A partir de la década del â90, con los profundos cambios que se empiezan a plantear a nivel internacional y nacional, una nueva generación de intendentes asume la conducción de los municipios, implementando metodologÃas de trabajo que tienen mucho de la creatividad necesaria en los tiempos de cambio y de crisis coyunturales importantes. Se trata de caminos que avanzan en modelos de gestión, cuyo objetivo es dar respuestas a sus comunidades, cada vez más comprometidas con los cambios que se generan a partir de la globalización.
Debido a que no existió en los primeros años la capacitación necesaria para afrontar los cambios desde los gobiernos locales, ese voluntarismo ha provocado grandes crisis sociales, por cuanto las ciudades debieron asumir problemas que antes solucionaban los gobiernos provinciales o nacionales. A pesar de esta realidad, a mediados de la década del â90 los municipios fueron encontrando respuestas a muchas de las necesidades que tenÃan sus comunidades; esto, gracias a los profundos procesos de descentralización encarados por el gobierno nacional, a la estabilidad económica y la reforma constitucional que terminó con la autarquÃa de muchos municipios, dándoles la autonomÃa en todo el territorio nacional. A su vez, estos cambios nacionales permitieron, por un lado, que los municipios exigieran a los gobiernos provinciales la descentralización de los sistemas de salud, educación, obra pública, etc., y por otro, que buscaran en la globalización las oportunidades que el sistema proporciona, aprendiendo como generar nuevas formas de inserción laboral, de forma tal de lograr oportunidades en actividades productivas distintas a las tradicionales.
El camino que empezó a transitarse no tiene vuelta atrás. Cada vez más, será necesario aportar las soluciones a la comunidad desde los municipios, lo que terminará por convertirse en la verdadera democracia del sistema polÃtico, económico y judicial, que nos es más que aquel que se produce de abajo hacia arriba.
El Municipio no es sólo el resultado de un proceso histórico sino que responde a la naturaleza social de la persona humana. La vida del hombre es convivencia, su existencia es coexistencia. Distinguimos lo urbano de lo rural y allà aparece lo que calificamos como municipal y es el formador de la vida social del hombre: allà es donde adquiere sus convicciones democráticas, allà hace sus primeras armas en la lucha polÃtica.
La posición municipalista aparece en las cátedras universitarias y no solamente en los hombres polÃticos o en los partidos polÃticos. Hay una gran lucha por imponer esta posición, incluso la materia especÃfica que se enseñaba adquiere mayorÃa de edad al entrar en las universidades, un poco como apósito del Derecho Público Provincial. Esta posición fue ganando escuela hasta concebirse que el régimen argentino debe cambiar y no ser simplemente el concierto del poder federal y los poderes provinciales, sino también hablar de una tercera esfera de facultades, el poder municipal.
Para que este poder adquiera el verdadero significado, y por ende los municipios asuman las responsabilidades que les corresponden, es necesario que cada vecino tome conciencia de los derechos y atribuciones que tiene, asà como la importancia de su accionar dentro del municipio. Si el vecino no paga sus impuestos y los centros vecinales no participan de la vida comunal, difÃcilmente podamos aspirar a ostentar ese poder autónomo que hemos conseguido y adquirido. Pero también tenemos que saber, que si el Poder Ejecutivo y Legislativo no conocen el verdadero significado del poder otorgado por la autonomÃa municipal y se sigue pensando que es deber del Poder Ejecutivo Provincial auxiliarlos cada vez que tienen problemas económicos o polÃticos, de nada valen los avances conseguidos.
En este aspecto sostenemos la tesis de que si los municipios, como unidad celular básica de las comunidades organizadas, no se ordenan y acatan este ordenamiento vecinal, es casi imposible que desde los poderes centrales se impongan las normas para su cumplimiento. Si los vecinos de un Municipio no pagan las tasas de servicios para el sostenimiento del mismo no podemos esperar que paguen los que dicta la Provincia y la Nación. En este aspecto, el municipio tiene que ser la base de todo tipo de normativa y sus vecinos, los fieles custodios de que el dinero que se recauda se destine a los fines especÃficos.Â
Estos son buenos tiempos para sostener y más aun imponer la verdadera autonomÃa polÃtica y económica de los municipios en las distintas provincias y lo podemos verificar en los debates producidos en la pasada Convención Constituyente, donde se reformó nuestra Constitución. Allà los convencionales de los distintos partidos polÃticos, con representación en la Convención, sostuvieron estos principios, inclusive en el año â98 la Presidencia de la Nación declaró a ese año como el âAño de los Municipiosâ, demostrando que la municipalización no fue sólo declamada. Lo único que hace falta es que se profundice desde los Ejecutivos provinciales y desde los municipios. Es necesario, por ende, realizar un esfuerzo superlativo en todo el paÃs y concientizar a nuestro pueblo de que la respuesta básica para arreglar los problemas, tanto polÃticos y económicos como organizativos provinciales y nacionales, se basa en las soluciones que encontremos en los municipios.
