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Entrevista a Zidani Zeraou

Los fundamentalismos y sus razones

      El mundo asiste a un choque de civilizaciones que, para el doctor Zidani Zeraoui, especialista mexicano en Relaciones Internacionales, es resultado del crecimiento del fundamentalismo que invade los ámbitos religiosos, políticos y económicos. De visita en Jujuy, donde brindó una conferencia invitado por la Universidad Católica de Santiago del Estero, Zeraoui reflexionó en la radio -a la que acudió acompañado por la dirigente política Salma Haidar, miembro de la comunidad islámica local- no sólo sobre el conflicto Occidente-Mundo Islámico, sino también en torno a otras confrontaciones culturales, que como el caso de los indígenas mexicanos, están hablando de la “negación del otro, base de todos los fundamentalismos”. La realidad de México, vecino de la sede del “Imperio” y la política pro-norteamericana de Fox, completan una entrevista plena de señales para entender muchas de las cosas que pasan en nuestro atribulado comienzo de siglo.

 

-Cuando habla de choque de civilizaciones o choque de culturas a veces pienso simplemte en la lineal teoría del bien y el mal.
-La idea de conversar con el público de esta temática de choque de culturas es para expresar lo que estamos viviendo el día de hoy, porque realmente hemos llegado a una ruptura del diálogo. Cada vez más parece ser que el mundo occidental se está encerrando en una lógica de no reconocer las peculariedades de los demás, así que realmente la premonición de Samuel Huntington, creo que se está haciendo en parte, realidad. El simple hecho del movimiento que se dio, por ejemplo, alrededor de las publicaciones de las caricaturas de Mahoma, la reacción que se da en el Islam y la del mundo occidental, está mostrando esta falta de diálogo. Porque por un lado no era lógico que hubiera una reacción tan hormonal en el mundo islámico, tan fuerte, tan radical, pero por otro, no fue criteriosa su publicación, sino que posteriormente muchos periódicos las volvieran a reproducir.

-Como provocando...
-Exactamente. De los dos lados siento que hay un rechazo mutuo, un obstinación irracional.

-El mundo es un desastre y no se ven posibilidades reales de cambio en las  políticas internacionales ¿cómo cree que siguen las cosas?
-Creo que en lugar de ir hacia un mejoramiento de la situación, estamos cada vez más cerca de un mayor enfrentamiento. O sea, cada quien se está encerrando; estamos viviendo el día de hoy con estos enfrentamientos, por ejemplo, las presiones contra Irán alrededor de la fuerza nuclear. No quiero decir quién tiene la razón o quién no, simplemente señalo que se está generando una visión de violencia y ataque contra otro país asiático, lo que está refuerza el sentimiento anti-occidental en el mundo islámico. No es por nada que hay un rechazo de la presencia occidental. Si uno revisa los últimos años, puede entender la reacción contra una mayor dominación y actuación general de Occidente.

-Aparte que lo que está pasando en Irak demuestra un fuerte repliegue de gran parte del pueblo iraquí, aún de aquellos sectores que estaban contra Saddam.
-Definitivamente. Lo que está sucediendo en Irak está muy claro; la población iraquí fue anti-Saddam Husseim. Nadie quiere a un dictador en su casa, pero entre tener un dictador propio o una guerra civil por la imposición norteamericana, creo que preferirían que Husseim siguiera en el poder y que los procesos naturales de la historia de los pueblos se hubieran podido dar en ese país, que hoy vive un cotidiano baño de sangre.

-Lo saco un poco de tema:¿Cómo es vivir en México hoy, con un gobierno tan poco sutil como el de Bush?
-No es salirse del tema porque finalmente estamos regresando a un punto común, que es la negativa norteamericana a negociar. Lo mismo que los norteamericanos se han negado a negociar con Irak y la han invadido, hoy prácticamente se niega a negociar con Irán y trata de imponer sanciones y lo mismo ha hecho con México. El hecho de tener este muro, que parece ser va a tener 600 kilómetros de largo, es mínimo. Tenemos una frontera de 3200 kilómetros y construyendo uno de 600 kilómetros, todavía nos queda 2600 kilómetros para poder entrar a la frontera. En pocas palabras, los mexicanos van a seguir cruzando y no solamente los mexicanos, porque en realidad may muchos centroamericanos. Como decía Porfirio Díaz, aquel dictador que hemos tenidos a fines del siglo XIX y principios del siglo XX: ‘Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos’, y realmente esa es la realidad. Es una realidad muy compleja, no es negativa ni positiva, sino muy compleja. No es negativa porque estar cerca del mercado más grande del mundo, nos da una ventaja; pero tampoco es positiva porque estar cerca de los Estados Unidos es tener que recibir presiones muy fuertes y obviamente, el poder de atracción del mercado norteamericano, que es una atracción no solamente de productos y mercancías, sino de mano de obra, lo que explica por qué cada año, 400 mil mexicanos cruzan la frontera para instalarse del otro lado.

