Â¿Hasta dónde es cierto que en el pasado nuestros maestros estaban más preparados o sabían más y que los chicos salían de la escuela con una formación  mejor? ¿Es una expresión de que todo tiempo ido fue mejor o es un dato de la realidad? Un interrogante sobre el que, entre otros respondió en esta entrevista en la radio la secretaria de Educación, profesora Teresa Jure.

-¿Niños y jóvenes tienen una educación de menor calidad a la que recibieron otras generaciones?
-Me gustaría hacer una aclaración sobre el término calidad. Con Menem venía ya instalada la palabra equidad, nos habían sacado a los docentes y al mismo pueblo el tema de la igualdad que  no tiene nada que ver con la igualdad. ¿Dónde varía esto? En el procedimiento. No debe haber ningún argentino, digo yo, que realmente quiera que sus hijos no aprendan; no debe haber ningún docente o adulto que no quiera que un joven ciudadano, el vecino, el hijo del otro, no sepa de la escritura y de la lectura. Entonces ¿qué pasa? Vos te preocupas por la calidad y yo te pregunto: ¿cuántos crees que se preocupan por la calidad? Un  texto de La tragedia Educativa nos habla de la hipocresía de la mayoría de los argentinos, donde yo involucro fuertemente a toda una generación, todos nosotros, cuando planteamos la calidad: ¿qué nos preocupa de la calidad y a cuántos nos preocupa; a cuántos funcionarios y en cuántas decisiones, porque los que estamos en la educación, y cuando tomamos decisiones, cómo no vamos a querer la calidad? Se trata de una decisión política escrita como está en las normas; todos planteamos que la intención es mejorar pero, ¿mejorar qué de la calidad? Es muy amplio el concepto.

-¿Por qué hay quienes estiman que los chicos no aprenden cosas o que algunos contenidos que reciben no son los que los padres quisieran?
-Hay padres que dicen que sus hijos tienen que saber leer mejor; se preguntan por qué no tienen el placer por la lectura, otros cuestionan que van mal en matemática o que hay jóvenes que desconocen la historia. El tema de las ciencias naturales: ¿por qué tiene tan poco potencial en el discurso de muchos de padres y de los adultos en general? Primero: hay que aclarar que estos  padres son privilegiados porque pueden tomar cuenta de que hay una ausencia de saberes en sus hijos., porque hay millones de argentinos que no tienen la posibilidad de darse cuenta que la escuela no favorece esos aprendizajes. Son dos cuestiones. Sin embargo, estos dos grupos se unen en un mismo espacio totalmente heterogéneo y ese único espacio posible, que los une, es lo que se llama aula, donde está el que viene desde un origen diferente, que son muchos más hoy, a aquellos pocos que tienen esta cuestión de que el padre puede darse cuenta de ese saber. Ahora, ¿qué ocurre en el aula respecto a esta posibilidad y a esta igualdad? La igualdad tiene que ver en ese espacio único, intransferible, con un docente con capacidad de distribuir  las oportunidades a todas esas diferencias que están en su propia aula.

-Lo que no debe ser fácil hoy en día.
-Estamos en sesenta escuelas trabajando con una investigación que propone aprender por lo propio, haciendo lo que se llama promoción asistida. Y es increíble para los que siguen resistiéndose a este aprendizaje, acompañado, no en soledad, para que el docente se pueda apropiar de los saberes y contenidos posibles y pueda enseñar con lo propio que trae el alumno. En esas sesenta escuelas están con todo el material, conseguimos financiamiento de UNICEF, le pagamos a los docentes desocupados para que se integren. Pero lo que les vamos demostrando es que solamente el 0,01 no está en condiciones de una alfabetización. Por lo tanto, todos pueden aprender, pero la pregunta es ¿por qué no aprenden más o no aprenden aquello que yo considero como padre que tienen que enseñar? Es una pregunta ideológica y la comparto. El qué enseño lo decide un director con el docente. Podes tener un programa y te pueden decir: estos son los contenidos que sí o sí tienen que aprender sus alumnos. Ahora, depende de la directora, que vaya y controle cómo se va el proceso. Ahora bien, resulta ser que lo más fácil es decir no aprende, no enseña, no tiene quién lo apoye, no hace los deberes. Sin embargo, y esto es viejo, en una investigación del doctor Rama de la década del ‘90, se habla de cuatro categorías pero hay dos que me parecen excepcionales. Él define héroes y perdedores del sistema educativo. Los perdedores del sistema son generalmente alumnos cuyos padres tienen una relación directa con la escuela totalmente desautorizada.

