MartÃn Güemes (h)
En una conocida audición radiofónica, a fines de 1951, Enrique Santos Discépolo (poeta del tango, prohibido por el pensamiento correcto), comenzaba expresando: ¿A mi me la vas a contar, mordisquito? nadie puede mejorar esta imprecación, dirigida a nuestra clase media de tendencia cipaya y gorila. Sobre todo, ante el apoyo al golpe cÃvico-militar de 1955 (que tenÃa sus razones), que se repitió en forma nefasta en 1976 (plagado de sin razones). Salvo excepciones, los mordisquitos estaban de acuerdo en la "incapacidad" de Isabel MartÃnez de Perón y en la necesidad de derrocarla. Como contracara tácita, creyeron en la "capacidad" de Videla, Agosti y Massera.
Fue un apoyo implÃcito a los militares, para que volvieran el orden, la paz y el progreso. La nostalgia de la generación del â80, del Roquismo, abarcó Sarmientinos y Mitristas del Siglo XX. Los partidos polÃticos confesaban su impotencia, ante el avance subversivo de las fuerzas armadas. Estas, a su vez, esgrimÃan -para voltear el Estado de Derecho e imponer la Razón de Estado- el accionar de la guerrilla y ¡el vacÃo de poder!
El sofisma era claro, no apoyaban al gobierno (en la función que les cabe: defender la legitimidad constitucional), y apuntalaban el vacÃo de poder. La camarilla militar volvÃa por sus fueros antinacionales. Imbuidos de un mesianismo anticomunista, embargados por el espÃritu de venganza, o sea de revancha antipopular, antiperonista, se comportaron como elefantes en un bazar.
No habÃan aprendido nada; en la elección de su ministro de economÃa (José Alfredo MartÃnez de Hoz, perteneciente a la oligarquÃa con olor a bosta, definición sarmientina), seguÃan la lÃnea Mayo-Caseros. Por supuesto, ese 24 de Marzo no se trató de derrotar a Rosas, Yrigoyen o Perón, sino a la decadencia del Movimiento Nacional Justicialista (carcomido por dentro y por fuera, por imberbes, estúpidos, mercenarios y traidores). Esta decadencia se expresaba en la personalidad de Isabelita. Temerosa, dubitativa, propensa a las equivocaciones polÃticas, aunque también, en ocasiones: valiente, decidida, sacrificada. En el fondo, Isabel  expresó en su debe y haber al Peronismo, en este último tramo de su vida pública. Decimos bien, último tramo, porque Menem (transformado en liberal-conservador) y Kirchner (transformado en progresista), uno, utiliza a Perón, y otro, lo detesta Ãntimamente. Y el peronismo, como movimiento nacional, se encuentra en estado de vigilia, en las profundidades del magma popular; y como partido se metamorfoseó en una sociedad anónima, con directorio y accionistas conocidos.
Con Illia, al desalojarlo de la Casa Rosada en 1966, ocurrió lo mismo. Despojaban al radicalismo de la inercia de su mito democrático (no olvidemos, hoy, que Illia asumió con el 22 % del electorado, al estar el Peronismo proscrito), castigando a la tortuga en lo endeble de sus actitudes nacionales. Esto sin desconocer al Dr. Illia su lÃmpida trayectoria democrática y su honradez republicana. Y algunos aciertos del gobierno radical, en su lucha por forjar una economÃa autónoma. Basta mencionar al Dr. Arturo Oñativia, salteño p'a más datos, en su denodada lucha contra los laboratorios extranjeros.
Volvamos al caso Isabelita y al golpe del 24 de Marzo de 1976. Cuando se evocan aquellos años sombrÃos (1976-83), los que escuchan a las vÃctimas de ayer, protagonistas hoy, pueden llegar a pensar que los derrotados fueron los Montoneros, el ERP, el Partido Socialista, el Partido Comunista. Pareciera que en la Presidencia de la Nación, estuvieron Hebe de Bonafini o Estela de Carlotto. Las imprecaciones contra la represión, la tortura y las desapariciones, nos hacen olvidar que el 24 de Marzo de 1976, ejercÃa el gobierno, la Presidencia de la Nación, la hoy denostada Isabel MartÃnez de Perón. Sospechada de ¡violación a los derechos humanos! por la opinión pública, por los medios de comunicación, ayer favorables al golpe de estado. Alimentado por el cacareo de los periodistas a sueldo de la libertad de empresa. Investigada la ex presidente por una Justicia que en aquellos años no auscultó nada. Y por jueces prohijados al calor del ejecutivo de turno. Algunos hasta de dudosa moralidad, decencia y virilidad. Por algo, la ciudadanÃa, desconfÃa tanto de la Justicia.
