Gustavo Silva está a cargo del Taller de Trapecio de la propuesta de Arte Rodante. Además de trapecista es acróbata y actor, vino a transmitir a sus alumnos norteños el “vicio” del trapecio, con la alegría y la libertad del circo.

-¿Cómo definirías el trabajo que hacen con la Escuela Itinerante?
-Como un servicio a los docentes, para darles otras herramientas con qué trabajar sus materias, otras informaciones, otras propuestas, que van a impactar en el docente, que luego hará su propia síntesis, y de ahí verá para dónde agarra: cada uno es un alambique distinto a los demás.

-¿Cómo trabajan en el taller?
-Abarcamos algunas cosas de circo en general; hay que saber elementos de malabares, poder combinar con acrobacia, destreza física. En este caso, lo nuestro es más que nada la altura, trabajamos con arneses, con rappel, con cuerda liviana, con elásticos, tela, de todo;  y la acrobacia es parte de la preparación física para el trapecio.

-¿Cuántos alumnos tuviste en el taller y de qué disciplinas?
-Fueron 18 alumnos, todos ellos son profesores, en este caso, de Educación Física, de Danzas, Danzas Folklóricas, Teatro, gente que hace circo y gimnastas.

-¿No se coló ningún profe de Literatura?
-Había una profesora de Música, pero después cambió de taller, porque también hay que tener en cuenta que los puntajes tienen que ver con la disciplina y con la propia especialidad. Hay una cuestión práctica y específica.

-¿Qué preparación tiene que tener alguien que hace trapecio?
-Obviamente, para hacer trapecio de alto rendimiento, necesitás una preparación de alto rendimiento; para ser profe lo que mejor te sirve es conocer bien los trucos y saber guiar, cuidar, no saber mostrar y hacer. Además, saber hacer los aparatos, porque los tiene que hacer uno mismo.

-¿Cómo te enganchaste para trabajar en Arte Rodante?
-A través de un amigo de mi escuela (La Arena), que además trabaja en el Ministerio de Educación, él hizo el contacto con la escuela y de ahí me llamaron a mí, porque soy el más viejo, el más conversador y he trabajado en la calle más años; los demás profes estaban con ensayos y funciones, porque hay un espectáculo que va a Venezuela. Yo fui a Misiones (anterior parada de Arte Rodante), y como me interesaba el proyecto, me comprometí y pedí poder trabajar yo siempre.

-¿Por qué hay circo entre los talleres?
-La lógica es que en Arte Rodante el circo tiene que estar porque es arte rodante.
Estoy muy contento. Tanto en Misiones como en Jujuy se puede ver que las disciplinas que tienen que ver con el circo han calado hondo en la cultura popular; en Misiones me conecté con gente del palo y les dejé material y siguieron trabajando; y acá, cuando salga de trabajar en el taller me voy a un gimnasio a dar clases, al Aizen, con Abraham que nos hicimos amigos porque por suerte me lo encontré en Buenos Aires cuando ya sabía que venía y nos mantuvimos en contacto. Traje material para poner allí trapecios, algunos van a ir a Buenos Aires y después de eso vamos a tratar de armar una compañía de trapecistas acá. Quizás yo estoy aprovechando este trabajo, que lo hago y me gusta, pero además voy un poco más allá y trato de ir dejando el vicio instalado, dejarles la enfermedad del trapecio, que además es contagiosa. Ahora ya quedaron enfermos y listo, me voy tranquilo.