-¿Qué quiere decir eso?
-Ese mensaje que muchos adultos utilizamos: ‘no le lleves el apunte a la profe tal’,  ‘los profes no saben’. Es decir, hay desautorización desde el hogar al docente, por lo tanto también se desautoriza a la educación y los perdedores del sistema son, precisamente, los que creen que el conocimiento no es importante y hoy estamos conviviendo con esa generación que ha desautorizado a la institución escuela. Hay muchas consecuencias nefastas, por ejemplo la falta de respeto a la autoridad. Por otra parte, los héroes del sistema son justamente aquellos que no han tenido en su infancia ni en su juventud ni en su madurez, la oportunidad de acceder a la alfabetización. Entonces, el doctor Rama, estudiando la situación social de los chicos con los mejores resultados, se encontraba con un hogar donde había una madre analfabeta al lado de un hijo haciendo los deberes, y la madre, o sea ambos, depositaban toda la posibilidad de futuro en esa tarea.

-Esto remite a los padres de la Puna, que tienen una devoción y una esperanza muy fuertes en la educación..
-Sí, para mí ha sido un privilegio en esta función haber conocido el compromiso y el sentimiento de esos padres y madres, y cómo lo siguen al tema. Controlan si el docente va o no, si falta mucho, si los quiere o no, si los chicos aprenden. Además, trabajan en forma colectiva,  todos juntos. Y si algo aprendí de eso y tiene que ver con la calidad, es cómo nos enseñan estas comunidades y sobre todo las aborígenes. Ellos construyen saberes colectivos  pero muy cooperativos y lo hacen en forma circular, no desde lo lineal, con el cimiento de esa Madre Tierra de su cultura, la construcción en la transmisión que van haciendo de forma circular de generación a generación y cómo la van realimentando, permite a los que estamos en educación, revisar realmente, con un docente comprometido en esto, cómo se pueden construir saberes de una forma más cooperativa. Tenemos muchas experiencias que dan cuenta de esta propuesta y de la certeza que construir hoy es hacerlo de una manera cooperativa,  nuevamente, ya no es en el individualismo académico, no es en el modelo de que es verdad que aprendías mejor y que tus padres aprendieron mejor si tuvieron el privilegio de asistir a la secundaria, pero era un modelo enciclopedista. Hoy sería muy conservador pensar así.

-Algunos te dicen que no les gusta la docencia.
-Pero demos vuelta la pregunta. Estos padres que dicen que los chicos no saben, preguntaría  cuánto dialogan con sus hijos; si uno como padre deja al joven que hable de todo lo que sabe, me guste o no, sacándonos los prejuicios, escuchándolos, de todo lo que se apropió a través de la tecnología que tiene a su alcance. Otra: ¿cuántos de esos padres no saben lo que sus hijos saben hacer con una computadora o con un teléfono celular? ¿Será que es la época que los chicos le enseñen a los padres y a los maestros esa tecnología que están conociendo tanto? ¿Cuántos de esos docentes podrían ser alumnos de sus alumnos con respecto a la computadora? Hay muchos docentes que no tuvieron acceso a esas tecnologías. ¿Por qué no damos vuelta algunos espacios, como con los padres en otras cuestiones?. Sería importante decir: mi hijo me enseña esto pero yo como padre también puedo enseñar aquello, o a lo mejor puedo cooperar con la docente planteándole formas de acceso a oportunidades diferentes de aprendizaje. (Entrevista de Ariadna Tabera).