â€œEn estos años venideros, nuestra América celebrará el Bicentenario del inicio de ese vasto movimiento social y político que la conmovió de México a Buenos Aires. En asombrosa concordancia, aquellas colonias, supuestamente aisladas, iniciaban hacia 1810 el camino de su independencia. Una brillante generación tuvo entonces dos virtudes escasas en los tiempos que corren: la audacia de soñarse emancipada y la constancia necesaria para conseguirlo. Después vinieron dos siglos de vida colectiva generalmente convulsa, tal vez con más fracasos que éxitos a juzgar por el persistente sabor a inconcluso de nuestro destino común. No alcanzamos a ser una sola nación, nos descompusimos en veinte repúblicas, y, a la vuelta de los doscientos años transcurridos, constatamos que nuestros pueblos, pese a sus esfuerzos, no logran vivir a la altura de lo que el humanismo prometía y en otras latitudes garantiza. Retomar, pues, la tarea inconclusa de la independencia y la integración debe ser la principal llama que ilumine la vigilia de estas vísperas americanas que vivimos.
Estos encuentros latinoamericanos aportan a una reflexión y a la generación de alternativas para el presente y el futuro de la educación superior en el mundo, y muy especialmente en nuestra región de América Latina y el Caribe integrada.
      La Universidad Nacional de Jujuy consideró estratégico recrear un espacio de encuentro con rectores, académicos, funcionarios y estudiantes, sumándose al espíritu y compromiso expresado en las Siete Cumbres Iberoamericanas de Rectores, bajo el título “Un Punto de Encuentro en el Camino entre Cartagena y París”.
      El objetivo general de la Cumbre fue arribar a consensos capaces de construir una posición integradora sobre el compromiso social de la Educación Superior, la internacionalización, el papel de la cultura, la ciencia, la tecnología y la innovación, la generación de conocimientos para el desarrollo sostenible y la cooperación regional en América Latina y el Caribe.
      Dicho propósito fue cumplido y plasmado en la Declaración de Jujuy, firmada por los rectores de universidades de diversos países de la región.
      Los primordiales principios manifestados en la Cumbre enfatizan que una universidad pública, que se precie de tal, no puede diseñar un plan de desarrollo, sobre la base de un concepto de excelencia que omita o sea indiferente respecto de las condiciones de vida de millones de seres humanos.
      La universidad pública en el contexto mundial no puede declararse o demostrarse incapaz de luchar contra la opresión y contra la persistencia de las injusticias que produce cotidianamente el sistema económico mundial.
      La misión de las instituciones de educación superior latinoamericanas y caribeñas del presente debe basarse en un proyecto universitario donde la calidad esté ligada a la pertinencia y la excelencia de la función social.
      La universidad del siglo XXI está predestinada a demostrar no sólo su potencial para adaptarse a los cambios, sino, sobre todo a anticiparse a ellos y más aún, impulsar los mismos.
      Entonces hoy, a un año de aquella cumbre nos encontramos nuevamente, luego de haber pasado por París y analicemos qué pasó luego de los cien días de esa reunión mundial.
      Deseamos a los organizadores el mayor de los éxitos, estamos para acompañarlos con nuestras experiencias. El éxito para esta VIII Cumbre de Rectores de Universidades será de la Educación Superior Latinoamericana y el Caribe integrada como región: “por una educación superior humanística, científica y autónoma”.

      Enrique Arnau, Quito, Ecuador, octubre de 2009.