¿Qué pasó en el paÃs de los argentinos? ¿Por qué esta actitud retardataria, falta de autocrÃtica? ¿No puede sobrellevar, nuestra clase media, la culpabilidad por la conducta asumida? ¿Actitud parecida a la del suri, ñandú o avestruz, según las regiones? ¿No visualizaron que, voltear a Isabel MartÃnez, significaba destruir la institucionalidad? ¿La que tenÃamos, no la que imaginaban poder tener, confirmando en los hechos, la destrucción polÃtica, económica y social de nuestro paÃs? Porque, convengamos civiles y militares, que el Proceso de Reorganización Nacional fue un Proceso de Desorganización Antinacional. Los principales  derrotados fueron la Nación o sea el pueblo, el estado de derecho y las fuerzas armadas. Esta es la verdadera autocrÃtica a realizar, como argentinos.
El tema de fondo, terrible es expresarlo asÃ, no fue la caza a los guerrilleros o terroristas, que, por otra parte eligieron esa forma de lucha. No asÃ, por supuesto, muchos militantes juveniles, inocentes y solidarios. En muchos casos, asesinados, confundiendo los militares de esta forma la lucha antisubversiva con el crimen polÃtico.
La cuestión principal fue la persecución despiadada a los industriales nacionales y a los obreros. Base de sustentación -industriales y obreros- de una Argentina moderna, autónoma, en otras palabras: capitalista. Nacional y popular. Eje de una Suramérica integrada social y económicamente. Con la posibilidad de gestar, con esta base económica, un liberalismo nacional, democrático y republicano, por evolución popular. No por imposición de camarillas militares o vanguardias revolucionarias o elucubraciones de intelectuales resentidos con el paÃs, sino por las exigencias de nuestro destino.Â
Repasar las cifras económicas de la Argentina, al asumir el gobierno peronista, y las anteriores al golpe del 24 de Marzo de 1976, puede darnos una idea cabal de lo expresado anteriormente. Sobre todo si las comparamos, con las de 1983.
Alejandro Olmos, en su libro: "Todo lo que usted quiso saber sobre La Deuda Externa y siempre se lo ocultaron. Quiénes y como la contrajeron", expresaba: (â¦) Los perjuicios ocasionados al paÃs, como consecuencia de la "polÃtica económica" implementada durante el "proceso", y mantenida en sus lineamientos generales durante el posterior gobierno constitucional, no pueden ser atribuidos a errores de concepción o de procedimiento. Tal "polÃtica" ha sido producto de una teorÃa perversa que, sosteniendo la necesidad de la inserción argentina a un "moderno" esquema de la división internacional del trabajo, puso el patrimonio del paÃs a merced de grupos y centros financieros incompatibles con el interés nacional.
(â¦) Esa "polÃtica" aplicada a la economÃa después del 2 de Abril de 1976 significó un nuevo ordenamiento en las relaciones de los factores de poder y su dominio sobre los recursos del paÃs. El manejo de la economÃa nacional, desde los resortes del Banco Central y de un Ministerio, enriqueció -como es natural- la posibilidad de negocios de quienes habÃan asumido la conducción del paÃs. ("Olmos, Alejandro s/Denuncia").
(â¦) La fuerza del poder económico de las transnacionales superaba, sin duda, el poder violento de las armas; de allà que fuera más fácil encarcelar a Videla y a Massera que perturbar la libertad de MartÃnez de Hoz o de Klein. Continuando con el razonamiento de Olmos, es hoy más fácil encarcelar a Isabel MartÃnez de Perón.
¿Me entendés, mordisquito?
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