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Laura Barberis

Hablemos de política
Dicen que la fe mueve montañas

Laura Barberis

      Pero salvo en casos como el de los cíclicos desplazamientos de médanos o de los grandes terremotos u otras catástrofes naturales, no hay crónica que describa la movilidad de ninguna montaña, monte, cerro o colina a instancias de la fe; se ve que a pesar de que tanta promoción se hizo sobre sus posibilidades de trasladar descomunales masas de tierra y piedras, a la fe no se le da por ahí.
      Los que sí mueven montañas, árboles, tapias, casas, pircas, vehículos, depósitos, corrales y todo lo que encuentren a su paso son los ríos, precisamente, de montaña (aunque los mansos también se enardecen seguido) poniendo casi siempre en evidencia la falta de previsión de los que tienen el poder de decisión que suelen mirar hacia otro lado cuando los técnicos lanzan sus voces de alerta. Fíjese sino el desastre de Tartagal, desastre frente al que los medios nacionales corrieron presurosos, cosa de aprovechar tanto barro para poner en caja al gobernador Romero, quien manda en su ínsula haciéndose el oso todo lo que puede respecto del proyecto kirchnerista, aunque -perdón por tanta metáfora animal- se percibe entre la flora su acechar felino, dispuesto a dar el primer zarpazo -el de la pata peronista, claro- en las cercanías del preparado que van cocinando Macri, Sobich y cuando puede López Murphy y adonde también concurrirán unos cuantos legisladores nacionales del menemismo. Si bien cuando el barro fue demasiado hubo acercamientos, decisiones y también urgentes emprendimientos y planes de obras consistentes. 
      Considerando desde ya que Tartagal y el Norte de Salta están viviendo una tragedia que, esperemos, a la hora que esta edición esté en la calle, las lluvias hayan decrecido y se empiece por fin a hacer lo que se tendría que haber hecho bastante tiempo atrás. Claro que los fenómenos naturales suceden ...y suceden. Pero basta recordar a los especialistas nacionales, como Gaviño Novillo, que pasaron por la radio después de la inundación en Santa Fe, para ratificar desde lo técnico, lo que todos sabemos desde el sentido común: hay tecnología y recursos humanos más que suficientes en el país y en las provincias para minimizar y disminuir los efectos de desbordes, inundaciones, derrumbes, aludes, etc..
      En Jujuy, después del desastre de Palma Sola, no se hicieron obras de envergadura ni, que se sepa, se planificó en red sobre la contención, defensas, cambios de cauces, puentes y, sobre todo, con la vieja sabiduría campesina, no se insistió en forestar allí, justamente donde hace falta, al contrario, la tala en los cerros y en las riberas de los ríos es indiscriminada y sólo da para comentarios en reportajes y entrevistas en los medios, pero nunca para una multa y mucho menos para enjuiciar a los infractores. Tal cual pasa con la extracción de áridos o con cerros que a lo largo de los últimos años se han “achicado” y deformado, destruyéndose el equilibrio en tantas de las pequeñas cadenas que hay en los alrededores de la ciudad y en muchos lugares de la provincia, por las camionadas de tierra que se sacan para el rellenado de terrenos, sin que la mayoría de intendentes y comisionados municipales digan ni mu, conocedores como son -en general nacieron y crecieron en el lugar- de las terribles secuelas.
      Justo es decir que, a diferencia de Salta, el gobierno jujeño no permite las talas masivas ni autorizó a ninguna empresa a bajar bosques enteros, al contrario, sabemos que se opuso firmemente, por lo menos en una ocasión que pudo haber sido grave. Pero en materia de previsión y planificación, recién se notó un atisbo de acciones coherentes, con los problemas en Libertador y Valle Grande (y el vigente fantasma de Tartagal) cuando se reunieron técnicos y funcionarios locales y nacionales con intendentes y comisionados para ver qué hay que hacer, qué recursos se necesitan y cuál debe ser la progresión de las obras para que no se conviertan en carísimos parches sino en soluciones a mediano y largo plazo.
      Algo más, no sobre el barro, sino sobre el agua, que tanto nos advierten que va a escasear muy pronto, que las próximas guerras van a ser por esa escasez, que nuestros hijos van a tener muy poca y nuestros nietos casi ninguna, que la contaminación, que el derroche, que el mal uso y todas esas cosas... Pero lo más sencillo y simple, el primer paso, el encare natural y obvio, que es hacer una campaña ¡voto a Coca Cola! para que la población cuide el agua, en Jujuy está más lejana aún que la certeza de su carencia.

