Pensando en que terminamos otro año, quieras que no, hacés alguna forma de balance y se me viene a la mente aquél dicho español y vuelta la burra al trigo (que recuerda aquella burra palentina que seguÃa entrando en el sembrado a pesar de la insistencia con que se le recriminaba su acción).
Los argentinos estamos prisioneros de la sinergia de la burra o también se puede citar a la vÃbora que se muerde la cola; no salimos de la necedad y la falta de sentido común. No podemos, no hay caso, no podemos como sociedad y, en consecuencia, nuestra dirigencia tampoco puede.
No es a mà a quién ClarÃn o Nación van a convencer con los análisis intencionados o con el sistema de la crÃtica permanente, con las comparaciones más o menos desinformadas ex profeso o con los artÃculos que inducen sin sutileza a que la gente piense que cualquier otra cosa serÃa mejor.
Tampoco me va a convencer el oficialismo que sà se está encarando la renovación de la estructura del Estado o que hay un planteo realista y consecuente en la creación de trabajo genuino, porque no es asÃ.
Aclarado el punto anterior, pienso porqué Brasil con Lula, el tornero, pudo conducir un proceso en el que los cambios estructurales están mucho más que iniciados y en el que el crecimiento llega a los más pobres no a través de subsidios o beneficios caóticos sino con la creación de trabajo, la instalación y ampliación de industrias y el enorme crecimiento de los micro y medianos emprendimientos urbanos y rurales. Ojo, la pobreza y todas sus consecuencias sigue siendo atroz en Brasil, pero hay claramente un proyecto coherente e integral en desarrollo.
No quiero explayarme sobre Uruguay, Chile o Bolivia, paÃses tan distintos entre sÃ, pero que cada uno a su manera, en los últimos años fueron perfilando un rumbo. Desde la polÃtica, indudablemente, pero más allá de sus avatares.
Esos cuatro paÃses, con los que tenemos lÃmites y a los cuales siempre estuvieron ligados nuestros destinos (por lo que es de todos conocido, no incluyo a Paraguay), han tenido un crecimiento, en algunos no demasiado importante, pero en todos sustentado y acorde con sus realidades. En más o menos el mismo perÃodo cronológico a nosotros no nos pasó. En general hemos ido yendo a la deriva, para atrás. Baste una sola definición, la de Filmus cuando era ministro de Educación, por primera vez en la historia argentina, las nuevas generaciones viven peor que sus padres. Clarito. Muy clarito.
Cuesta imaginar cómo se puede producir una transformación que modifique nuestra dinámica de blanco/negro, unitarios/federales, Boca/River, peronistas/radicales, oficialismo/oposición, vecinos/vecinos y podrÃa seguir y seguir, pero Ud. me entiende.
El 2010 no se avizora con crecimiento y desarrollo, ojalá me equivoque feo. Pero lo que se ve venir no es nada alentador, sobre todo por los desaforados desencuentros verbales del oficialismo y la oposición frente a las cámaras, desencuentros estériles, inconducentes, aburridos; ¿cuántos argentinos miran los programas polÃticos de los domingos? Pocos, muy pocos, tan pocos que a la cuestión no la mencionan ni las encuestadoras más honestas, porque sino todas las pautas publicitarÃas se caerÃan por el balcón y agarrate Catalina. Lo mismo pasa en nuestros pagos a la hora de la siesta.
De todas maneras si uno se prende con algún programa polÃtico puede anticipar casi palabra por palabra lo que va a vociferar AnÃbal Fernández, qué va a profetizar Carrió, los dichos didácticos (y tan bâ¦) de De Narváez, lo que va a musitar Cobos, como va a defender Rossi tal o cual medida. La mayorÃa de los medios burdamente contra el gobierno y algunos pocos, a su favor, también burdos como ellos solos. Todo previsible. Es muy aburrido.
Los precios suben. Mucho desempleo. Inseguridad. Y lo más desesperanzador es cómo la dirigencia deja que el tiempo se vaya en criticarse mutuamente y no en interpretar y buscar soluciones entre todos a esos y los otros problemas. Pocas esperanzas. Una lágrima. O sea, no es de pesimista que imagine al 2010 bastante complicado. Si pusieran menos pasión en pelearse y saltarse al cuello por cualquier cosa, a lo mejor tendrÃan algo de vigor para pensar en el paÃs y sus cuestiones
Pero serÃa muy fácil creer que la culpa es exclusiva de los dirigentes. Somos una sociedad rara, confusa, llena de contrastes y no le encontramos el agujero al mate desde hace muchos años. Y nuestros diputados, senadores y funcionarios de todo tipo responden a la sociedad que tenemos, que vamos haciendo entre todos. Verdad de Pero Grullo que la mayorÃa no tiene en cuenta. Qué se le va a hacer. Hay que aguantarse
Igual, amanece que no es poco.
Felices Fiestas.
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