En esta entrevista realizada para el programa Razón y Palabras de Radio Universidad, las integrantes del equipo técnico del SOA, Servicio de Orientación al Adolescente del ministerio de Educación, hablan sobre la violencia como problema social multicausal, partiendo de la situación de violencia vivida por alumnos de la Escuela Normal de San Salvador de Jujuy. El equipo, coordinado por la profesora Norma Lambrisca, licenciada en Ciencias de la Educación, está constituido por Sara Velázquez, profesora en PedagogÃa y PsicologÃa; la profesora y licenciada en Trabajo Social, Cecilia Simón, junto a Elena Montes de Ferreti, psicóloga.
-¿Cómo se trabaja con el tema de la violencia desde el SOA?
-Lambrisca: En el Servicio se trata de abordar el tema desde un enfoque interdisciplinario e integral, no solamente para el problema de la violencia, que hoy está tan en boga y se escucha tanto en los medios de comunicación âque es real, pero que viene desde hace mucho tiempo- sino también para otras problemáticas como la del suicidio. Este es un tema también muy serio al que se ha tratado de dar respuesta desde un enfoque integral. Significa que no solamente se mira el hecho puntual de lo que aconteció ahora, el enfrentamiento entre dos alumnos (se refiere al episodio de violencia protagonizado por alumnos de la Escuela Normal), sino hay que ver ante esta situación qué pasó con los alumnos, con los grupos de los chicos que están involucrados; se trabaja con los docentes para ver también qué pasa con la mirada del adulto ante esta situación; con los padres y los equipos de conducción de las instituciones. Además, no es un trabajo que uno lo vea hoy, está sostenido en el tiempo. Desde el año pasado venimos trabajando sobre el lugar del adulto frente a las situaciones y a las nuevas expresiones de los jóvenes, porque consideramos que los adultos tienen mucho que ver ante esta situación. Se mira a los chicos hoy pero no se presta atención a qué nos pasa a los adultos frente a las situaciones cotidianas. Desde el compromiso como miembros de la sociedad que somos, pero también desde nuestro compromiso como docentes frente al aula. ¿Mi función como docente empieza y termina solamente cuando doy la materia? o también puedo mostrar y educar desde mi rol como adulto aspectos que tienen que ver con la autoridad, donde transmito valores y estos tienen que ver con mi presencia, con la autoridad que tengo frente a los chicos. Es un trabajo que lo hacemos con los docentes, con los adultos de la escuela. Hoy miramos mucho la situación en las escuelas, en la calle, pero no podemos dejar de ver que quienes estamos mostrando estos ejemplos somos los adultos. Hablamos de las formas de comunicación que tienen los chicos, que son las que nosotros les estamos transmitiendo. Hay una falta de autoridad, de presencia del adulto, en este temor que tenemos muchas veces los adultos de poner lÃmites. Hoy creemos que poner lÃmites significa una sanción, una descalificación, una reacción extrema. El lÃmite sigue siendo necesario en la medida en que funcione como algo educativo.
-El problema de la autoridad tiene que ver también con la ruptura del contrato pedagógico entre la sociedad y la familia? ¿Con los modelos que desde los medios de comunicación impactan en los chicos?
-Velázquez: Usted ha señalado tres aspectos que confluyen en la problemática. Con respecto al contrato pedagógico, en principio se podrÃa decir que todas las instituciones educativas, la mayorÃa, elabora su contrato pedagógico, pero por lo que vemos se lo hace desde el adulto, como él quiere y es impuesto. En algunos casos, incluso no tiene raÃz democrática, porque es impuesto y elaborado por quien conduce la situación de enseñanza-aprendizaje. Por lo tanto, no se lo logra completar. Además, pareciera que es solamente hablar de la situación áulica, de la situación académica, y sabemos perfectamente que hay dos prácticas. Una pedagógica y otra educativa. Desde la primera, hasta podrÃamos decir que la situación es salvable, pero desde la educativa no, porque el docente es docente en todas las situaciones de la institución y en todo aspecto. Incluso, el mismo contexto pasa a ser el texto en una institución. Tampoco hay que culpabilizar al docente, porque faltan referencias institucionales. Estamos en una crisis de representatividad de las instituciones, que atraviesan la subjetividad tanto del adulto como del adolescente. Aun más en el adolescente porque es más vulnerado. Con respecto a los medios, se habla poco en las aulas de lo que acontece en las grandes ciudades y que se transmite por tv, y de esa violencia transmitida por los medios no se habla. Es más, es una mala imitación porque acá los adolescentes imitan lo que ven en la tv, pero como no es tema académico no se trata. Por otro lado, hay que tener en cuenta la instauración de un nuevo orden, mundial, que tiene que ver con una involución en los valores. Me parece que las contradicciones del sistema impactan en las contradicciones personales y sobre esto no se trabaja.
