miseria sin trabajo de los pueblitos florecientesâ.
En 1943, para ser más exactos: el 4 de junio, se produjo un golpe de Estado. Revolución militar que echó por tierra la candidatura (por el Partido Demócrata Nacional) de Robustiano Patrón Costas a la Presidencia de la Nación (aprobada dÃas antes, en la Cámara de Comercio Argentino - Británica). Se cerró un ciclo (1930-43), abierto con el exabrupto de Lugones de 1925, su discurso: La hora de la espada en homenaje a la Batalla de Ayacucho. Uriburu, salteño paâmás datos, fue su ejecutor militar el 6 de septiembre de 1930. Mucho se ha escrito sobre la participación del Coronel Perón en el golpe del â30, también en el â43. Su pertenencia al G.O.U. De su paso por la SecretarÃa de Trabajo y Previsión, sus discursos, sus hechos. Entre ellos, el más significativo: el âEstatuto del Peónâ. Se sancionó en 1944, en octubre -dice FermÃn Chávez- (...) Y el 22 Perón pronunció uno de sus discursos menos conocidos: en San Isidro habló sobre José Hernández y sobre el poema cimero de las letras gauchas. âMartÃn Fierro -expresó- es el sÃmbolo de la hora presente. José Hernández cantó las necesidades del pueblo que vive adherido a la tierra. TodavÃa no se ha cumplido para el pueblo argentino la invocación de grandeza y de justicia que el MartÃn Fierro enseña. Nosotros hemos de tomar de él ese ideal ya cantado para llevarlo paulatinamente a la ejecución, a fin de que borren para siempre los males que él cantó, no para mal de ninguno sino para bien de todos. (Este discurso lo rescata FermÃn Chávez de El Pueblo quiere saber de qué se trata,de Juan Domingo Perón).
Lo Nacional, su Doctrina Peronista, no nace en 1945 con el 17 de Octubre, viene desde el origen de nuestra independencia, aunque los descamisados de ayer no lo sepan, y los âjusticialistasâ de hoy, menos (...) El estado polÃtico y social creado por Güemes en Salta, de equilibrio entre la clase capitalista y la asalariada, plantea un gran problema y ofrece la forma de resolverlo en condiciones satisfactorias para los intereses más vitales de la nacionalidad. Este problema debe concretarse en el siguiente postulado: ¿Puede la bandera nacional argentina ser bandera de rehabilitación de los trabajadores? O en otros términos: ¿con el sentir y la noción de Patria, se puede realizar la obra de solidaridad humana? â. (âCentenario de la muerte de MartÃn Miguel de Güemesâ, discurso 17.06.1921, JoaquÃn Castellanos).
Para concluir, es de recordar que Adolfo Güemes (mencionado por Jauretche en Los Profetas del Odio) en 1946, efectúa donación de la finca El Carmen de Güemes (360 Ha, a 8 Km. de Salta, única propiedad comprada en vida por el Gral. Güemes, y heredada por su nieto). Su destinatario: la Nación Argentina, su destino: creación de una Escuela AgrÃcola para el pueblo norteño. Heredero natural de los forjadores de la epopeya de la guerra de milicias gauchas. Un ex gobernador yrigoyenista (1922-26), Adolfo Güemes, entregaba al Presidente de la República, el Coronel Perón, una tierra para revalorizar a los descendientes de los gauchos. Nuestros paisanos.
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