Cada cuatro años, los argentinos nos hacemos los mismos cuestionamientos. El primero de todos, siempre pasa por preguntarnos porqué y a qué viajan deportistas que sólo tienen como meta filmar el paisaje más maravilloso o fotografiarse con las figuras del deporte internacional. De hecho muchos deportistas argentinos se molestaron porque los futbolistas no se alojaron en la Villa Olímpica, claro se perdieron la foto de su vida.
Nos preguntamos una vez más, cual es el seguimiento que se le hace a nuestros atletas para que tengan como premio llegar, en este caso a Beijing; o mandamos lo que hay porque para las Federaciones siempre son los mismos. Nunca me hubiera imaginado a la cordobesa Georgina Bardach decir que los Juegos para ella fueron un “suplicio”, cuando culminó su pobre actuación en Beijing llegando cómoda en último lugar. Esta misma señorita que denunció doping dudando del deportista record de los Juegos como Michael Phelps, tratando de justificar su paupérrima actuación. Sin duda Bardach no tiene ni idea cuántos deportistas del interior o de su misma provincia quisieran estar en su lugar. Lo que quiero decir es que lamentablemente nadie cuenta que los dirigentes de algunas Federaciones Nacionales mandan a su gente y uno o dos que más o menos puedan llegar a la meta, pero después esos dirigentes y atletas son los primeros en criticar la falta de política deportiva de la Argentina.
Mi pregunta es si ellos llaman a los funcionarios de la secretaría de Deportes para supervisar quiénes y porqué viajan a los Juegos. No hay un seguimiento a los deportistas, sólo existen subsidios a clubes o instituciones que son manejadas a gusto y placer de los que están al frente. Un país que apuesta en serio al deporte, debe saber porque y a que envía una delegación a una competencia de esta magnitud. Y quizás debamos debatir estos temas miles de veces para que de una vez por todas se concreten los proyectos que todo el mundo tiene pero a la hora de la verdad, ninguno aparece. Argentina, por segundo juego consecutivo, vuelve a conseguir menos de cinco medallas de bronce y algunas doradas en los juegos colectivos profesionales o casi profesionales, que siempre envidian los supuestos “amateurs”.
Hablo del fútbol que, a falta de ganar mundiales, decidió desde Atenas 2004, pelear por los primeros puestos de los Juegos. También el básquet entra en esta calificación, deporte jerarquizado por las máximas figuras de clubes internacionales, pero que sin embargo durante un mes se adaptan perfectamente al espíritu olímpico y dejan todo en la cancha, defendiendo sus colores como cualquier deportista más. Sin embargo son los primeros que criticamos, claro porque ellos son profesionales y cobran, sin darse cuenta que en el desfile inicial Emmanuel Ginóbili, se emocionó tanto o más que algunos que llegaron al estadio sólo para sacar fotos. En los Juegos Olímpicos conviven deportistas profesionales, como Federer, Nadal, Phelps, Bryant, Isinbayeva, Messi, Riquelme, Ginóbili y muchos más. Deportistas semi profesionales, como Las Leonas, Juan Curuchet o Santiago Lange y Carlos Espínola y amateurs como la judoca Paula Pareto o Alejandra García que si bien no saltó lo que quería, todos saben quién es y porqué llega a un Juego Olímpico. La medalla dorada de Juan Curuchet con 43 años y Walter Pérez en la prueba Madison en ciclismo, debe ser el ejemplo a seguir, como también la medalla de bronce en judo de Paula Pareto; lo mismo que el diploma conseguido por Julio Alsogaray con su séptimo lugar en Laser. El fútbol, el básquet y el hockey femenino, que son los deportes más seguidos y populares del país, también se mezclaron con los buenos resultados. Pero cuántos otros viajan a pedir autógrafos o a fotografiarse con celebridades deportivas, sin entrenarse, competir o intentar ganar.
Los funcionarios argentinos, dirigentes y los propios deportistas deben decidir para los próximos juegos de Londres 2012, si la política deportiva seguirá siendo la misma y cuál será el objetivo a cumplir. Los Juegos Olímpicos son un ámbito de competencia pura, ambiciones, dedicación profesional y una convivencia entre profesionales y amateurs donde las figuras deportivas se hacen las camas y cargan sus bolsos, como los basquetbolistas de los Estados Unidos.
No seremos los periodistas deportivos y mucho menos los del interior, los que influyan o decidan quienes serán los atletas en los próximos Juegos, pero si será nuestro deber repudiar declaraciones como la de Bardach o la de otros deportistas que reniegan de la falta de apoyo todo el tiempo.
Es cierto también que el presupuesto destinado al deporte nacional es mínimo, pero igualmente a pesar de las limitaciones, las autoridades deportivas, políticas y de federaciones, deberán exigir seriedad para cumplir con el objetivo y no quedarnos con las ganas de ver una prueba de 100 metros de atletismo en la serie final, o en la natación o en la gimnasia artística, sólo por poner un ejemplo. Entonces así no nos molestará tanto que nuestros representantes en sus días libres visiten la Muralla China, el Templo del Sol o las ferias más famosas del mundo con los productos que dicen atrás “Made in China”.
Finalmente para que la lucha no sea desigual en el exterior, la Secretaría de Deportes de la Nación deberá equipar primero el interior de nuestro país o por lo menos darle posibilidades a todos, con incentivación deportiva y montos más o menos parecidos. Promover el deporte social pero también apostar al profesional, con estadios que estén en condiciones de entrenar, con agua caliente en las duchas después de correr 1500 metros, tirar el martillo o nadar en una pileta olímpica. Apoyar a Federaciones que trabajen en serio y apostar a ellas para la representación en los próximos Juegos que pueden ser los Olímpicos, pero también los Panamericanos o los Torneos que los dirigentes arreglan para participar, siempre fuera del país, después de todo hay que tener roce internacional, ¿ no?. Los que amamos el verdadero espíritu olímpico, los que defendemos el deporte y a los deportistas en todo momento, pedimos idoneidad, seguimiento, esfuerzo, sacrificio y amor al deporte durante cuatro años y no uno antes del viaje. Podemos ser protagonistas, ya lo demostraron los deportistas en los juegos colectivos y todo el mundo habló de las jugadas de Messi, las volcadas de Scola o la jerarquía de Luciana Aymar. Ojala que en Londres nos encontremos con más medallas de los atletas que la pelean solos, esos que en estos maravillosos y tecnológicos juegos de Beijing, sólo adornaron la magnífica inauguración de la cual nunca me voy a olvidar.