-Puntualicemos algunas.
-Por ejemplo, cómo voy a respetar a esta administrativa que sé que es un Plan Trabajar, que no es de la escuela pero que está en la escuela; está trabajando pero nadie me la presentó, pareciera que no es parte de la comunidad educativa. Y está. âQué me tiene que dar órdenes sino es de acáâ. Son situaciones no generadas por el adolescente, sino que a él le presentan cuestiones contradictorias, porque esas personas que trabajan son parte del mismo sistema. Por otro lado, faltan espacios de debate ideológico, que son muy importantes en la escuela. Generar espacios de reflexión. Sabemos que no hay lugar, pero a lo mejor cinco minutos de una reflexión podrÃa cambiar toda una historia. Esto es una práctica que se ha perdido.
-Lambrisca: Antes, cuando entrábamos a la escuela o antes de terminar, siempre habÃa un espacio, aunque más no fuera para el saludo, donde se veÃa a los directivos, a los compañeros, a los profesores. Siempre habÃa una palabra, tal vez una bajada de alguna cosa que habÃa que hacer, pero estaba esa presencia.
-Sobre todo, ese reconocimiento del profesor al alumno, a esa persona que tiene en frente. Ahora, ¿qué compromiso inmediato debe asumir la escuela frente a la norma, frente a la relación con los padres, frente al alumno que está en conflicto con la autoridad y con sus propios padres?
-Montes de Ferreti: La autoridad, el lugar del adulto, es fundamental para un niño, un adolescente, que es un sujeto en proceso de formación, intentando encontrar su lugar en nuestra sociedad y en el mundo. Necesita hacerlo contando con referentes, modelos, que se responsabilicen de ese acompañamiento, ese sostén que requiere. Hicimos un análisis de dónde venÃa la palabra autoridad, encontramos que tiene su origen en un verbo que significa ayudar al crecimiento del otro. Asumir un lugar de autoridad es ayudarlo a crecer al niño, al adolescente.
-Es el lugar de la experiencia, del saber.
-Es un lugar asimétrico: tiene que haber una diferencia clara entre el lugar del adulto y el del joven o el niño. Y la diferencia está dada por la experiencia, por el manejo de realidad. No somos iguales los adultos y los niños, no tenemos la misma responsabilidad. En el chico, cuando siente que el otro no se está haciendo cargo, aparece un sentimiento de gran desprotección, se siente solo, siente que hay un abandono. Muchas veces, la reacción es mucha bronca, enojo, sentimientos muy negativos. Conociendo lo que es la psicologÃa del adolescente, no todos son violentos, no todos van a responder de la misma manera. Sabemos que el proceso adolescente implica cierta dificultad en la reflexión, porque tienden más a la impulsividad, a la reacción, pero justamente ahà es donde tiene que estar el adulto, el profesor, el padre, que lo ayuden a pensar sobre las consecuencias de sus acciones. Muchas veces los chicos viven lo inmediato: estoy enojado, hago esto. Hay que ayudarles a pensar en las consecuencias de lo que hacen.
-Para que esto suceda también hace falta reestablecer el vÃnculo entre la familia y la escuela. Encuentro un gran deterioro en ese vÃnculo. Los padres se han alejado, han cambiado la vinculación directa que tenÃan con el docente, aliados a favor del hijo, para aliarse con el hijo en contra de la escuela. El lugar de autoridad del profesor se cuestiona tanto desde el rol del padre como del alumno.
-Lo que podemos observar es que los adultos âse desconocenâ mutuamente. Del lado de los docentes, responsabilizando a la familia, desde el lado de la familia, pidiéndoles a los docentes, a la escuela, que se haga cargo de la educación de sus hijos. A nosotros en el SOA, nos pasa muchas veces, cuando entrevistamos padres, les preguntamos, qué esperan de este servicio, de este espacio de orientación, y uno se queda pasmada porque te dicen â¿usted me lo puede educar a mi hijo?â. ¿Qué es lo que muestra esto? ¿Qué está pidiendo este papá? Evidentemente, está muy confundido y hay que trabajar eso. Y en la escuela esto se ve. Hay reproches mutuos y se ha perdido el sentido de pensar que se puede trabajar juntos, cada uno asumiendo lo que le toca de responsabilidad frente a la educación de los chicos. Es uno de los puntos que trabajamos en la escuela.