-¿Qué índices  de desocupación tiene México hoy?
-Si creemos al gobierno mexicano, tenemos un índice de 3.8 por ciento, lo que nos colocaría en una posición mejor que la de Alemania o Francia...

-Y definitivamente que del resto de Latinoamérica.
-Pero obviamente, los criterios para medir el desempleo son tan flexibles en México que cualquier persona que ha trabajado una semana en los últimos seis meses ya no es desempleado. Por eso se habla del ‘desempleo abierto’. Si calculamos un desempleo real, creo que la cifra estaría entre un 13 y un 15 por ciento.

-Hay  grandes sectores del pueblo mexicano muy descontentos con Fox y sus políticas. ¡En el interior del país cómo se traduce? ¿el pueblo mexicano es activo políticamente fuera de las grandes ciudades?
-En la Capital de México, hay muchos movimientos. A nivel del país, no hemos tenido los movimientos que hay por ejemplo en Argentina y esto creo que tiene que ver mucho con la cultura. La cultura del piquete, por ejemplo, en México no existe. Entonces hay muy pocas manifestaciones fuera de la Capital; lo que no significa que sea un pueblo despolitizado. Simplemente que la cultura mexicana siempre fue controlada por el partido del poder -el PRI- y esto ha permitido evitar, en cierta manera, tener las grandes movilizaciones. Las ha habido, por ejemplo, cuando se buscó construir un nuevo aeropuerto, que se detuvo y el Gobierno tuvo que dar marcha atrás. Lo que ha pasado con el gobierno de Fox, es que, en primer lugar, cuando Fox estaba en campaña ha prometido mucho y el pueblo esperaba mucho de él y sus promesas. Esperaba un crecimiento espectacular de la economía, esperaba la creación de 800 mil empleos anuales que podrían haber ido resolviendo paulatinamente la fuerte desocupación. Pero lo que realmente hemos tenido ha sido un gran éxito de Fox de haber quitado del poder al PRI, y  creo que esto lo tenemos que reconocer. Definitivamente, Fox puso fin a una hegemonía de 70 años. Lo que ha pasado, es que ninguno de los otros proyectos fue realizado. El crecimiento promedio de México en los primeros cinco años de su presidencia fue de un promedio de 1.8 por ciento; inclusive en los primeros tres años fue casi nulo. Se generaron en esos tres primeros años 76 mil empleos, pero se generaban 400 mil empleos de mexicanos en Estados Unidos. O sea, una emigración masiva, incesante. Todos estos elementos y sobre todo la política exterior que viene desarrollando, es donde creo que fue el peor fracaso del presidente Fox, y es donde se ha perdido la imagen que se tenía del país en el mundo. Fox se ha manejado en política exterior como el portavoz de los intereses de Estados Unidos. El caso del ALCA, por ejemplo; el caso de la Secretaría General de la OEA, cuando México se propuso como candidato estábamos actuando a favor de Estados Unidos y era absolutamente evidente, no se engañaba a nadie.

-Algunas declaraciones de Fox sobre la Bolivia de Evo Morales fueron muy penosas.
-Así es. De hecho, ni siquiera asistió a la asunción del presidente Morales, que dentro del contexto latinoamericano era un poco triste ver que por primera vez un indígena auténtico llega al poder en el continente, con todo lo que ello significa, y la posición de México fue que ‘Bolivia es un pequeño país y no tenemos tiempo que perder’. Yo creo que fue una actitud muy prepotente de Fox, que  además no nos sorprendió por que las ha tenido en otros varios casos.

-¿El movimiento de Chiapas tampoco siguió creciendo?
-En el caso de Chiapas se ha dado un fenómeno muy interesante. En primer lugar, el comandante Marcos ha logrado despertar a los mexicanos respecto de una problemática que no queríamos ver; es decir, la situación de los indígenas. Cuando uno ve que en México, los indígenas hasta el año 1994, por ejemplo en Chiapas, no podían caminar a la banqueta porque la banqueta esta reservada a los blancos, no se puede creer. En fin, toda una serie de actitudes que hacían del indígena un ser de segundo nivel; el movimiento de Marcos, realmente, despertó esta inquietud, levantó el ánimo de los indígenas; les dio el deseo de convertirse en mexicanos iguales a cualquier otro mexicano. Hasta aquí, creo que fue un movimiento muy positivo, pero hablar de una guerrilla es sobreestimarlo. Nunca fue una guerrilla, yo diría más bien, un movimiento de reivindicación de los derechos de los indígenas. La problemática es que pasando el tiempo, Marcos se ha convertido en el principal obstáculo porque al día de hoy, él mismo es quien se niega a que se solucione. Podemos criticar mucho a Fox, pero lo que sí le tenemos que reconocer es que puso las cartas sobre la mesa y aceptó dialogar con Marcos. Y hoy, curiosamente, encontramos a un ‘Delegado Cero’-así él mismo se denomina- que se pasea por México haciendo declaraciones, atacando a todos los candidatos, en una actitud realmente muy prepotente y parece ser que él es el único que tiene la razón. Yo diría que está en un papel muy negativo, en el sentido que está desanimando a los mexicanos a ir a votar.

