Carlos Torres*
No se puede negar que la economÃa de nuestro paÃs se apoya en la generación de bienes agropecuarios. Ejemplos palpables son, por un lado la crisis alimentaria de fines de la segunda guerra mundial, en la que Argentina recibió la denominación de âgranero del mundoâ y, por otro, la crisis económica nacional de fines del 2001 que ha permitido sostener la ayuda social para miles de argentinos excluidos del mercado laboral. El suelo soporta -hasta ahora- las consecuencias de nefastas polÃticas. Como el pasado 7 de julio fue el DÃa Nacional de la Conservación del Suelo, consideré oportuno hacer algunas reflexiones.        Â
La recuperación de la economÃa, acompañada de un mercado internacional de granos con precios altamente favorables, ha incrementado la producción agrÃcola hasta niveles insospechados en la década pasada. Este aumento generó que la frontera agrÃcola se expanda hasta territorios difÃciles de conservar. AsÃ, tierras dedicadas a la ganaderÃa cambiaron de uso a la agricultura; en este cambio, la soja se convirtió rápidamente en el âcultivo estrellaâ. Las consecuencias de esta expansión recién la comenzaremos a ver en los próximos años. Mientras tanto, el suelo sigue soportando.
Hoy, nos encontramos frente a un nuevo dilema: ¿produciremos granos para alimentos o para biocombustibles? Es muy probable que, en tiempos de la globalización, el norte siga produciendo sus alimentos y comprando lo que le falte. Es decir, se llevará nuestros recursos sin medir las consecuencias de tal medida. El problema será para los que vivimos en el sur. ¿El suelo seguirá soportando?
Numerosos trabajos de investigación, producidos tanto por las universidades nacionales como por INTA, dan cuenta del continuo deterioro de nuestro suelo. El laboreo inadecuado, el monocultivo, la contaminación por agroquÃmicos, el desmonte irracional, el uso sin considerar la capacidad productiva del suelo ni su aptitud agrÃcola y otros desequilibrios, son los responsable de que la degradación se intensifique.
Pero no todo es pesadumbre ni incertidumbre en la conservación del suelo. El estudio, la investigación y el conocimiento han permitido el surgimiento de nuevas tecnologÃas para el manejo de este recurso natural básico. La siembra directa, la labranza reducida, la rotación de cultivos, el uso de abonos verdes, el uso de prácticas estructurales como las terrazas, son tecnologÃas disponibles para que el suelo siga soportando a la producción agropecuaria.
Nuestra provincia no está aislada de esta situación de permanente deterioro del suelo. Las condiciones ambientales y de relieve de la agricultura de Jujuy (acompañada de particulares condiciones de tenencia de la tierra, de agricultura intensiva, de pequeños productores sin capital ni financiamiento) hacen compleja la aplicación de tecnologÃas apropiadas para el manejo racional del suelo.
El desafÃo, para que el suelo siga sosteniendo a la producción agropecuaria, pasa por el compromiso y la conciencia de la importancia en mantener y conservar la capacidad productiva del suelo. En este sentido, es fundamental la decisión de la dirigencia polÃtica, para que el Estado genere las condiciones favorables con el propósito de que el productor agropecuario (desde el pequeño al más grande) tenga acceso a planes de manejo apropiados, creando estÃmulos y el soporte legal y financiero necesarios para el fomento a la conservación del recurso suelo. De esta manera, el suelo seguirá soportando y alimentando a las generaciones del futuro.
*Ing.Agr., vice rector de la UNJu.
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