¿De dónde vendrá eso del interior del paÃs? ¿Hay un exterior? ¿Ese exterior es nacional o ya es el extranjero? Algo exterior también puede estar en un paÃs limÃtrofe o en la otra punta del Continente o en algún territorio más allá de los Océanos; ¿cuán exterior puede llegar a ser ese exterior? ¿extraplanetario? ¿extragaláctico? .
¿Y su análogo, el pariente pobre, el interior de la provincia, dónde queda? Reitero ¿si hay un interior de Jujuy, cuál es el exterior? Debe ser San Salvador, por qué aquà se oye mucho âen el interior esto, en el interior lo otro?â Pero entonces ¿dónde queda el exterior? ¿Es un lugar fijo o se va corriendo a medida que el interior se achica o se agranda? Es medio confuso ¿no? Alguna vez leà una explicación sobre el origen y significado de la expresión, pero se ve que no era muy convincente por que no puedo recordarla.
Ahora, si San Salvador de Jujuy es el exterior (por que sabemos que está afuera de toda lógica, gobernada por la idiotez y el desatino), aunque no sepamos de qué, eso explicarÃa muchas cosas de las que le pasan a esta castigada ciudad que parece haber recibido una maldición de las peores, ya que aunque por ahà le anuncian un puente o una multitrocha, (palabrita que suena a: mujer desquiciada, personalidad múltiple, La Trocha) que viene a ser toda una promesa, esperanza, posibilidad y todo eso que tiene la obra pública, la verdad es que la Tacita de Plata se ha convertido en un cuenco lleno de pestilencias, tal como el emblemático Lago de Popeye, donde el agua de tan putrefacta ni ondula en la más fuerte de las tormentas, aunque por estos dÃas lo desagotaron por que las culebras ya se movilizaban para arriba. Nuestra ciudad está muy sucia, abandonada, con el patrimonio arquitectónico destruido por la desidia, la indiferencia y por qué no decirlo, el mal gusto de quienes pintan de color verde sapo viejas y bellas paredes y a veces, verde esmeralda casi fosforecente. A veces, en algunos sectores, por ejemplo en las inmediaciones de Radio Nacional, los hedores subterráneos flotan a la altura de las calles, mientras los que las caminamos huimos, por el asco por supuesto, pero también por que da un poco de miedo sentir que el mal olor, invisible sÃ, pero omnipresente, te amenaza y te persigue desde el interior de las alcantarillas que la gestión municipal administra sin vergüenza, quizás por que su naturaleza intrÃnseca anda bien con las emanaciones ofensivas.
Y ahà estamos de nuevo con la cuestión del interior de un exterior inasequible, en este caso âlo que está debajoâ, y vaya a saber qué otras tuberÃas, caños, cuevas, escondrijos, pasadizos y desagües que nunca vimos pero que están ahà nomás de nuestras suelas, albergando todo tipo de heces, desperdicios orgánicos, bichos y alimañas, secreciones y lÃquidos de inimaginable origen; ahà no habrÃa dudas que estamos hablando del interior, de lo que se esconde en el interior de las bocas de tormenta tapadas por la omnipresente basura que sabemos producir y hasta subsidiar. Ah, no. No es la basura lo que subsidiamos ¿o sÃ?.
San Salvador de Jujuy, pobre, del interior, vive la posmodernidad y la globalización a su manera: la exclusión social; los robos y la inseguridad; la droga que al parecer tiene un espacio cada vez más grande en la vida de la gente de todas las edades; todo el tierral de Alto Comedero que los funcionarios contemplan con la mirada perdida de quien se alucina frente al mar y todos sus misterios, optando finalmente en dejar que los cien mil vecinos se sigan ganando el cielo con su padecimiento diario; los regulares, incómodos, insoportables cortes de calles de distinta proveniencia; los borrachos y borrachitos al volante de los fines de semana; el transporte urbano con sus rotosos micros inseguros, aportando gases tóxicos y equiparándose con remises y taxis a partir de la mugre compartida, la suciedad como un código que los hermana; las ordenanzas que no se cumplen; los temas que perviven en una forma de eternidad ociosa y sin transformaciones, como lo que pasa con los boliches con habilitaciones precarias (seguramente eso corresponde al exterior) mientras en su interior se da una abigarrada y tenebrosita novela de extra muros (me fui para el exterior).
¿Entonces dónde queda el intendente de las kermeses y festivales? Seguramente en el exterior de la acción polÃtica, con todos sus convenios eventuales y planes sociales que aprisionan a la gente para mantenerla en el interior.
Con toda su historia, con toda su gente, con el maravilloso enclave del centro entre los dos rÃos, con toda la vida que circula cotidianamente por sus calles, San Salvador merece otro destino. ¿Qué se lo impide? Quizás estar en el interior del interior, como si fuera parte del inconciente del paÃs, lo que está más adentro, el amontonamiento de tanta memoria, la acumulación de demasiadas contradicciones.
Pero en serio, qué habrá detrás de esta pasividad, de esta resignación en la que estamos sumidos y de la que no hay agresión que nos saque. No es que piense en cacerolazos, ni ¡más! cortes de protesta, ni en paros masivos o huelgas eternas, pienso más bien qué animales culposos socialmente hablando, hay en nuestro interior que aceptamos tanta decadencia en los servicios, tanto juicio dudoso y tanto absurdo en el discurso. Todo ese desorden que no tiene nada de la trasgresión creativa y si todo de la corruptela de los â90. No es justo. No tenemos por qué vivir asÃ. No lo merecemos.
    Si esta es la ciudad Capital de la provincia âdonde empieza la Patria, donde empieza el paÃsâ, es mejor no saber en que interior termina Argentina.
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