Se supone que cuando la papusa, ya algo averiada -por los años, el amor de aquel argentino y las distancias-, dejó de ser la atracción de pintores y cajetillas, había otra u otras encantadoras mujeres más jóvenes, que convocaban el deseo de los hombres por los bristró y las desiguales veredas de aquél París, ya muy iluminado pero tan maloliente como siempre y de éste lado del Atlántico, en los cafetines y aguantaderos del Puerto, también habría pizpiretas muchachas mucho más atractivas que la alondra gris.
Un domingo de este setiembre, vi en el programa del más sinvergüenza de los dinosaurios del periodismo argentino, a ¡Domingo Cavallo! Tal como la papusa, el ex director del Banco Central de Jorge Rafael Videla y ex ministro de Carlos Menem y Fernando De la Rúa, está medio arrugadito, ya no tiene aquella llamativa tersura de la piel, pero conserva los claros ojillos de felino, con aquél mirar como de sesgo, como si lo que le interesara ver siempre estuviera en diagonal.
Primero tuve una sensación abismal, sentí la fatal atracción, la vertiginosidad inexorable del túnel de tiempo; el estremecimiento de ver que el país siempre cambia sus nobles campos por las más peligrosas arenas movedizas. Después la curiosidad pudo más, y escuché a Cavallo hilvanar tajantes explicaciones sobre la oportunidad de las privatizaciones de su autoría, los enormes beneficios de la convertibilidad, la inutilidad de las provincias de los suburbios argentinos que, a no dudarlo, él pensaba y piensa, que deben ser anexadas a Bolivia, Paraguay y Chile, alguna a Brasil ¿por qué no?; lo más interesante, aunque previsible como que la noche sigue al día, fueron sus críticas al gobierno actual, al anterior, a Lavagna, a Duhalde y a varios y varias más.
Explicó lo que la presidenta tenía qué hacer y a quiénes debía convocar y con un aire de buen, y hasta paternal, asesor, le organizó otro Gabinete, encabezado por Néstor Kirchner. Pero todo el tiempo flotaba en el ambiente del estudio -con sutil apoyo del conductor del programa- la idea de que ¡por fin! el Salvador había vuelto a la Patria.
Si me pongo un poco paranoica, por qué no pensar que semejante y público retorno puede tener que ver con la situación internacional -los trepidantes problemas económico/financieros de EE.UU. y la zaranda de Latino América- y que el karma le va preparando al país algunas sorpresitas para comprobar aquel eterno dicho de que las cosas siempre pueden estar peor.
Así y todo, hasta el momento de edición de ésta publicación, ninguno de los verborrágicos ministros contestatarios (o sea el parlanchín Aníbal Fernández y el más moderado, pero igualmente locuaz, Sergio Mazza) dio señales de que el gobierno nacional, el kirchnerismo, y todos los antiguos amigos de Cavallo, hayan advertido su presencia. No le contestan, por ahora. Lo ignoran, por ahora. Pero Ud y yo recordamos perfectamente cuando la Alianza lo convocó, así que ¿le sorprendería?
Igual espero, aliento, deseo y hasta pido a la Pachamama que interceda para que no lo tengamos de nuevo de delegado visible del Imperio. Total, tienen varios más, cualquiera que ellos elijan, va a hacer dócilmente, a pies juntillas, lo que se requiera.
Capaz que podríamos sacrificarnos en beneficio de nuestros hijos y nietos y hacer que vuelvan todos de una: Menem y Cavallo, De la Rúa y Cavallo, María Julia, Corach, Aíto, Duhalde, Kirchner y hasta Terragno (mal que le pese) y Cavallo y los demás, que se agoten en si mismos para que las nuevas generaciones tengan alguna oportunidad.
También en Jujuy. Eso si, la lista local, hágala Ud.
Y hablando de Jujuy. ¡Qué quietud, mi Dios! Los ruidos, movilizaciones y paros siguen, por supuesto, de las formas habituales, con algún acrecentamiento en los últimos tiempos.
Es una coreografía tan previsible como inútil a la hora de alguna transformación significativa.
Pero la quietud del gobierno preocupa a todos, inclusive a muchos funcionarios. ¿Tendrá alguna explicación? ¿En las reuniones de Gabinete se hablará de ella (de la quietud, y la preocupación?
¿De qué se hablará, de qué se habla, en las reuniones de Gabinete?
¿Se habla en las reuniones de Gabinete?
¿Madame Ivonne participa de las reuniones de Gabinete o Cadícamo no la deja?
¿Y la Cruz del Sur? ¿Qué hace la Cruz del Sur en las reuniones de Gabinete?
No se si Mircea Eliade, el del mito del eterno retorno, alguna vez escuchó a su contemporáneo Carlos Gardel y se interesó por el destino de Madame Ivonne y por las recurrentes desgracias de los argentinos. Pero todo el tiempo, los de mi generación, sentimos que lo que pasa en Argentina, ya pasó. Que lo que sucede ya lo vimos y ya lo vivimos.
Y aquí. En la Legislatura, cualquiera sea el Bloque, todos vuelven o volvieron. En los municipios, ídem. En el Gobierno, también. Después están los que nunca se fueron y también los que no se quieren ir aunque se lo pidan, lo que es toda una novedad; que se lo pidan, digo.
¿Será que porque son los mismos, no se hacen cosas nuevas? Porque en la vida las cosas no se mantienen iguales como las estatuas. Cambian, para bien o para mal, cambian. Y esta anormal quietud oficial ¿no le suena a qué se vienen tiempos peores?