-Cuando hablamos de violencia en niños y adolescentes, ¿hablamos de un grupo particular de la sociedad, donde la vulnerabilidad social y económica ha hecho gran impacto, o la violencia tiene que ver con distintos estratos sociales? ¿Cómo se ve esto desde el Trabajo Social?
-Simón: Ahà en este tema está el peligro, en sindicar o señalar o identificar a determinado grupo como disfuncional, el que tiene los problemas, cuando en realidad tenemos que asumir ây nos involucra a todos los sectores sociales- que es un problema de la sociedad y no de un grupo en particular. En el SOA tratamos mucho este tema, tenemos indicadores de riesgo, pero hay que ser muy cuidadosos, no es de un grupo determinado el problema. Podemos sÃ, admitir que en una sociedad tan desigual, tan inequitativa en la distribución de los ingresos, con una marcada tendencia a acentuar esto, hay chicos que están en una situación de mayor vulnerabilidad por su privación, pero no sólo desde el punto de vista material. Hoy pobreza no es sólo carencia de lo material. El primer peligro es pensar que el pobre es el carente, o es pobre aquel que no tiene las capacidades para, cuando es al revés. Este proyecto de sociedad no les ha dado las oportunidades para desarrollarse. Corremos un riesgo muy grande, lo escuchamos en los discursos, incluso en los medios, que âno tienen capacidad paraâ. Esto es una visión parcial del tema, como en muchos otros problemas. QuerÃa remarcar que vivimos en una sociedad donde está el discurso de la participación, declaraciones universales de todos los derechos habidos y por haber, que en realidad no son universales, porque no son las mismas oportunidades las que hay viviendo en Jujuy que en otro paÃs, o en la propia realidad nacional. Por otro lado, me pregunto si están dados los espacios para la real participación, para el diálogo.
-La real participación pasa también por hacerme cargo de lo que propongo y tomar parte en las decisiones.
-Si tomáramos el contrato pedagógico, los contenidos, las normas disciplinarias, lo que tomáramos, cabe preguntarse si todos tienen la oportunidad de participar, de opinar, y más aún, ¿eso queda plasmado en acciones concretas? Cuando en las estructuras de las instituciones, de las escuelas, vemos que no hay espacio para reuniones. Ni siquiera cinco minutos. Entonces, cómo puede circular la palabra si no están dados los espacios. Esto, como sociedad nos lo tenemos que preguntar seriamente, porque no están los espacios ni los tiempos.
-Cuando hablamos de violencia no es sólo violencia fÃsica sino también simbólica, institucional, social. Es un término abarcativo y muy complejo. ¿Cómo llegan a las escuelas, cuáles son las dificultades que enfrentan?
-Lambrisca: Este servicio viene funcionando desde el â90, fue creado por la DIGEMAS. Siempre se trabajó en talleres y tareas de prevención. Sin embargo, en estos últimos años por la complejidad que ha ido planteando todo el sistema y la sociedad en general, y esto ha ido ha haciendo sÃntoma en la escuela, el servicio también se ha ampliado, y se han cubierto espacios que antes no estaban. Tenemos un equipo interdisciplinario, con psicólogos y asistentes sociales, psicopedagogos. Continuamos trabajando con todo lo que tiene que ver con talleres, sobre todo de reflexión, orientación, con las problemáticas que se suscitan en las escuelas. Esos talleres se trabajan con alumnos, docentes, preceptores, equipos directivos. Y, por otro lado, se hacen derivaciones al Servicio, y estas tienen que ver con todo un trabajo que se hace, a través de talleres realizados con equipos de conducción y docentes en las escuelas, sobre los indicadores de riesgo en los alumnos, es decir, cuáles son lagunas conductas de riesgo que pueden llamar la atención y que serÃa posible que se derivaran para ver cada caso. Puede suceder que un preceptor pida esto, o a veces los mismos compañeros lo solicitan a la directora, a un docente, porque ven que su compañero no está bien, que tiene algunos problemas, y asà se hace el pedido. Desde el Servicio se hace una orientación psicológica y de contención, trabajando por un lado lo psicológico, y, por otro, lo pedagógico, porque muchas veces se ve cómo influye esto en la producción de los chicos en la escuela. Se hace todo un trabajo articulado con la escuela: se trabaja en el apoyo acá y en la escuela se ve qué pasa; se hace un seguimiento con los docentes. Este es un trabajo sostenido en el tiempo, de equipo. Y además, cuando hay situaciones muy puntuales, problemas coyunturales, como pueden ser estos últimos sucesos de violencia, ahà se hace intervención, siempre acompañando al equipo directivo, a los docentes, trabajando con los chicos.
