Jorge Nalvanti

      En los últimos meses del año pasado y los primeros de éste, pudimos observar un lamentable reverdecer de los problemas económicos municipales, si bien la ley del PROFOSAM, solucionó en parte las deudas crónicas, no solucionó el problema de fondo que es la necesidad contar con recursos para mejorar los servicios y abonar los sueldos de sus abultadas (en algunos casos) plantas de personal. Es que por mucho que se haga la solución no existirá hasta que no se ataque el problema sustancial que es el reparto equitativo de la coparticipación municipal.
      Este remanido problema que proviene del año ´89, producto de la sanción de la Ley 4439  generó una de las desigualdades más irritantes del uso de los fondos públicos. De todos modos este problema se ha estudiado tanto en el Gobierno como por el Foro de Intendentes, llegando a conclusiones y soluciones que prevén propuestas equitativas para las partes ¿por qué no se aplica? Pregunta que habría que hacer a los interesados.
      Justo es decir que el actual Gobierno ha puesto sobre la mesa de discusión el problema, planteando, tanto a los jefes comunales como a los diputados, los pasos que se tendrían que dar para la sanción de este tipo de norma; el planteo, bastante lógico por cierto, era que primero las comunas debían solucionar sus deudas crónicas y para ello se sancionó la Ley 5427 de Adhesión al Régimen Federal de Responsabilidad Fiscal, en cuyo Capitulo III se exige que las comunas tengan ciertas pautas financieras y administrativas para el saneamiento de sus gastos, con la asistencia del estado provincial, incluyendo los controles necesarios. Posteriormente se sanciono la Ley del PROFOSAM, norma que permitió y permite al Gobierno sanear las deudas comerciales y judiciales de los municipios dándoles algunos años de gracia para su devolución, conformando a partir de ellas un fondo revolvente para préstamos a las comunas para la compra de camiones y otras maquinarias haciendo de esta forma que se auto financien la compra de estas herramientas tan necesarias para los servicios que realizan.
      El ultimo paso seria, si los dos anteriores funcionan, la Ley de Coparticipación Municipal, claro que su elaboración no debería ser mucho problema ya que en la Legislatura hay archivadas mas de tres leyes que nunca fueron ni siquiera miradas por los diputados, pero tampoco fueron los intendentes a plantear su sanción y, por supuesto, el Gobierno sostiene que hasta que no haya una nueva Ley de Coparticipación Federal no piensa discutir la provincial, tampoco se interesó en los proyectos mencionados.
      Mientras tanto el estado jujeño ayuda a los municipios en crisis, especialmente a aquellos más obedientes (al igual que la Nación con las provincias) con partidas extras. Por supuesto que al Poder Ejecutivo, este tira y afloje, le resulta más económico que repartir efectivamente lo que le corresponde a cada comuna.
      Pero las soluciones siguen sin llegar y los conflictos crecen y el SEOM se desgasta pidiendo que los empleados en negro pasen a Planta Permanente, exigiendo que se les pague lo que por ley les corresponde, (todavía existe la figura de jornalizados que en algunos casos no llegan a cobrar $200. por mes) y los vecinos piden mejores servicios y mejor equipamiento para los municipios que, en la mayoría de los casos, cumplen con muchas deficiencias sus obligaciones.Por otra parte, al no poner las cosas en claro, intendentes y comisionados siguen culpando al Gobierno de sus, en algunos casos, desastrosas administraciones, y los vecinos son las víctimas de los empleados municipales, las comunas y el gobierno. Sea como sea, alguna vez los intendentes y el Gobierno tendrán que asumir sus responsabilidades y dejar de actuar unos como padres que todo lo comprenden y otros como nenes mal criados e irresponsables y cumplir con el elector que los elige para administrar como corresponde los dineros del estado.

UN CLÁSICO
      Hablar de la necesidad de una realista y concreta norma de coparticipación municipal en la provincia, se fue convirtiendo en un “clásico” en el que cada cual atiende a su juego; un juego verdaderamente intrincado, casi siempre vinculado nada más que a la coyuntura política y en el que la ignorancia y el incumplimiento de normas básicas no son el tema menor por un lado y, por el otro, los aprietes de quienes tienen la llave de la caja, tampoco.