El presidente de la Cámara de Comercio Exterior, Alberto Galli, analizó en la radio el clima de insatisfacción colectiva que caracteriza a este Jujuy nuestro de comienzos de siglo. El papel de las instituciones que se fragmentan y pierden fuerza, la incapacidad de construir y sostener con perseverancia un proyecto común, la intolerancia  y la disconformidad, zonas erróneas de la jujeñidad de este momento, en un análisis prácticamente de diván, aunque la idea en el programa es que los candidatos escuchen todas las voces.

-¿Cómo ves la sociedad que conformamos en Jujuy? ¿Qué nos pasa, por qué esta anomia?
-Venimos transitando un camino en donde nos hemos negado una participación. Fuimos esquivando la responsabilidad social de participar para forjar un mejor destino social. Veo que se hacen esfuerzos muy aislados, no hemos sabido juntarnos y ser perseverantes con objetivos comunes. Suena muchas veces duro, pero creo que somos responsables todos de que hoy no estemos conformes con nosotros mismos.

-A fines del menemismo, la sociedad argentina empezó a vivir un proceso de fragmentación muy grande. No hablo de la política, hablo de la sociedad en sí. En Jujuy, creo que estamos como en un pico interminable de incomunicación y apatía. No debatimos nada públicamente. Todos hablamos en la confitería, en la casa, en la esquina, en la cuadra o en el barrio, pero son discursos paralelos. Sin embargo en  la ExpoJuy, en octubre del 2006, hubo tanto dinamismo. Miles y miles de personas compartiendo cosas…
-Fue como una gran familia en la que estábamos trabajando y funcionando todos juntos con el objetivo de mostrar y ser protagonistas de un momento en la vida económica de nuestra provincia. Fue diferente y es verdad que se percibía entusiasmo en los stands y en el  público, pero voy a dar un ejemplo de lo que nos pasa como sociedad, de lo que pasa con el tema de las instituciones. Tenemos tantas y creo que todos estamos asociados a las mismas. Sería bueno tener una institución en donde nos hagamos fuertes entre todos, pero hablando bien; o sea, fuertes para volcar nuestras inquietudes, para que tengan poder de resolución, tengan llegada, seamos escuchados. Lo que pasa es que, si vos te ponés a contar, creo que hay más instituciones que asociados.

-¿Te referís a los colegios, las cámaras…?
-Claro. La Cámara de Comercio Exterior es un desprendimiento de la Unión Industrial; la de Palpalá, también. La UCIP de San Pedro, igual. Todos desprendimientos de una entidad madre, que fue perdiendo peso y que hoy está retomando un liderazgo, pero a costa de mucho sacrificio y eso demora. Pienso que en la sociedad nos pasa algo similar, no tenemos un grupo de trabajo ni un lugar donde podamos caer y sentarnos a dialogar sobre si lo que está sucediendo es bueno o malo, qué podemos hacer o cómo intentamos cambiar una u otra cosa. Por ahora todos son pequeños esfuerzos, pequeños reclamos y poca articulación sobre los problemas comunes que son casi todos.

-¿Cómo ves el creciente malestar por los cortes de las calles céntricas?
-El tema directo de la CTA y de las otras organizaciones sociales y la forma en que actúan, bueno, es un vacío que deja el Estado, por eso van en crecimiento. Creo que nadie va a discutir que lo que se hace a través de ese tipo de instituciones, es porque el Estado no lo realiza o no lo cubre. Cómo hacen las cosas y por qué es algo que a mi criterio necesita también un pronto debate, urgente te diría.