-Siempre tuve la impresión que México es un país muy orgulloso de su mestizaje y que pudo mantener más su cultura original  que lo que pudieron otros países de América, como el nuestro por ejemplo.
-Es una realidad. Se trata de un fenómeno que nació a partir de la Revolución, México ha rescatado su pasado indígena, pero aquí tenemos que entender la diferencia entre discurso y realidad. Obviamente se rescató mucho; los grandes muralistas han comenzado a pintar al indígena, se empezaba a hablar de nuestro pasado indígena. Ya el mexicano no era el criollo, sino el mestizo. Pero en la practica, el indígena era muy mal visto. Como decimos, el mejor indígena era el indígena muerto porque se le rendía homenaje a Moctezuma, pero el indígena en Chiapas ha sido marginado y sigue siéndolo. Entonces, tenemos un discurso muy contradictorio: el indígena real es marginado; el indígena idealizado, el indígena del pasado, es glorificado.

-De todas maneras en Chiapas se movieron muchas para que, en definitiva, cambiaran muy pocas.
-Efectivamente. Hay que respetar la cultura del otro, en definitiva, no podemos negar la cultura ni las diversidades en las que viven los otros. El problema de Chiapas no era solamente un problema de respeto a la cultura indígena, si bien es cierto que el Estado aceptó este planteamiento, pero lo que planteaba el sub comandante Marcos era que los indígenas de Chiapas fueran los propietarios de la riqueza de su subsuelo y eso, en un país como México y en casi toda América Latina, es imposible, ya que el subsuelo es de la Nación. Si pensamos que los de Chiapas pueden ser dueños del petróleo que tiene su territorio, pues entonces todos los países haremos mini-estados, cada quien con su pequeño pedazo. En ese sentido, el respeto a la cultura del otro no tiene que llevar a la cuestión de la división y desmembramiento de los países. Uno de los grandes temas, precisamente, el del choque de las civilizaciones, nos muestra que finalmente hay enfrentamientos culturales a distintos niveles. En México, la cuestión indígena es un choque cultural.

-No tengo ninguna fe en la evolución de la especie y considerando que trabajar en Relaciones Internacionales debe ser bastante terrible, desde donde Ud. lo ve  ¿hacia dónde va el mundo?
-A nivel global, hay conflictos graves y gravísimos que, en gran medida, tienen que ver con el crecimiento del fundamentalismo que va invadiendo los ámbitos religiosos, políticos y económicos. A diario, el país o la región que busca tener una economía distinta de la dominante, empieza automáticamente a ser marginado de distintas formas. Se piensa que la cultura occidental es el modelo perfecto yen nombre de él, se trata de imponer concepciones ajenas a otras culturas. Cuando empezamos a pensar de una manera fundamentalista en lo político o en lo religioso, tenemos que chocar, porque el fundamentalismo es básicamente la negación del otro. Yo tengo el derecho, yo tengo la razón y el otro está equivocado. Obviamente que cuando partimos desde estas posiciones, vamos a chocar y habrá conflictos armados y guerras y todo lo que ya sabemos y estamos viendo.   

-Cuando se escucha hablar de fundamentalismos, asocia inmediatamente con algún país o dirigente islámico y en realidad, sabemos que la posición imperante, la de EE.UU., es peor aún por que encima es invasora.
-Es igual de fundamentalista. Es más peligroso un fundamentalismo con poder. Y este choque del que estamos hablando proviene de esa visión, que se está generalizando, colocando etiquetas a uno u otro. Por ejemplo, cuando se habla de fundamentalismo, enseguida ponemos el adjetivo islámico. Cuando uno habla de terrorismo, también ponemos el adjetivo islámico y es lo que está generando precisamente esta visión conflictiva. Los fundamentalismos pueden provenir desde la cúpula del poder, caso de Estados Unidos (que es doblemente fundamentalista porque por un lado es un fundamentalismo evangélico y por el otro lado, político) y en la práctica, son los que hoy están dominando. Esto es lo terrible de la situación a la que hemos llegado. Cuando tenemos un gobierno en el país más poderoso del mundo que ve al planeta y a su población desde una perspectiva maniqueísta, obviamente llegamos al choque en un proceso que, para mí y lamentablemente, no va a terminar o modificarse en el corto o mediano plazo.






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