Laura Barberis
Creo que es indiscutible que el primer y peor mal de la especie humana es la estupidez. Me dirán que no, que lo peor es la maldad en sà misma, el egoÃsmo, la falta de solidaridad, la vocación por la guerra y toda la lista de los males que ya sabemos. Bueno, pero es la estupidez la que los permite, acepta y hasta se entusiasma.
DÃgame sino es la estupidez la que hace que legisladores/as y funcionarios/as de todo el paÃs vayan pareciéndose entre sÃ, cual parientes cercanos, al operarse las huellas del tiempo, seguramente con el mismo cirujano plástico, que debe tener un solo modelo de párpados, cejas, barbillas y papadas, y que les debe hacer precio por cantidad a gobernadores, vices, diputados y senadores. Porque miren que acá en Jujuy ya tenemos a varios/varias que van teniendo un aire de familia entre sà y con Maza de La Rioja, con Carlos Méndez, con dos animadoras de TV y hasta con Cristina K.
Pero concretamente y para no empezar a dispararme para cualquier lado quiero aclarar que esta nota, ilusa de mÃ, tiende a ser un alerta. Porque el tema es la gobernabilidad.
La gobernabilidad. A la que todos le rezan, la ponderan, recitan sobre los cuidados que hay que proporcionarle y juran que la van a defender y proteger por sobre todas las cosas, pero ya en diciembre pasado se vieron pequeñas acciones que apuntaban a socavar la paz social, seguramente fueron tentativas como para ir probando, como para ir preparándose para el abonado campo de las elecciones internas. En el reciente febrero ya fue evidente cómo venÃan las cosas: en cada mano se podÃan adivinar rifles, pistolas, carabinas y hondas (metafóricamente hablando, digo ... por aquello de la estupidez ¿sabe?) que eran entregadas a punteros, en centros vecinales, a agrupaciones sociales, a gente de otros partidos, a dirigentes complementarios de los que tanto abundan entre peronistas y radicales, como si fueran bolsones alimentarios o de útiles escolares.
Ahora sÃ, en cuanto tienen un micrófono cerca o la posibilidad de decir algo en el diario, todos los miembros de la dirigencia polÃtica hacen votos y promesas por la defensa de la sacrosanta gobernabilidad. Pero la mayorÃa de los promesantes da vuelta a la esquina y abjura de sus votos estimulando, convenciendo, animando, pero sobre todo pagando a la mano de obra eficiente de alguna de las organizaciones sociales para armar uno o dos bolonquis por dÃa, lÃos callejeros y violentos, sin trepidar en que la gente, la gente común, reniega de la dirigencia en su totalidad, no le cree a nadie y sabe que la oposición, interna u oficial, está usando a otra pobre gente (vÃctimas a su vez de los dirigentes que se quedan con la parte del león) para embarrar la cancha todo lo posible.
Pero qué significa, a esta altura de las cosas, embarrar la cancha. En principio, y para decirlo de una, hoy, embarrar la cancha, es una portentosa estupidez. Un obvio disparate. Hasta una estúpida falta de previsión por el propio destino. O si los que están presionando a través de hechos de violencia, manteniendo un permanente estado social como de amenaza, llegaran a obtener de las internas del PJ todo lo que quieren, van decirle a toda esa tropa fragmentada y sin contención: âBueno muchachos, ahora vayan tranquilitos para la casa y quédense allà haciendo bolloâ. Y Santas Pascuas.
Claro que hasta aquÃ, también mi lectura sólo describe una parte de lo que estamos viviendo en Jujuy. ¿Por qué? Porque a Fellner intentan jaquearlo -no de todos lados, quiero dejar este punto bien sentado- pero sà desde varios sitios concretos, algunos lÃcitos, comprensibles, que se pueden justificar por distintas razones, le guste o no al Gobierno. Otros, miserables e inconcientes. Por ejemplo, hay una organización social que fue creciendo con la plata del Estado, su uso más que discrecional y alguna hábil sociedad con funcionarios lamentables y que, a la menor insinuación de que le merme algo de lo que tan fácilmente consiguen, chantajean y extorsionan al Gobierno y éste afloja rápido, porque ya lo hacÃa antes y ahora no sabe, no puede, no entiende o no imagina cómo ponerle coto a las exigencias. Otras organizaciones más pequeñas en número de gente o desprendimientos de aquella primera quieren hacer lo propio y lo van logrando también. Alguna tiene un poco más de dignidad -por lo menos no se bajan de los más costosos vehÃculos para arengar a los pobres- también tiene la metodologÃa de la violencia callejera o la destrucción de edificios públicos como mecanismo de protesta. Los sindicatos del Estado se van moviendo igualmente de acuerdo a lo que se plasma a nivel nacional, pero lógicamente, el año electoral es tentador para todos. Hay debilidades y necesidades que dan ventaja. Todo esto se entiende, aunque no se coincida.
Lo que sà es muy cuestionable es lo que están haciendo algunos dirigentes del Frente Jujeño en esa especie de conglomerado que une a radicales con las más variadas especies. Ya que se ha visto aliento y participación en situaciones públicas que pudieron y pueden manejarse a partir de ideas y propuestas, inclusive yendo a la Justicia si se lo considera necesario, pero no estimulando la violencia inconducente que tanto se ha visto últimamente. DÃgame ¿no es una estupidez? ¿Acaso van a tener más votos? Lo dudo. En todo caso, van a tener un paquete incandescente que los va a quemar a los pocos dÃas ¿O van a salir a sangre y fuego?
Pero lo que sà es absolutamente imperdonable es lo que pasa con algunos sectores del Justicialismo, que están todo el dÃa dándole a la matraca para ver cómo pueden desestabilizar al Gobierno, mandan mensajes todo el tiempo, quieren ver cuánto o qué pueden obtener de la sanción se imagina de qué; echan combustible a una o más de las organizaciones mencionadas anteriormente. Digo yo, con semejantes métodos para suplir las propuestas al votante ¿se imagina lo que serÃan en el poder. ¿Por qué lo hacen? Obviamente porque quieren quedarse con todo lo que puedan desde la candidatura a vice gobernador hasta los cargos electivos más pequeños. Muchos se sienten con derechos; otros no, pero igual no bajan las pretensiones. Y los otros, de los que hablo, son los que azuzan y atizan cuanto fuego les permita enredar más la situación. Y en realidad son del palo y han obtenido mucho, mucho más de lo que les hubiera tocado en épocas más decentes. Pero esta nota no quiere hablar de moral o de ética, sino simplemente señalar que se está poniendo en riesgo todo en la provincia, por la codicia de obtener lo más posible en el corto tiempo que falta hasta el armado de listas. Ahora, âjaquear al gobierno de Fellnerâ ¿qué significa en el PJ? Una portentosa estupidez.
A esta altura de la historia corta, me cuesta mucho entender la actual composición social, cómo se conforma y se estructura el pueblo que somos y, la verdad, no sé si todavÃa hay un pueblo peronista, pero si sà lo hay, Eduardo Fellner deberÃa proponer otro tipo de internas y que los que son patrones compitan en igualdad de condiciones con los âcompañerosâ. Al llegar a este último párrafo, unos por un motivo y otros, por otro, pensarán â¡qué estúpida!â.
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