-¿Cómo trabajan con las escuelas del interior?
-En Educación tenemos cinco regiones, por ejemplo, en la Región I, zona Abra Pampa y La Quiaca, en la sede hay un equipo, conformado por psicólogo, asistente social y psicopedagogo, que trabaja con alumnos de primaria y secundaria. En la Región II, zona de Humahuaca y Tilcara, es donde es más reducido, hay una sola persona trabajando, por eso cuando hay situaciones muy conflictivas nosotros los acompañamos. Por ejemplo, el año pasado hicimos un trabajo en esta región a consecuencia de algunos casos de suicidio. Allà se trabajó con adultos y alumnos, con acciones de atención al grupo familiar, a la gente cercana, y con los compañeros. En la Región IV, con sede en San Pedro, y en la V, en Libertador, también. Trabajamos en forma coordinada. En la Región III, que abarca la capital, Palpalá, El Carmen, Susques, etc., somos un equipo de 4 psicólogos, 2 asistentes sociales y 2 pedagogos.
-¿Siempre hay un indicador, algo visible, que nos permite ver que se viene un hecho de violencia?
-Velázquez: Esta es nuestra gran preocupación, y seguramente la de los grandes teóricos, de la psicologÃa, de la antropologÃa, de los sociólogos, de los pedagogos, porque no siempre hay un indicador. Se puede estar gestando en el adolescente, en el niño, en el adulto, alguna patologÃa que no siempre es detectada por los responsables de una institución, ni siquiera por los mismos padres. Inesperadamente, de pronto, se produce un hecho de violencia o una autoagresión y no habÃa ningún indicador. Esto hay que tenerlo en cuenta para no culpabilizar, porque también está esto instalado en las instituciones: ¿cómo no lo han visto? Hay casos en los que sà se podrÃa haber actuado, pero otros en que no. Además son procesos, se trabaja durante un tiempo, y hay que tener mucho cuidado porque los resultados no se ven rápidamente. Hay que volver a trabajar sobre el concepto de prevención, porque muchas veces estas situaciones n o se pueden prevenir.
-Lambrisca: Sobre todo tenemos que estar muy alerta los adultos, tener cierto nivel de alarma ante situaciones que pasan, y no sólo como docentes, también como padres. No sé si hacemos bien o mal el trabajo, pero tenemos un compromiso muy fuerte con la tarea que llevamos a cabo, y esto lo quiero destacar, porque el equipo que tenemos es muy importante. Sin el compromiso de la gente que está creo que nada de lo poco o mucho que hacemos se podrÃa hacer.
-Ustedes decÃan que no hay paro, no hay tiempo, porque de su trabajo puede depender la vida de un joven o un niño, de la intervención oportuna.
-Simón: Como sociedad tenemos que reflexionar sobre que en polÃticas educativas y sociales en general, hay que poner el acento en trabajar en el concepto de oportunidades vitales, de procurar espacios que permitan el desarrollo pleno, no plantearnos intervenir desde el sÃntoma, que muchÃsimas veces es lo que nos sucede como sociedad, y entonces ya perdimos el tren. Estructuralmente, tenemos que plantearnos otras cuestiones, y como adultos ver qué oportunidades vitales estamos generando, qué espacios estamos creando para la contención y el desarrollo pleno de los chicos.
-Montes de Ferreti: Vivimos una sociedad altamente compleja, y eso nos demanda desafÃos a todos, cada uno en su lugar y con su formación, pero todos estamos implicados en asumir compromisos y responsabilidades. Cuando pienso en las intervenciones y cómo hacerlas, pienso en el caso de Carmen de Patagones, que fue un hito en la historia de la educación y de las escuelas. Algunos salieron a decir que habÃa que poner detectores de armas en las entradas, y esto nos pareció horroroso, porque en realidad somos los adultos los que tenemos que ser detectores, formarnos y capacitarnos para detectar el sufrimiento en los chicos. Hay que hacer hincapié en que no hay vÃctimas ni victimarios, hay chicos que están atravesando una situación de mucho dolor. También los que están alrededor de un hecho, por ejemplo, estamos atendiendo adolescentes que han estado cercanos a un hecho de violencia y los escuchamos con sus dificultades para afrontar lo que vivieron, para dormir, para entender esta situación que es grave. A todos nos demanda ocuparnos de esto, estar dispuestos, escuchar. (Marta Argul/Ariadna Tabera).
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