Laura Barberis

      Noviembre tiene todos los años algo de vísperas, de anticipos, de previa antes del acontecimiento importante, sea futbolero u otro; noviembre tiene como una inminencia sobrevolándolo. Tiene la lógica de que un mes más y llegan las fiestas, las vacaciones, termina el año. ¿Qué haremos? ¿Cómo será el próximo? ¿Habrá cambios? ¿Para mejor? ¿Para peor? ¿Sorpresas? ¿Cómo le irá al Lobo? ¿Cuánto más cambiará el clima?
      En este noviembre de 2009, como siempre el PJ en Jujuy, o alguien del PJ, hizo un pequeño movimiento y se desencadenó una cascada de rumores, algunas acciones a favor y en contra, un silencioso y veloz reacomodamiento de gente y de cuestiones y tendieron a juntarse el agua y el aceite; lo más llamativo fue como se amortiguaron los ruidos y disminuyeron por unos días ciertos constantes y cotidianos partes de prensa.
      Voy al grano: hubo como algún indicio de que Eduardo Fellner se aprestaría a ovillar  y desovillar su retorno en función de las elecciones del 2011. Hizo algún gesto, ni público ni contundente, pero concreto -no se cuál gesto honestamente- que indicó a propios y ajenos (de ciertos círculos, por supuesto) que para aquellas épocas no le interesa ni ser reelecto como diputado nacional ni ser candidato a senador. Un guiño, una mirada, un mohín, que en el fondo revela que se dió otro paso, consecutivo del de aquellas sorpresivas palabras de Walter Barrionuevo en el acto del 28 de junio pasado, cuando lo abrazó -escandalizando a la interna- y dijo algo así como que estaba con el futuro gobernador de Jujuy.
      A pesar de la sutileza del movimiento original -reitero, yo no lo pude detectar- la propagación de la especie fue rauda, rasante sin resquicios, veloz como la epidemia de una enfermedad tropical. Con decirle que hasta cortó o por lo menos atenuó los bríos de la UCR local en el conflicto con la Tupac Amaru, y el senador Gerardo Morales, dicen, apuró conversaciones con Felipe Solá, el bonaerense, con vistas a mortificarlo a Fellner allá -leáse reelección de la presidencia de la Cámara- pegando primero en la arremetida hacia la gobernación que por ésta vez, los radicales jujeños parecen querer disputar en serio.
      Veamos un poco: todos quieren, todos quieren todo en realidad. Claro que lo que más quieren es sentarse en el sillón de Fascio. Pero ¿pueden? ¿Quiénes pueden? ¿Cuánto pueden? ¿Hasta dónde pueden? Dentro del Justicialismo por ejemplo, Segura quiere, pero ¿puede?. Parece que Rivarola también quiere, pero ¿puede?. Jenefes quiere, pero ¿puede? (aunque hay quien dice que quiere seguir en el Senado pero por eso mismo, exige la de máxima). Hay otros, algún diputado, algún intendente, que también quieren y seguro no pueden, por lo menos por ahora y por algún largo tiempo. Y, claro está, es probable que la oficialización de la candidatura de cualquiera de ellos, le daría reales y concretas perspectivas a que el codiciado título de gobernador sea para Gerardo Morales. Pero si el candidato del PJ es Fellner, quizás las pretensiones de los otros miembros de la mesa chica se vean burladas y quizás las de Gerardo también.
      Diría que, salvo error u omisión o los cambios con los que la vida se encarga de mostrarnos que, en el fondo, no decidimos nada o para seguir con las frases hechas, si el destino no dispone otra cosa, el escenario para el 2011 ya está preparado; unas y otras alternativas tendrán dos años para los afanes y ajetreos entre bambalinas, pero los protagónicos ya están. Eduardo Fellner y Gerardo Morales o Gerardo Morales y Eduardo Morales -para que no digan- se aprestan a una dura contienda que tiene como objetivo, como prenda, como trofeo mayor, la gobernación a partir del 2011.
En la Unión Cívica Radical nadie tiene dudas, el hijo pródigo es Gerardo Morales; es más, si alguna duda atribula a más de una calenturienta cabecita es si, finalmente, el senador va a querer ser el candidato ya que está ahí, a un paso de ser candidato a presidente de la Nación; quién puede dudar que tiene un perfil mucho mejor que Carrió o que Cobos, digan lo que digan las encuestas, por ahora, a favor de este último. Eso por un lado y, por el otro, hay correligionarios como Jorge Beller que opinan públicamente que Morales no quiere ser gobernador porque no quiere alejarse de la política nacional en la que tan buen papel ha hecho levantando a la UCR del estado de postración en el que la dejó De la Rúa. Personalmente creo que Gerardo va a poner toda la carne, y también todas las verduras, hortalizas y cereales, en el asador, en pos de llegar esta vez al sillón de Fascio … salvo, salvo … que las encuestas y mediciones le den regulares pronósticos o escasas probabilidades, porque tampoco creo que quiera apostar una vez más para perder; el estigma Balbín, dicho con todo respeto. De todas maneras, Gerardo puede. No es un entenado.
      En el Partido Justicialista, como digo más arriba, a todas luces va a ser más complicado. Todos creen tener una porción importante del poder, ya sea por los cargos que ejercen, los partidos municipales o los votos concretos, pero ninguno, ni Segura, ni Rivarola ni Jenefes puede convocar o amalgamar a los otros ni a sus tropas. Sí pueden unirse entre sí. ¿Porqué no? Se han visto matrimonios entre familias que durante décadas ni siquiera se saludaban. Por su parte Eduardo Fellner, con esa habilidad que caracterizó su construcción política, cuenta en primer término nada más y nada menos que con el apoyo del gobernador Barrionuevo -quién, hay que decir la verdad, está haciendo espaciados movimientos en su gabinete que probablemente redunden en una dinamización del ritmo oficial, bastante aletargado hasta ahora-; cuenta con su propio armado nacional y, sobre todo, aunque muchos lo culpen con razón de que en “su década” el peronismo local se convirtió en un ámbito sin convicciones políticas, los peronistas-peronistas razonablemente van a estar con él, de la misma manera que, si su discurso vuelve a interpretar necesidades y reclamos, la clase media también. Parece que está dispuesto a ponerle el pecho a la cosa. Tampoco Fellner es un entenado.


      Por supuesto que los actores y actrices de reparto y los corifeos están lejos aún de tener a cada quién en un lugar definitivo y los arrebatos, la estampida, escaramuzas y batallas serán bravas, como siempre.
      Gerardo metió a todos adentro, hasta a la CON residual.
      En el Justicialismo ¿qué hará Julito Moisés? Algo va a hacer, vaya a saber qué. ¿Y Carlos Daniel Snopek? Vaya a saber qué.

      Â¡Ah! Y quiero decir algo más, sobre todo para la interna del PJ, a esta periodista nadie le da letra, así que si a Ud. querido lector, alguien le dice que me indujeron, puede contestar con toda tranquilidad de conciencia, que yo escribo lo que se me va ocurriendo nomás.