En la nueva sociedad que se está conformando, a la luz de los cambios económicos, la informática y las telecomunicaciones adquieren una preponderancia cada vez más significativa, ya que el avance de estas dos disciplinas y su interdependencia nos obliga a estar cada vez más informados de los avances en las distintas ramas de la ciencia. Alvin Toffler en 1990 sostuvo que âla era de la democracia de masas coincidió con la era de las inmensas concentraciones de poder en el ámbito nacional, lo que reflejaba el auge de la tecnologÃa de producción masiva y de los mercados nacionales. En cambio, en la actualidad, se producen simultáneamente dos movimientos: en tanto resurgen las producciones locales, ahora más competitivas por las nuevas tecnologÃas disponibles, también se transfieren otras formas de producción al plano mundial. Estos cambios dobles, uno que rebaja el nivel de la producción y otro que lo eleva, tienen similitudes polÃticas muy directas. En su conjunto explican la razón de que veamos presiones en pro de la descentralización polÃtica en todas las naciones con tecnologÃas avanzadas, desde Japón hasta Estados Unidos, pasando por toda Europa, junto con unos intentos simultáneos de desplazar el poder hacia arriba, hacia organismos supranacionales". Ello explica el creciente localismo, el incremento de la demanda por mayor autonomÃa, la resistencia a la mundialización, el activismo ecológico y el exacerbado sentido étnico y racial, que se corresponden con la heterogeneidad del nuevo sistema de creación de riqueza.
El futuro económica y técnicamente globalizado, donde el hombre ha pasado a ser un número estadÃstico, ha llamado a las sociedades a abrevar en sus fuentes más avanzadas, dándole prioridad al municipio como organización primaria del ser humano, buscando lograr desarrollar factores primordiales para el hombre como partÃcipe de su proceso de evolución, ya que es ahà donde deja de ser un número para transformarse en el hacedor de su futuro.
El futuro comunal, producto de la impotencia de las naciones para dar respuesta al creciente deseo de las personas de querer encontrar reglas claras de convivencia, exige que haya más autogestión comunal, siendo esta una de las claves más importante a nivel mundial para el éxito de la democracia y el crecimiento económico y por supuesto del desarrollo del ser humano.
Este es el camino y el futuro, la economÃa de mercado y el estado están estrechamente vinculados y para que haya éxito económico tendrá que haber un alto grado de libertad y un compromiso individual ante la sociedad que permita anteponer la ética y la justicia a las ganancias, siendo éstas las bases para la creatividad y para que crezca el bien común.
La polÃtica comunal moderna entiende que el vecino es una pieza fundamental. El ser humano vive en primera instancia con su familia, luego en un municipio y posteriormente es miembro de un estado: es decir que el municipio es lo más cercano para generar los cambios que mejoren nuestro nivel de vida. Para ello son necesarias más educación democrática y más participación en los problemas comunales, especialmente en el control de la gestión.
Si esta participación fuera efectiva, tendrÃamos un municipio sin exceso de reglamentos burocráticos -cosa que es rechazada por el vecino-, fomentando una forma de trabajo más libre, con más responsabilidad y una mejora sustancial en los rendimientos de la cosa pública, lo que repercutirÃa en la polÃtica provincial y nacional.
La polÃtica de autogestión moderna busca que las distintas actividades que realiza el municipio se conviertan en servicios eficientes o productos rentables. Más y mejores servicios para el vecino tiene que traducirse en menos cantidad de empleados públicos y, por ende, en menor carga tributaria. El Estado no puede ni debe solucionar problemas laborales ampliando su planta de personal; sà lo debe hacer apoyando la iniciativa privada, para que a partir de recursos genuinos se genere la solución de estos problemas.
Si consideramos al Municipio como la célula viva de la Comunidad donde, por el estrecho contacto de sus autoridades con la gente se llega a las necesidades de cada persona y donde realmente se puede llegar a las soluciones mÃnimas, entonces tenemos que reconsiderar las facultades de los Municipios.
Debemos replantearnos el rol del municipio en la sociedad: para qué está, para qué sirve, y si hoy cumple acabadamente con estas premisas.
TodavÃa hay municipios que no están a la altura de las circunstancias que se les requieren. En este sentido podemos llegar a afirmar que hay autoridades municipales que no entienden del todo el problema. Hace falta una toma de conciencia más profunda, tanto de los ejecutivos como de los deliberativos en cuanto a que las soluciones a sus problemas deben pasar por ellos mismos, sin pensar en auxilios provinciales o nacionales. Es necesario entonces, que los vecinos tomen conciencia que son los dueños del municipio y por lo tanto, deben participar en todos los problemas que aquejen al mismo. Los tiempos han cambiado, hoy a las soluciones, las tenemos que encontrar nosotros.