-¿Qué parte del piso se le mueve a un docente de Educación Física al venir a este taller?
-Dos partes. Una es la cosa infantil de ir al circo, lo lúdico, lo gracioso, toda la cosa fantasiosa y romántica del circo, todo ese chamullo que nos vendieron… a un profe de Educación Física le da herramientas como para entrarle con otro enfoque al trabajo. Hay pibes (docentes) acá que están en deportes, pero si vos sabés hacer acrobacia, si te traban en una pelota, sabés caer; para un arquero: ser un poco gato, un poco acróbata; la flexibilidad, para la preparación física, que la conseguís haciendo acrobacia y circo, es importante porque tenés menos lesiones. Ellos pueden traducir muy fácilmente los elementos para ayudar a sus alumnos. O sea,  todo lo que tiene que ver con la estimulación psicomotriz, el esfuerzo. Acá hay muchos profes que no trabajan en la parte más bonita de Jujuy, llena de turistas alemanas. Trabajan lejos y con carencias. Yo trabajo para la gente concheta, y en un sentido es facilísimo. Hay otras dificultades. Es gente que está más aburrida, los tenés que entretener. A cada piba para que haga trapecio la tenés que convencer de que querés ser el novio. Acá me parece que todo es más directo.

-¿Qué te parecieron las circunstancias de trabajo en Jujuy?
-Yo estoy muy acostumbrado a trabajar en circunstancias difíciles: en La Arena (ver recuadro) compartimos los espacios y hay mucho ruido y mucho quilombo, mucha gente, mucho estrés. Cuando trabajo en este tipo de talleres, siento que me enfoca mucho más. Obviamente que soy un animal del foco para no distraerme y pongo mucha onda en el laburo. Si vos te fijás, acá es muy difícil perder el foco. Es como si lo hubieran hecho para mí. Es más tengo la sensación de que todos se confabularon, en Nación y en Jujuy, para mí. Es una gran conspiración para hacerme trabajar bien, muy a gusto y con alegría. Estoy muy contento, porque el lugar que nos dieron para trabajar es bárbaro. Es más, en Misiones tuve un lugar muy lindo, en Buenos Aires trabajamos muchísimo y muy bien, pero el lugar no es tan bueno, es más difícil allá el tema del espacio. Acá tuvimos el mejor espacio al que se puede aspirar; un lugar como este es mi mayor aspiración. Si vieras los lugares en los que entrenan en Canadá, son como estos, mientras que en Europa, no son tan buenos; es maravilloso.

      La Escuela de Circo La Arena está desde hace 14 años. Teníamos una compañía de circo que se llamaba “La Troupe”, y el director armó la escuela. Me llamó a mí para que sea su maestro y ahí empezamos a trabajar. Damos clase de cada materia en forma específica y hay una compañía que es la que hace los espectáculos; hay un grupo que es el semillero, donde se están formando artistas para las futuras compañías. El criterio es de compañía de danza, de club de fútbol con inferiores, de escuela infantil. El circo tiene la capacidad de poder nutrirse de todo, de no echar a nadie. Fijate que puede trabajar la mujer barbuda, el gordo tiene una función porque es el fuerte: tenemos una cierta capacidad de manejarnos entre muy distintos. No hay diferencias religiosas, nada. No es que seamos de mente abierta. No somos genios; tiene que ver con el laburo. Un puto trabaja perfecto, bueno en todos lados, pero en el circo yo lo veo mucho más. Trabajan parejas, familias enteras. Nuestra acrobacia está directamente ligada a lo que ganamos. De todas maneras, esto que te digo pasa más en la compañía, porque La       Arena es una escuela para gente de clase media alta. (…) La compañía nuestra hace sus propios espectáculos en el espacio que nos toca; hay gente que ha salido a trabajar en el circo y ahí contrata con el dueño del circo, nunca mejor dicha esta frase.

      Nació en 1959. Egresado de la Escuela Nacional de Arte Dramático en l986; estudió acrobacia con Osvaldo Bermúdez y Gerardo Hochman, Trapecio en la Escuela de Circo Criollo y en Centre Nationel des Ars du Cirque en Chalons, Champagne, (Francia) en l997. Desde l994 da clases de Trapecio Fijo, Volante y Vuelo en "La Arena". Actualmente entrena Danza Contemporánea con Lucas Condro.