DE AMORES
Y DELIRIOS

      Y volviendo al tema de la fe, tan ligada en la historia a prejuicios y clichés, tan transmutada en fanatismo, tan distorsionada desde las más poderosas instituciones, tan usada desde lo más lejos de su esencia en rosarios, salmos, plegarias y, sobre todo, imprecaciones en nombre de un Dios tan ajeno a si mismo como la propia mala fe.

      Â¿Adónde voy? A que si hay un prejuicio vigente, una censura implacable, es que en los recitales todo es delirio y sin razón; pero hemos tenido en las últimas semanas dos ejemplos palmarios de que no es así.

      La Vieja Estación guarda en su antigua, muy antigua memoria, el trepidar de las locomotoras, el movimiento de quiénes llegaban o partían, las voces de los que esperaban o despedían, los gritos de los cargadores, el silbato de los guardas. También contiene la nostalgia y la necesidad de todos nosotros por los trenes que un día se fueron para siempre sin que hiciéramos nada. Desde entonces alternaron exposiciones, actos políticos, muestras teatrales y mucha música en sus instalaciones.

      Pero del pasado mes de marzo y del 1° de abril quedan también para el recuerdo, para la memoria larga, en el ámbito del viejo, hermoso y querido edificio dos hechos muy disímiles: el uno imprevisto, maravilloso e increíble para quienes primero amamos a Mano Negra y después a Radio Bemba y fue, claro está, la sorpresiva e inimaginable presencia de Manu Chao en Jujuy. Todo fue como tenía que ser: llegó, llegaron en camión desde Bolivia, no hubo promoción ni notas de TV (ni siquiera vino a la radio, aunque casi), ni cobertura nacional, ni gran publicidad. Ni intermediarios ladrones, ni toda la basura de siempre. Sólo la música y “todo el aire del mundo para respirar” (ver nota en esta misma edición).
      El otro hecho para el recuerdo que sucedió en la Vieja Estación está en las antípodas del anterior ¿porqué? por el franco delirio que puso de manifiesto el discurso del intendente de San Salvador de Jujuy, quien manifestó, en una soledad total, perdón, no total, ya que se escucharon los aplausos y vivas de la Lobo Sur, que el delirio y la falta de criterio de realidad, el mambo total, no se dan, no se dieron, por ejemplo, en un recital sino en el ¡día de apertura de sesiones ordinarias del Concejo Deliberante de la Capital! Sus propios funcionarios escuchaban atónitos que el transporte mejoró, que las calles están iluminadas, la basura recogida y casi reciclada, que va a haber asfalto para tirar para arriba, que las nuevas causas judiciales no existen y que es hora de que la Municipalidad salga a prevenir infartos tomándole la presión a los vecinos y mucho más por el estilo. Faltó que acomodara algunos proyectos en aquella estratósfera que tan cerca tenía Menem
      Rabia y risa se juntan en la gente, en algunos más rabia, en otros más risa, pero es una fórmula peligrosa y como el comportamiento de los ríos de montaña, la opinión pública, bastante alejada hoy -en el sufrimiento de los servicios- del accionar de organizaciones y partidos políticos, puede crear nuevos cauces, barrer con las defensas y devolver todo los pozos, la oscuridad, el barro y los colectivos que soporta, vaya a saber en qué dirección. Todo es tan relativo y por ahí es verdad que la fe mueve montañas.






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