Otro de los problemas que afligen a las comunas es que no cuentan con una Ley de Coparticipación Municipal, que les garantice la verdadera autonomÃa económica. Se pierde autonomÃa y decisión polÃtica para resolver los problemas, y el municipio queda a merced del gobierno provincial de turno. La autonomÃa polÃtica garantizada por las Constituciones Nacional y Provinciales corre serio riesgo de transformarse en una utopÃa si no se tiene una debida autonomÃa económica. Hasta la fecha hay claros ejemplos de subordinación municipal a lo dispuesto por los ejecutivos provinciales, desde el momento que los intendentes no participan de las decisiones de desarrollo provincial, no se los consulta, por ende, las obras públicas pasan por lo que piensa el ministro o gobernador de turno.
Para revertir esta situación se debe pensar en otra forma de relación entre el Ejecutivo Provincial y el Municipal, donde éste participe activamente en la decisión del programa provincial en todas las áreas; nadie mejor que el intendente para saber de qué se carece o cuáles son las prioridades de la comunidad.
Hay casos de municipios que tienen secretarÃas de Acción Social, Obras Públicas, Hacienda, etc. que para lo único que sirven es para arreglar la plaza, mendigar algo para repartir en el caso de acción social y la de hacienda para pagar sueldos, donde la sumisión a los dictados provinciales es total.
Ejemplos de lo que aquà se afirma existen y a montones, es por eso que la autonomÃa municipal no lo será hasta que las comunas manejen todos los recursos que en su jurisdicción se encuentran.
Con distintas variables -dependiendo de las provincias- se reconoce entre las competencias tradicionales del gobierno municipal: la gestión administrativa para la marcha normal de la organización que implica planificar el futuro, organizar el sistema, gestionar el personal, gobernar las actividades y controlar sus resultados; el desarrollo urbano, incluyendo el planeamiento urbano, la obra pública (redes de gas natural, agua potable, desagües cloacales y pluviales, pavimento, iluminación vial, puentes, etc.), el catastro y el ejercicio del poder regulatorio sobre las obras civiles; la prestación de servicios públicos (suministro de agua potable y servicios cloacales, higiene urbana, recolección de residuos, mantenimiento de calles y caminos rurales); y la regulación de la vida comunitaria (abastecimiento urbano, control de la salubridad y seguridad de comercios e industrias, tránsito urbano, etc.).
Es evidente que los nuevos tiempos exigen que los municipios adopten nuevas competencias además de las tradicionales, desde diseñar estrategias que pongan en valor sus sociedades y su geografÃa, especialmente orientados a la incorporación de nuevas actividades productivas que permitan acrecentar el empleo, pasando por el mejoramiento del sistema educativo vinculándolo con el sistema productivo, hasta la función municipal como facilitador de oportunidades acercando a los sectores productivos y mejorando las condiciones para la comercialización y compra de insumos.
Otra de las actividades que necesariamente deberá adoptar es la administración de la salud y la polÃtica de desarrollo social, detectando los distintos requerimientos sociales, llevando todos estos problemas a la comunidad para que los ciudadanos sean partÃcipes de las distintas soluciones que se encuentren en todas las áreas.
Todas estas actividades tienen que tender a bajar los costos de la administración estatal, profundizar la democracia y mejorar las condiciones de los distintos sectores sociales nivelándolos con otras regiones que pudieran estar en mejores condiciones de desarrollo.
Estos cambios implican también reconocer que la creciente complejidad de las diferentes problemáticas que están asumiendo las comunas, hará necesaria una profunda reformulación de la administración, asegurando resultados, y de las relaciones con la comunidad, llevando los problemas a la gente para que se encuentren las soluciones que los ciudadanos quieren. En este sentido, creemos que los concejos deliberantes tendrán que adoptar nuevas formas para vincularse con la sociedad civil, con una concepción negociadora y dialogadora, estableciendo también relaciones con los sectores empresarios, los centros vecinales, ONG y todas aquellas organizaciones que actúen dentro del ámbito vecinal.
Un tema que está teniendo una importancia superlativa es la conformación de los presupuestos municipales. Es necesario trasparentar al máximo las cuentas estatales. En este sentido creemos que la mejor forma es la de realizar los llamados presupuestos participativos, donde los distintos barrios elevan a los órganos deliberativos y ejecutivos las prioridades que los vecinos requieren, como asà también los montos tentativos de recaudación de las distintas tasas municipales. También se hace necesario aplicar medidas como los referéndum o la consulta popular, dándole real participación a los vecinos en la construcción de su futuro.
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