Laura Barberis
En mi caso no es fácil prenderme en la modalidad de âalquilar balconesâ para divertirme con los errores, pavadas, atropellos, mentiras, distorsiones, manipulaciones de la opinión pública, con las grotescas peleas de aquellos a los que sólo les interesa el poder para poder tener y nunca para poder hacer; digo que no es fácil para mÃ, porque aunque quiera mantener el buen humor, la pérdida, la fuerte pérdida, que significa hoy la polÃtica tal como es, la verdad, no me da risa. Me da bronca, impotencia y, como dije otras veces, ganas de salir corriendo.
Pero como el hábito laboral no me permite sacar los pies del plato de la actualidad periodÃstica y, precisamente, el signo de los tiempos es sacar los pies del plato, me puse a buscar el origen de la expresión. No tuve suerte, pero algunos creen que podrÃan haberlo empezado a decir los campesinos españoles que, ya en épocas remotas, iban a âpisarâ uvas en el MediodÃa francés, en unos hoyos de piedra que eran a propósito de la tarea; cuando interrumpÃan o se iban antes de tiempo les gritaban âno sacar los pies del platoâ. La verdad que no lo termino de creer; más bien me parece un liviano invento de investigadores que adornan como pueden sus tesis sobre la larga tradición de emigrantes españoles, al fin desocupados comunes y silvestres que se las rebuscaban como podÃan en la vendimia francesa. A mà se me hace que debe ser una expresión mucho más antigua, porque de las sacadas de los pies del plato y sus efectos está llena la historia de la humanidad.
Plato, del latÃn plattus (a su vez del griego platýs) es un objeto que, en sus variadas formas, todos conocemos. Algunos sólo los usamos para comer, con la taza del té o el café o para servir masitas. Pero otros, les dan utilidades que más bien tienen que ver, curiosamente, con sus pies.
Para ser más concreta: está el plato playo, el sopero, el de postre y los platillos de las tazas para las infusiones. También se usa la palabra en frases ya muy hechas, para expresar literalmente su función o como metáfora de ciertas conductas, por ejemplo: plato del dÃa, plato fuerte, plato único. O lavaplatos, calienta platos, romper los platos, le tiró un plato por la cabeza, etc..
La sola enumeración anterior, sin ser demasiado imaginativa, describe unas u otras de las intrincadas, pero tan obvias, situaciones de la polÃtica local de cara a las elecciones generales de octubre. Pero antes de avanzar con ellas, quisiera hacer unas pocas disquisiciones más sobre la otra parte del viejo dicho, o sea los pies que, como hasta el más bruto sabe, son las extremidades que asentamos en el piso, pero también a mucha gente le sirven para pensar, sobre todo a aquellos que tienen la cabeza caliente o a los que le buscan las tres patas al gato o los que no pueden ser ni ágiles ni eficientes porque tienen los pies de plomo. Peor están los que no tienen ni pie ni cabeza o sólo un pie izquierdo con el que, invariablemente, se levantan por las mañanas, claro ¿qué otra cosa pueden hacer? Hay otros que siempre están atados de pies y manos, por lo que no pueden sacar los pies del plato, pero tampoco agarrarlo.
Están los que siempre, perpetuamente, dan un mal paso, vaya a saber con cuál de los pies y están los que siempre, siempre, hacen la pata ancha.
Ahora, como yo no me creo nada a pies juntillas, quiero señalar en esta evasiva nota que me parece que ya no van quedando platos. Las recientes internas del Partido Justicialista-Frente para la Victoria, fueron una buena muestra de que los mecanismos que se usan (a la UCR le pasa igual) para llegar a las listas definitivas no son los mejores en sà mismos; y como ni siquiera piensan en la necesidad de juntar votos (que se terminan contando uno a uno, no sé si saben) van rompiendo, no sólo los huevos como quien hace una tortilla, sino todo: todo lo que apenas quedaba en pie. Por lo que no hay ya platos de los que sacar los pies.
Hasta a mà me cuesta reiterar que la polÃtica está en manos de comerciantes, cualesquiera sea la envergadura y origen de sus fortunas. Por eso es que estamos como estamos polÃticamente hablando y por eso hay tan poca actividad privada que genere empleo genuino.
Se vio tan clarito todo el malestar que sentÃan los peores capitostes por los dirigentes que sà vienen de la polÃtica, como Pablo Lozano o Miguel Morales, Marcelo Llanos o Alberto Ortiz; la propia Patricia Arach y otros. No digo que sean buenos o malos, recalco: vienen de la polÃtica.
Es tal el desequilibrio de las fuerzas y tanta la falta de ideas, es tan brutalmente simple el escenario, que me cuesta describirlo. Mire, la hago más clara: Rivarola-Segura ¿creerán que Lozano, si gana la intendencia de San Salvador de Jujuy en octubre, va a ser su empleado? Reconozco que ellos sà han ido armando con el tiempo más grandes o más pequeñas estructuras electorales (léase votos) pero a fuerza de repartir mercaderÃa, planes (nunca proyectos), becas, viviendas, etc.; el sector tampoco nunca aclara que, salvo en los medios, se habla muy pero muy mal de ellos. A veces pienso que parecen peor de lo que son. Si es que no lo son, es una estrategia ¡polÃtica! Porque si malo, malo eres, más te temenâ¦
Por su parte, Jenefes muestra una sorprendente, inefable frontalidad -para no decir idiosÃa- a la hora de procesar la defección de Martiarena que lo dejó sin la estructura, oficial, (ni hablemos de Perico para rematar). Y dÃgame, si no, qué es el anunciar, en su carácter de Presidente del Congreso Justicialista y todo, que él no acepta el resultado de la interna. ¿Por qué condena a Lozano en los peores términos, pero jamás alude a Rivarola-Segura y rescata que sà va a votarlo y apoyarlo al segundo como aspirante a la vice gobernación?
Otra cuestión es la de Milagro Salas, la CTA y los afiliados peronistas de la âorganizaciónâ, a la que los gobiernos nacional y provincial no hicieron más que engordar en la práctica, en las ideas y, sobre todo, en lo económico. ¿No es lógico que se empiecen a blanquear las cosas y a lo mejor, de ahà mismo puedan surgir mecanismos de contención que vayan atenuando y modificando situaciones que a todos nos parecen mal? ¿O Martiarena actúa mejor que Milagro? Es más, ella es mucho más efectiva cuando usa el dinero de todos para hacer un barrio con sus servicios. ¿Se entiende, no?
PodrÃa seguir y seguir. Por ejemplo con Snopek-Quevedo-Tito-Calsina, quienes curiosamente no parecen poder instalarse definitivamente y no demasiado lejos de uno de los dos grupos mencionados. ¿Por qué será?, si las ideas se pueden rescatar sin plata. Claro que yo desconozco si lo mismo pasa con los cargos.
La verdad es que podrÃa seguir enumerando situaciones de igual Ãndole pero las dejo para el próximo número, en el que no me quiero olvidar de todas las astillas con las que algunos contadores y algunos radicales quieren rearmar unos imposibles engendros, creyendo asà que van a tener un par de platos para poner los pies.
La cancha está muy, pero muy embarrada y los lamparones de barro, como pellas de grasa, manchan a todos. Sin embargo, como nunca se sabe nada en este mundo de incertidumbres, tampoco Ud. me tome al pie de la letra.
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